El investigador paciente
Tras una infancia traumática, canalizó su misantropía para finalizar el instituto con nota. En la universidad tampoco hizo amigos precisamente, pero alcanzó su sueño y se doctoró en física nuclear. Después estudió duro para sacar plaza de funcionario y por último logró consumar su venganza desde la central de Chernóbil.
Escrito por Álex Garaizar
Última voluntad
No me importaría que subieran las dotaciones económicas del Pulitzer o del Goncourt. Tampoco me importaría que bajaran las del Planeta o del Cervantes. A estas alturas, estando como estoy, a dos metros bajo tierra, me conformaría simplemente con que mis palabras pudieran arrancarte una lágrima, una sonrisa, un recuerdo...
Escrito por Luis San José - Web
Las cosas del deber
Cuando te cité en mi despacho para comunicarte que la empresa había decidido prescindir de tus servicios, acerado, hice lo que debía. Recogiste tus pertenencias y te acompañé hasta la puerta.
Cuando después llegué a casa azorado, hiciste lo que debías. Recogí tus lágrimas y me acompañaste hasta la puerta.
Cuando después llegué a casa azorado, hiciste lo que debías. Recogí tus lágrimas y me acompañaste hasta la puerta.
Escrito por Carles Quílez - Web
El ciclo de la naturaleza
Llegaron los temporales de otoño; los árboles amarillearon su atuendo con el frío pero aguantaron su follaje. Curiosamente, un domingo soleado y sin viento, la hoja cayó. ¿Por qué entonces?
El invierno fue largo; reparé en los árboles desnudos con desconcierto. Al fin llegó la primavera y brotó mi corazón.
El invierno fue largo; reparé en los árboles desnudos con desconcierto. Al fin llegó la primavera y brotó mi corazón.
Escrito por Tuso - Web
La sentencia
El juez se dirigió al condenado, que no podía disimular su ira, y le dijo: "Sé que no valoras mi trabajo y piensas que haga lo que haga te voy a perjudicar. Bien, he aquí mi sentencia. Sé tú mismo tu propio juez, y no te olvides de ser justo".
Escrito por Cadillac Solitario
El burdel del infierno 1
Al burdel del infierno llegan todas las almas en pena. Yo vine, revólver en mano, buscando a mi último amante. Pedí al cantinero un trago y me dijo que a lolitas con traje de asesina se les sirve el corazón delator de un marinero errante. Creo que necesitaré dos balas.
El pulso continuo
La cirujana se esfuerza en revivirlo, pero es inútil; el electrocardiograma no miente. Ahora debe comunicarlo a la familia, que espera fuera.
Los familiares desconsolados comienzan a llorar la pérdida del ser querido, y la doctora comprueba de nuevo que aquel corazón, en el corazón de otras personas, continua latiendo.
Los familiares desconsolados comienzan a llorar la pérdida del ser querido, y la doctora comprueba de nuevo que aquel corazón, en el corazón de otras personas, continua latiendo.
Escrito por La Marca Amarilla
Mi tía Marisa
"No debería, por el azúcar", dice mi tía Marisa cuando mamá saca los bombones, pero acaba siempre comiéndose un puñado. Disfruto viéndola saborearlos y beber luego brandy, con gestos que delatan su incurable voluptuosidad, pero sobre todo cuando ríe hasta las lágrimas, aunque según ella, por las arrugas, tampoco debería.
Escrito por Enrique Mochón Romera
Se fue la luz (I)
Y de repente, se fue la luz.
No podía ver nada. No podía oír nada. No sentía nada. Ni siquiera tenía miedo. Extrañado ante tal situación novedosa para él, comenzó a cavilar sobre qué podría haber ocurrido. Finalmente lo vio claro. Efectivamente, no podía ser otra cosa. Acababa de morir.
No podía ver nada. No podía oír nada. No sentía nada. Ni siquiera tenía miedo. Extrañado ante tal situación novedosa para él, comenzó a cavilar sobre qué podría haber ocurrido. Finalmente lo vio claro. Efectivamente, no podía ser otra cosa. Acababa de morir.
El gran favorito
El impresionante caballo se ubica desde el principio entre los punteros. Sobre sus lomos va el jinete líder de las estadísticas. La estampa del equino es espectacular, con una forma de correr elegante y unas patas que reflejan superioridad. La carrera termina y cruza la meta en el cuarto lugar.
Escrito por Óscar Quijada Reyes - Web
Una proposición indecente
Te observaba cada mañana subirte al metro. Recorriendo tus piernas interminables, soñando el sudor agrio de tu escote. Por fin te susurré, tan bajito que apenas un hilo de voz resbaló por tus hipnóticas orejas.
Y es que las cosas que nunca te dije empezaban a retumbar en mi cabeza.
Y es que las cosas que nunca te dije empezaban a retumbar en mi cabeza.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
Cincuenta palabras
Pretendo, de hoy no pasa, dejar mi huella sobre tu piel. He emborronado ya tres cuadernos y tres meses poniéndome a temblar en cuanto la punta del lápiz roza la impoluta hoja en blanco. Hoy estoy esperanzado, estoy a punto de conseguirlo, solo un poquito más y alcanzo cincuenta palabras.
Escrito por Ignacio J. Borraz - Web
Una chaqueta para Juan
Los anuncios de aquel actor inglés de mirada triste y cara barbilampiña vistiendo ropa de aquella marca le recordaban a su exnovio. Pensó que la próxima Navidad le regalaría a Juan una chaqueta de esa marca. Tal vez así aliviaría su dolor, que era como un pellizco en el corazón.
Escrito por Alma Rural - Web
Dura rutina
La mañana fría animaba a continuar entre las sábanas. Sin embargo sus obligaciones como madre le impelían a levantarse. Tras un corto periodo de lucha interna, optó por levantarse, después de dormir toda la mañana, tras una noche de trabajo duro.
—Buenos días, hijos. ¿Cómo os ha ido el día?
—Buenos días, hijos. ¿Cómo os ha ido el día?
Escrito por Gloria Arcos Lado
En capilla
Indefenso. Inerme. Sin escapatoria posible. Sin ataduras (tampoco son necesarias). Con la cabeza más baja que los pies. Tremendamente angustiado, asustado. Un potente foco de luz blancoamarillenta directo a los ojos. Mantiene cerrada la boca, hasta que le exigen abrirla, obligándole a escuchar:
—La treinta y ocho requiere extracción inmediata.
—La treinta y ocho requiere extracción inmediata.
Escrito por José Antonio Barrionuevo
Insomnio
Otra vez desvelado. He perdido la cuenta de las noches en las que ese sonido, tenue, a la vez lejano pero sentido en lo más interno de mi cerebro, me hace romper el vínculo de Morfeo. Creo que la única solución ya pasa por bajar el volumen de mi conciencia.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Twitter
Dudas sin resolver
—¿Cómo serán sus vidas antes de mí? —pensaba para sí mismo antes de cada trabajo—. ¿Serán felices?
Nunca podía responder esa pregunta, pues lo único que veía en cada víctima era el terror que les producía verle a él, cuchillo en mano, decidiendo por ellos el final de sus vidas.
Nunca podía responder esa pregunta, pues lo único que veía en cada víctima era el terror que les producía verle a él, cuchillo en mano, decidiendo por ellos el final de sus vidas.
Escrito por Vanesa Reinaldo - Web
Becerros tras un cascabel
Algo tan inútil como un paraguas con agujeros. La gente lo veía tan absurdo... lo era. Pero ella, desafiante, quiso poner a prueba la estupidez humana.
Algo tan moderno como un paraguas con agujeros. Ahora todo el mundo lo llevaba tan contento. El famoso de moda lo sacó en televisión.
Algo tan moderno como un paraguas con agujeros. Ahora todo el mundo lo llevaba tan contento. El famoso de moda lo sacó en televisión.
Escrito por Manuel Barea - Web
Grandes eventos
La familia, reunida ante el móvil para inmortalizar el momento. Una tarta, horneada con fresa, caramelo , nata y adornos Disney, da fe de la celebración. Papá presta su aliento a la velita antes de convertirse en cera. Todos aplauden con entusiasmo. El bebé acaba de pronunciar su primera palabra: Twitter.
Escrito por María Jesús Briones Arreba
El juramento
Lucía le miró con ojos hambrientos desde el centro de la cama. Nacho se vistió lentamente. Se volvió, levantó su mano izquierda, extendió la derecha sobre el Kamasutra que asomaba entre las sábanas revueltas y, con voz solemne y cansada, juró que no tardaría, que solo iba a comprar tabaco.
Escrito por Luis San José - Web
Mindfulness
Me gustan las moscas. Sí, ya sé que resulta extraño. Pero es que con ajo y tomate están muy buenas. Desde que me alimento de ellas me siento ligera y volátil y veo la vida bajo otro prisma. Además son gratis y no multan por recogerlas del contenedor de basura.
Escrito por Patricia Richmond - Web
Solidaridad
No se hablaba de otra cosa y, aunque era algo visible antes, no causaba interés. La deshidratación en África es una situación que requiere mucha ayuda, ¡difunde!, se leía.
Lo comentó en el bar y en sus redes sociales. Sosegado, apagó el ordenador y fue a darse un baño caliente.
Lo comentó en el bar y en sus redes sociales. Sosegado, apagó el ordenador y fue a darse un baño caliente.
Escrito por Saioa Etxegia Eizagirre
El exterminador del futuro
El exterminador del futuro encontró a su objetivo en Facebook. Supo cómo era, dónde vivía y qué estaba haciendo en ese preciso instante. Se subió a la moto, fue donde se encontraba ella y la mató.
De esa forma las máquinas ganaron la guerra por el mañana de la humanidad.
De esa forma las máquinas ganaron la guerra por el mañana de la humanidad.
Escrito por Jean Durand - Web
La señal
Desesperado, pidió a Dios una señal. Como entendía que no le llegaba, volvió a insistir con mayor vehemencia. Esperó mirando al cielo hasta que, cansado, desistió finalmente. Cuando volvió a su casa, y se encontró a su mujer con otro hombre en la cama, miró al cielo con gratitud infinita.
Escrito por Irroca
Encarnación
Hoy se suicidará.
Lleva, sin él saberlo, varios suicidios en su cuerpo, que no es suyo; siempre cambia, siempre es diferente. Dicen que ahí reside la gracia: morir en distintas épocas con distintos cuerpos. Y así ha sido desde que el mundo es mundo.
Hoy, para que me entendáis, nacerá.
Lleva, sin él saberlo, varios suicidios en su cuerpo, que no es suyo; siempre cambia, siempre es diferente. Dicen que ahí reside la gracia: morir en distintas épocas con distintos cuerpos. Y así ha sido desde que el mundo es mundo.
Hoy, para que me entendáis, nacerá.
Escrito por La Marca Amarilla
¿Siempre nos quedará París?
Llueve en París y en un puente sobre el Sena siguen los dos, mirándose como nunca, mintiéndose como siempre. Ni aun volviendo al lugar de origen consiguen recuperar lo que jamás tuvieron. Exhalando el último suspiro de desamor se entregan las únicas verdades en sus vidas:
Au reuvoir, mon amour.
Au reuvoir, mon amour.
Escrito por Malu
La conquista
Llegaron con sus espadas, lanzas y alabardas; cubiertos con cascos, armaduras y cotas de malla. Con los cañones derribaron los poblados, sembraron el pánico con el tronar de los arcabuces, quemaron los poblados y mutilaron, violaron y mataron a sus habitantes.
Dijeron que los indios tenían miedo de los caballos.
Dijeron que los indios tenían miedo de los caballos.
Escrito por Crispín
Engarce simétrico
Noche, insomnio, escritura. Pudiera ser un retazo confuso y apresurado. Leonardo quizás eligiera búsqueda, selección, estructura.
Medía, contaba y mezclaba palabras. Amalgama precisa. Pero muchos días, tras desechar todas, acababan en la bolsa de basura, goteando sobre sus zapatos y el suelo del ascensor camino de la joyería que regentaba.
Medía, contaba y mezclaba palabras. Amalgama precisa. Pero muchos días, tras desechar todas, acababan en la bolsa de basura, goteando sobre sus zapatos y el suelo del ascensor camino de la joyería que regentaba.
Escrito por Jose Bravo - Twitter
Mil razones para vivir
Recibió mil enhorabuenas, felicidades, regalos y ánimos por su cumpleaños. Un estupendo aliciente para seguir viviendo, justo cuando se planteaba cuál era su motivo para continuar aquí. Se dio cuenta de que aunque su principal razón para existir, ella, ya no estaba, todavía le ataban muchas personas a la vida.
Escrito por Gloria Arcos Lado
Y sin embargo, se mueve
Se mueve. Es una sensación rara. Se lo enseño a mi madre y sonríe. Pensaba que era grave. Es un alivio.
Mi padre llega de trabajar y les escucho decir algo de un ratón en mi almohada. Nuestro apellido no es Pérez. No les entiendo. Y mi diente sigue moviéndose.
Mi padre llega de trabajar y les escucho decir algo de un ratón en mi almohada. Nuestro apellido no es Pérez. No les entiendo. Y mi diente sigue moviéndose.
Escrito por Maest
Conflicto de identidad
Se miraron a los ojos fascinadas por su apariencia, reconociendo un sorprendente asomo de una en otra. Más adelante experimentaron extrañas sensaciones de dualidad. Pero todo se complicó cuando se miraron juntas al espejo: el reflejo de ambas era único. Desde entonces se ven obligadas a compartir la misma imagen.
Escrito por Chusa RH
Buenos días
Despiertas y lo primero que ves es tu cabeza cercenada sobre las sábanas. Te incorporas, miras al espejo y, al principio con horror, descubres que ahora llevas sobre los hombros una cómoda cabeza de asesino que sonríe y dice: "Muy buenos días, hoy hace buen sol para salir a caminar".
Escrito por Andrés Galindo - Web
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Se rumorea que estamos invadidos por seres hostiles de otros mundos. Unos los describen como orientales, otros dicen que se ocultan tras atuendo islámico, pero en realidad desconocéis que los extraterrestres estamos entre vosotros desde hace mucho tiempo y sólo nos distinguimos por nuestra profesión de banqueros, políticos y corruptos.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa
Cuestión de principios
Su padre no entendía que prefiriera las muñecas al fútbol. Tampoco compartía su afición por disfrazarse de mujer. Las discusiones sobre lo correcto y lo incorrecto eran cotidianas.
Cuando él le sorprendió consumiendo pornografía gay por internet, su progenitor se excusó:
—De acuerdo, pero a mí me gusta el fútbol.
Cuando él le sorprendió consumiendo pornografía gay por internet, su progenitor se excusó:
—De acuerdo, pero a mí me gusta el fútbol.
Escrito por Fernando da Casa - Web
Filósofos de hoy
En un rasgo de extrema generosidad, y con veintitrés años, decidió dedicar su vida a iluminar el mundo con sus amplios conocimientos y vasta sabiduría. Y en ello lleva ya más de veinte años, al tiempo que tinta canas, rasura barbas o corta el pelo a tijera, máquina o navaja.
Escrito por Rafa Olivares - Web
Mal de ojo
Alguien terminó relacionando aquel dislate oratorio con la maldición que le había echado aquella gitana a quien no quiso comprarle una rosa roja. Lo cierto fue que, unos minutos después, ella había acomodado los micrófonos y, segurísima de sí, declaró:
—La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido...
—La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido...
Escrito por José Antonio Barrionuevo
La mirada
Llevaba en su rostro esa expresión de ternura que pocas veces se ve. Sentada en un banco del parque, acogía en brazos a su recién nacida criatura. Lo decía todo sin palabras: emoción, fragilidad, protección, amor. Su mirada era un grito callado:
—Felicítame, soy la mujer más feliz del mundo.
—Felicítame, soy la mujer más feliz del mundo.
Escrito por Isan
Un toque de distinción
Había acudido a esa cita de solteros convocada por una agencia. Sólo uno de los varones no estaba enganchado a un móvil, ella valoró ese detalle que lo hacía único. Terminaron en su casa. Se sintió halagada al verle inquieto. Él sacó un iPhone y preguntó si tenía un cargador.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Escrito por Ángel Saiz Mora
Elegido mejor relato de 2014
Llamada de emergencia
—Ha llamado al 016, ¿qué ha pasado?
—Necesito ayuda. Estaba muy enfadado...
—¿Quién estaba enfadado? Dígame su nombre.
—Se ha ido. Volverá borracho, como siempre...
—Cálmese y dígame su nombre, por favor.
—¡Oh, no! ¡Ha vuelto!
—¿Quién ha vuelto?
—Es mi madre... ¡No!... ¡Solo es mi madre!... ¡Perdona, perdona!... ¡No!
—Necesito ayuda. Estaba muy enfadado...
—¿Quién estaba enfadado? Dígame su nombre.
—Se ha ido. Volverá borracho, como siempre...
—Cálmese y dígame su nombre, por favor.
—¡Oh, no! ¡Ha vuelto!
—¿Quién ha vuelto?
—Es mi madre... ¡No!... ¡Solo es mi madre!... ¡Perdona, perdona!... ¡No!
Escrito por Vanesa Reinaldo - Web
Una pérdida de tiempo
En el pasado, al nacer, nos tatuaban la fecha de nuestra muerte. Éramos milimétricamente felices, cada cual distribuía su vida como quería. Tuvo que llegar la Gran Revolución, promovida por aquellos que disponían de menos años, para abolir esa norma. Y ahora, todo el mundo puede, incluso, perder el tiempo.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter
Hijo
Le cogió la mano, que se enroscó en su dedo desde la cuna. "Hola, hijo", balbuceó emocionado. Absorto en su dicha, pasaron ante sus ojos campos de fútbol, escuelas, cines, excursiones, abrazos y sobremesas.
Le cogió la mano desde su cama del hospital. "Gracias, hijo", exhaló en un último suspiro.
Le cogió la mano desde su cama del hospital. "Gracias, hijo", exhaló en un último suspiro.
Escrito por Tuso - Web
La anciana Blancanieves
Ella tarda cada vez más en ponerse guapa. A él no le importa y la observa alelado desde el pasillo con la boca abierta. Ella terminó hace tiempo. Puede verlo en el espejo por el rabillo del ojo, contiene la risa y se siente la más hermosa de la Tierra.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro
Monstruario
La regata comenzó con puntualidad británica. Los vítores del público que abarrotaba los aledaños del lago se tornaron gritos ensangrentados cuando la bomba estalló. Burbujas grises borbotearon por la superficie del agua.
—¿Por qué lloras, Nessie?
—¿Acaso no los oyes? Ya no creen en nosotros. Han creado sus propios monstruos.
—¿Por qué lloras, Nessie?
—¿Acaso no los oyes? Ya no creen en nosotros. Han creado sus propios monstruos.
Escrito por Carles Quílez - Web
Producto
Él, con cuidados, recorta las flores y las coloca en una caja que entrega al camionero que va a la ciudad; donde ella deshace la envoltura y, con delicadeza, las aprieta contra su pecho. Entonces, sale a las calles para ofertarlas a los conductores románticos que paran en los semáforos.
Escrito por Beto Monte Ros - Web
Mi amigo Mukaila
Mi amigo Mukaila, negro sin eufemismos, me dijo antes de su fiesta de cumpleaños:
—Después de la patera, todo me parece el paraíso, incluso la cárcel, donde estuve algunos días… allí vivía. Ahora, disfruto de la vida.
No pude decir nada. Nunca olvidaré su cumpleaños, después llegaron todos su éxitos.
—Después de la patera, todo me parece el paraíso, incluso la cárcel, donde estuve algunos días… allí vivía. Ahora, disfruto de la vida.
No pude decir nada. Nunca olvidaré su cumpleaños, después llegaron todos su éxitos.
Escrito por Gil Hernando de Santiago
Elvireta
Era la primera niña que vi con pantalones. Hicimos amistad y nos intercambiamos tebeos. Un atardecer, nos citamos en una esquina, bajo un farol, pero el maestro nos vio. Yo, azorado, me agaché para que no me reconociese. Al día siguiente, me abofeteó ante los demás. Me sentí un héroe.
Escrito por Daniel Carrascosa - Facebook
Predicción asombrosa
Aquel extraño interrumpió nuestra conversación sin manifestar buenos modales. Dijo que nuestro pueblo costero sería barrido por un maremoto. Su pronóstico parecía increíble pero su convicción, fascinante. Terminó diciendo que, si lo tocaba un rayo, su exposición sería irrefutable. Guardó silencio y en unos cuantos segundos un relámpago lo desintegró.
Escrito por Óscar Quijada Reyes - Web
Mal sin remedio
Bebía los vientos por Graciela. Los vientos y cuantas infusiones me recetaba.
Siempre encontraba algo en su tienda para combatir mis aftas, tiña, caspa, sarna, halitosis, alergias, mareos, fobias, temblores y otras dolencias que de continuo me asediaban...
Mas, ¡ay, cruel Graciela!, nunca tuvo nada para mi mal de amores.
Siempre encontraba algo en su tienda para combatir mis aftas, tiña, caspa, sarna, halitosis, alergias, mareos, fobias, temblores y otras dolencias que de continuo me asediaban...
Mas, ¡ay, cruel Graciela!, nunca tuvo nada para mi mal de amores.
Escrito por Enrique Mochón Romera
Objetivos sucios
—Vigesimoséptima aldea que aniquilamos para nada. Acordamos atacar con ametralladoras, nada de explosivos: el humo entorpece y pone los... Lo cierto es que se nos han acabado los aborígenes.
—Mr. Stanley, quedan los wakiri, a unos cincuenta kilómetros río abajo.
—¿Otro desplazamiento? ¿Más gastos? Uf, a ver si el productor...
—Mr. Stanley, quedan los wakiri, a unos cincuenta kilómetros río abajo.
—¿Otro desplazamiento? ¿Más gastos? Uf, a ver si el productor...
Escrito por Jusanher
Anuales visitas
Ahora, escuchando el murmullo externo, intento calcular cuántos primeros de noviembre llevo en "La Eternidad", mi estrecha residencia de madera y mármol anclada en camposanto, que por estas fechas se engalana con multitud de flores que no veo, pero adivino y hasta creo que su olor evoco en melancólico recuerdo.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa
Un rato más
Está amaneciendo. Me asomo a la ventana, está lloviendo afuera. Es una tormenta que invita a seguir acostado. Cierro la cortina y de nuevo a tu lado, abrazado a tu espalda, sintiendo tu respirar mientras le doy gracias al cielo por obligarme a quedarme abrazado a ti... un rato más.
Escrito por Lalo Barker - Web
El regreso
Suenan los cuernos. Galopan los caballos. Leopoldina suspira y se constriñe, marcando cintura.
—¡Esta noche, lecho!
Las criadas estimulan sus atributos femeninos. El emperador llega al aposento cubierto por las más valiosas joyas de sus conquistas: vírgenes galas; doncellas escandinavas; esclavas eslavas.
Leopoldina se desmaya. El hechicero acude al lecho.
—¡Esta noche, lecho!
Las criadas estimulan sus atributos femeninos. El emperador llega al aposento cubierto por las más valiosas joyas de sus conquistas: vírgenes galas; doncellas escandinavas; esclavas eslavas.
Leopoldina se desmaya. El hechicero acude al lecho.
Escrito por María Jesús Briones Arreba
Soledad
Como cada día, llegó a casa, bajó las persianas y preparó su cena.
Como cada noche, apagó la luz, arrugó el pañuelo y lo guardó debajo de la almohada. Se puso en su lado de la cama e intentó no moverse para no sentir lo que era más que evidente.
Como cada noche, apagó la luz, arrugó el pañuelo y lo guardó debajo de la almohada. Se puso en su lado de la cama e intentó no moverse para no sentir lo que era más que evidente.
Escrito por Malu
Guerras
Anunciaron brevemente en la radio que había terminado la última guerra. No se escuchó nada más. Poco después, al asomarme desde el pequeño búnker que compartíamos sobrevivientes de una de las anteriores, suspiré aliviado en medio de una gran tormenta de ceniza y de un aire que no podía respirar.
Escrito por Antonio Ortuño Casas
Insinuación
Aquello le pareció monstruoso.
—¿Y bien? —dijo él.
—No lo haré.
Los dos se miraron por un instante. Luego sobrevino un silencio cómplice.
—Me gustaría que no me mirara de ese modo.
—¿Ve que ese es el problema?
Ella trató de alargar su minifalda, instintivamente.
Pero nunca renunciaría a usarla.
—¿Y bien? —dijo él.
—No lo haré.
Los dos se miraron por un instante. Luego sobrevino un silencio cómplice.
—Me gustaría que no me mirara de ese modo.
—¿Ve que ese es el problema?
Ella trató de alargar su minifalda, instintivamente.
Pero nunca renunciaría a usarla.
Escrito por Ruperto
Una pregunta
El anciano rechazó el brazo de su acompañante. Comenzaba a llover y gotas como lágrimas alcanzaban las cuencas de sus ojos, vacías de nacimiento. Se apoyó un instante en el muro antes de gritar: ¿ahora qué vais a hacer conmigo? Ninguno de los soldados del pelotón se atrevió a responder.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro
Palabras de despedida
Me acabaré acostumbrando a la quietud que reina en este campo de paz. Mientras tanto medito ante esa hermosa corona de flores, sin quitar la vista de la cinta que lleva grabada una sentida inscripción: De tus hijos, que tanto te amaron.
¡¿Por qué tuvieron que esperar tanto para decírmelo?!
¡¿Por qué tuvieron que esperar tanto para decírmelo?!