El sueño americano
El día de su décimo cumpleaños Fernando salió disparado en su bicicleta, para sorpresa de todos. Con los regalos aún en la mano, esperaron desconcertados en el salón.
Frenó ante el acantilado y arrojó la bicicleta con esfuerzo. Ahora que por fin tenía un coche, no le haría ninguna falta.
Frenó ante el acantilado y arrojó la bicicleta con esfuerzo. Ahora que por fin tenía un coche, no le haría ninguna falta.
Escrito por Álex Garaizar
Los ojos de Monroe
Me crucé con el vecino cuando este venía de adoptar a un perro. Primero el chucho ladró, luego intentó atacarme. Sostuvimos la mirada unos segundos y pude reconocer en sus ojos los de Monroe mientras le estrangulaba. No tuve más remedio que agasajarlo aquella misma noche con un pastel envenenado.
Escrito por Rafa Sastre - Web
Democracia y progreso
—De teledirigido, cero coma, a ser superior seis, seis, seis...
—Adelante, cero coma.
—Solicito permiso para pensar.
—Permiso denegado. Usted no está preparado para esa misión.
—Sí, señora.
—De teledirigido, cero coma, a ser superior...
—Adelante .
—Permiso para expresarme.
—Permiso denegado. Su lenguaje todavía es muy rudimentario.
—Sí, señora.
—Adelante, cero coma.
—Solicito permiso para pensar.
—Permiso denegado. Usted no está preparado para esa misión.
—Sí, señora.
—De teledirigido, cero coma, a ser superior...
—Adelante .
—Permiso para expresarme.
—Permiso denegado. Su lenguaje todavía es muy rudimentario.
—Sí, señora.
Escrito por Gil Hernando de Santiago
Correosa
Un crianza y una salsa de arándanos rojos maridaban perfectamente con aquel suculento filete, sajado de forma meticulosa del muslo. Nada más catarlo comprobó que adolecía de la calidad deseada. Decidió entonces desechar aquellas piezas que aún mantenía congeladas, añorando a la jovencita que, meses atrás, tuvo ocasión de cocinar.
Escrito por José Antonio Barrionuevo
Fe ciega
Don Pancracio, el cura de mi pueblo, acabó arrojándose al Barranco del Eco. En una de sus crisis de fe, subió al Cerrogordo, cual nuevo Moisés, para aclararse las ideas. Allí, asomado al precipicio, gritó con todas sus fuerzas, esperando una respuesta:
―¡Dios mío, quítame esta duda que me asalta!
―¡Dios mío, quítame esta duda que me asalta!
Escrito por Alfonso González Cachinero
La ladrona de bandas de cera
Marguerite de la Fontaine, hija de zapatero y de la modista de Su Majestad, se había convertido en una de las ladronas más temidas de Francia. Conocía con exactitud dónde se encontraban las bandas y las asaltaba sin piedad.
Sin duda lucía las axilas y piernas más bellas del instituto.
Sin duda lucía las axilas y piernas más bellas del instituto.
Escrito por Maria Las Vegas
Abducción
Regresé al cielo precipitadamente porque había empezado ya a descomponerme. Con una maniobra premeditada de distracción dejé mi cuerpo a modo de señuelo en la mesa metálica y fría de aquella facultad. Hacía ya tres días que las campanas estaban tocando a concejo y no era cuestión de hacerme esperar.
Escrito por Luis San José - Web
Princesa
A la princesa seguían gustándole las muñecas. En la intimidad del dormitorio, sacaba a Lucrecia del armario. Acariciaba su cuerpo y probaba lencería exclusiva.
Cuando subió al trono, mandó construir uno más pequeño para "poupée", vistiéndola de armiño. Los súbditos besaron su mano.
Comenzaba una era insólita en el Reino.
Cuando subió al trono, mandó construir uno más pequeño para "poupée", vistiéndola de armiño. Los súbditos besaron su mano.
Comenzaba una era insólita en el Reino.
Escrito por María Jesús Briones Arreba
Vida nocturna
—Vámonos ya a la cama, es tarde.
Siempre igual desde hace un mes.
—Te quiero, ya lo sabes (pero...).
Apenada, me da un beso y se va. Extraño ese olor a cera, esa gente sin rostro, ese siniestro... ataúd.
—¿Estás despierta? Estoy sobrio, pero... no recuerdo nada.
—Lo sé. Abrázame.
Siempre igual desde hace un mes.
—Te quiero, ya lo sabes (pero...).
Apenada, me da un beso y se va. Extraño ese olor a cera, esa gente sin rostro, ese siniestro... ataúd.
—¿Estás despierta? Estoy sobrio, pero... no recuerdo nada.
—Lo sé. Abrázame.
Escrito por El conductor de autobús
Imposible olvidar
Pues sí, señor, lo echo mucho de menos. Cuando salgo de casa parece que lo voy a ver ahí subido en su caballo, erguido. Echo de menos nuestras correrías por esos campos de Dios. ¡Me enseñó tantas cosas!
Aún conservo en algún rincón del sobrado el famoso yelmo de Mambrino.
Aún conservo en algún rincón del sobrado el famoso yelmo de Mambrino.
Escrito por Santiago
Momento robado
Le miraba con una inocencia que todavía tenía, suplicando que no lo hiciera. Él acercó su gordo cuerpo sudoroso. En un país donde su madre la ofreció por cinco dólares, ¿a quién le iba a importar?
Le rompió el himen sin delicadeza. Una lágrima cayó de sus preciosos ojos azules.
Le rompió el himen sin delicadeza. Una lágrima cayó de sus preciosos ojos azules.
Escrito por Manuel Barea - Web
Apenas un segundo
Vi a la muerte ahí parada, frente a la puerta de mi casa. Y le pregunté: "¿Ya? Pero si aún me quedan tantas cosas por hacer...". Pero la muerte, que no es de muchas palabras, me cogió la mano y me contestó: "No te preocupes, Raquel, será apenas un segundo".
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
Festival
La música hacía vibrar cada centímetro de mi cuerpo. Entre sacos de dormir y tiendas de campaña, nos escabullimos del bullicio bañado en alcohol.
Me sostenía flotando en el aire y me tentaba con susurros obscenos en la nuca. Y me miraba. Me miraba como quería que él me mirase.
Me sostenía flotando en el aire y me tentaba con susurros obscenos en la nuca. Y me miraba. Me miraba como quería que él me mirase.
Escrito por Fényx - Web
Cosmología
"Según la cosmología somos polvo de estrellas", dijo Marcial apoyando el codo, todavía jadeante.
"Se te cruzan los cables cuando retozamos en la cama", comentó Marta mientras respiraba hondo para recuperarse. "¿Vas a negar que ha sido un polvo cósmico?" replicó Marcial. Y mirándole a los ojos añadió: "¿Echamos otro?".
"Se te cruzan los cables cuando retozamos en la cama", comentó Marta mientras respiraba hondo para recuperarse. "¿Vas a negar que ha sido un polvo cósmico?" replicó Marcial. Y mirándole a los ojos añadió: "¿Echamos otro?".
Escrito por Marciano
Fauna
Me costó convencer a la doctora de que, pese a mi apariencia humana, soy un oso. Únicamente entró en razón cuando exhibí mi hirsuto tórax y bramé como un poseso a cinco centímetros de su rostro. Pero ignoraba que ella era una víbora; su inesperada mordedura provocó mi desmayo fulminante.
Escrito por Rafa Sastre - Web
Prueba concluyente
Fue difícil aguantar el torrente de amagura que me ahogó mientras duró la labor de investigación.
Reuní el valor suficiente para contárselo a los verdaderos protagonistas. Tras la explicación, decidí que no hubiera lugar a ruegos ni preguntas. Tarea imposible, las pruebas de ADN decían que no era hijo mío.
Reuní el valor suficiente para contárselo a los verdaderos protagonistas. Tras la explicación, decidí que no hubiera lugar a ruegos ni preguntas. Tarea imposible, las pruebas de ADN decían que no era hijo mío.
Escrito por Malu
Carta breve
No confundas mi cobardía con desinterés por verte. Me puse esos pendientes de plata, un vestido accesible, labios rojo pasión y muchos posit en la mente para recordar todo lo que quería contarte. No he dormido nada esta noche; las preocupaciones, supongo, o las expectativas, no sé. No pudo ser.
Escrito por MA - Web
Teseo desconoce a Ariadna
Lo único que hice cuando a mi nombre sumó los epítetos "hipócrita" y "arrogante" fue quitarme mi disfraz de actor y mostrarle un espejo. Se puso a llorar y a maldecirme. Entonces comencé a caminar en sentido contrario. La música en mis audífonos fue difuminando el ruido de sus sollozos.
Escrito por Andrés Galindo - Web
Un día de playa
Juan chapoteaba en la orilla, riéndose de puro contento, cuando un niño pisoteó su castillo de arena.
—Casita rota —musitó, y empezó a balancearse.
La cuidadora corrió a consolarlo, pero pronto supo que nada podría hacer.
—Chicos —gritó al resto del grupo—. Recoged. El día de playa ha terminado.
—Casita rota —musitó, y empezó a balancearse.
La cuidadora corrió a consolarlo, pero pronto supo que nada podría hacer.
—Chicos —gritó al resto del grupo—. Recoged. El día de playa ha terminado.
Escrito por Carles Quílez - Web
Mirada fija
Cuando se dio cuenta de la atención que despertaba, experimentó un sobresalto. Por mucho tiempo vivió su vida sola. Y cuando por primera vez se sintió codiciada, una ola de temor y ansiedad la inquietó.
Quiso corresponder mostrando una sonrisa, pero se contuvo: la mano del hombre sujetaba una correa.
Quiso corresponder mostrando una sonrisa, pero se contuvo: la mano del hombre sujetaba una correa.
Escrito por Ruperto
Curvas
Uhm... ¡qué vértigo! Otra curva a la derecha, me deslizo subiendo, bajando, inclinando mi cuerpo, rozando, pasando mis manos por los botones. Siento la suavidad, el calor, la humedad. Freno, acelero y la inercia me lleva al lado contrario.
Qué divertido es dejarme llevar por la carretera de tu cuerpo.
Qué divertido es dejarme llevar por la carretera de tu cuerpo.
Escrito por Arturo
Ocaso sombrío
Es invierno. Casi de noche. El hotel está vacío. Desde una ventana, un débil rayo de luna permite al anciano vislumbrar el final de la carretera. A lo largo de ella no hay nada, ni nadie. Aunque sí; pertinaz e incontrolable, inunda el espacio el acre olor de la soledad.
Escrito por María Ordóñez
Ojos irritados
Se embarcó en la lectura de un superclásico de hace unos cien años. Nunca lo consiguió en librerías ni bibliotecas, pero la red es efectiva. Con su nueva tableta casi todo es posible. Desea continuar, nunca devoró algo tan interesante. No obstante, los rayos de su monitor ya han actuado.
Escrito por Óscar Quijada Reyes - Web
En suelo austral
Me dejó diciendo que se largaba a Alaska. Que ya no soportaba vivir cabeza abajo.
¡Menuda excusa!
Meses después aún estaba aquí, en la Patagonia. La vi sentada en un banco, besándose con otro. Yo conducía camino del aeropuerto, cargado de maletas y con el cráneo a punto de estallar.
¡Menuda excusa!
Meses después aún estaba aquí, en la Patagonia. La vi sentada en un banco, besándose con otro. Yo conducía camino del aeropuerto, cargado de maletas y con el cráneo a punto de estallar.
Escrito por Enrique Mochón Romera
Obsesión
Cuando Apolo condimentaba sus viandas el laurel siempre le recordaba a su amada.
Su obstinación por Dafne creció aún más, a pesar de aquella desconcertante transformación. Vigilante celoso del árbol de su jardín, de delicadas ramas y perfumadas hojas, decidió que era la prisión ideal donde ella debería quedar confinada.
Su obstinación por Dafne creció aún más, a pesar de aquella desconcertante transformación. Vigilante celoso del árbol de su jardín, de delicadas ramas y perfumadas hojas, decidió que era la prisión ideal donde ella debería quedar confinada.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez
Pirómana
En duermevela me ha venido a la cabeza un sustantivo con un complemento añadido: humo de hogar. ¿Se ha producido un fuego? Me levanto, recorro la casa, abro la ventana, miro al jardín; nada arde. Invierto los términos. Aún estoy a tiempo de introducir un verbo que encienda la llama.
Escrito por Ulla Ramírez - Web
Reality show
Ella recibe un gran ramo de flores, lleva dedicatoria de un admirador secreto que desconoce.
Él comienza a hacer preguntas desafortunadas y afirmaciones erróneas ante el estupor de ella.
Sube el tono de la riña y la tensión reverbera en el ambiente.
Tras la pared, el vecino perturbado ríe socarrón.
Él comienza a hacer preguntas desafortunadas y afirmaciones erróneas ante el estupor de ella.
Sube el tono de la riña y la tensión reverbera en el ambiente.
Tras la pared, el vecino perturbado ríe socarrón.
Escrito por La Marca Amarilla
El verano de la crisis
El verano se equivocó de estación y pasó de largo: no vinieron las francesas; no usamos las bicicletas; no hubo cine al aire libre, tampoco lluvia de estrellas...
Ayer asomó el otoño y comprobó, indignado, que el imprevisto invierno se le había adelantado. Sentados en el andén, aún seguimos ¿esperando?
Ayer asomó el otoño y comprobó, indignado, que el imprevisto invierno se le había adelantado. Sentados en el andén, aún seguimos ¿esperando?
Escrito por María José Escudero
El enmascarado con plata
"Se busca", decían los cartelones con un retrato del bandido; 12 mil cabezas de ganado, 15 asesinatos y 3 bancos. El precio de su captura o muerte crecía cada atraco que cometía. No tenían idea de que buscaban al cura; su disfraz servía para ganar un extra entre la colecta.
Escrito por Alejandro Ramos Ayala - Twitter
Amor eterno
Aquella lluviosa mañana de octubre prometimos vivir hasta la eternidad juntos y que nos amaríamos por siempre. Sin embargo, la muerte no distingue entre almas cándidas y almas pérfidas, merecedoras del ocaso. Te llevó antes a ti. A mí me dejó con el cuchillo manchado de sangre en las manos.
Escrito por Sara Lew - Web
Profundamente enamorado
Madrugó. Se arregló sin hacer ruido para no despertarla. Bajó a por el periódico y lo puso a los pies de su cama para que lo hojeara después. Más tarde sonó el móvil. Adormilada leyó su mensaje: "Bajé a la calle, compré 'El Mundo' y lo puse a tus pies".
Escrito por Belén
Espías
Ayer me presenté a unas oposiciones (secretas, claro) para espía. Debía ir camuflado, memorizar varias contraseñas, portar documentación falsa y cumplimentar un cuestionario con tinta invisible. Por desgracia no conseguí superar la prueba del polígrafo: me preguntaron si llevaba alguna recomendación. Mañana volveré a la Oficina de Empleo, a ver.
Escrito por Rafa Sastre - Web
La leyenda de la serpiente emplumada
El aterrizaje fue como se esperaba; el planeta, no. Buscaban, según la leyenda, a una serpiente emplumada devorando un sol, el quinto. Apenas se abrió la escotilla, cientos de manifestantes y vendedores ambulantes rodearon —con azoro los unos, con interés comercial los otros— a los intrépidos exploradores del planeta rojo.
Escrito por Andrés Galindo - Web
Cuentos
El lobo quedó atrapado en la miel de Caperucita.
Blancanieves hizo gigantes a los enanitos al volver de la mina.
Cazaron a Bambi. En el orfanato se celebró la orgía.
Peter no pudo crecer sin pan.
La china entró en el zapato de Cenicienta.
¿Y cuál será la próxima historia?
Blancanieves hizo gigantes a los enanitos al volver de la mina.
Cazaron a Bambi. En el orfanato se celebró la orgía.
Peter no pudo crecer sin pan.
La china entró en el zapato de Cenicienta.
¿Y cuál será la próxima historia?
Escrito por María Jesús Arreba
Los noes de Marcial
Marcial no tiene miedo a utilizar la palabra amor, pero no lo hace. Sabe que no es lo que siente. Ha envejecido y su sistema endocrino no produce la hormona apropiada. Se complace mirando golosamente a Marta y piensa que disfrutaría más si la poseyese. Pero no lo quiere intentar.
Escrito por Marciano
Luciérnaga
Mientras se desmaquillaba en el camerino, los vítores aún resonaban en su cabeza. Su imitación de Marlene Dietrich rozaba la perfección. La desesperanza por tener que volver por la mañana a su puesto de Presidente del Gobierno fue efímera. Sabía que por la noche toda su luz volvería a relucir.
Escrito por Stbn
Debilidad
El médico le recetó unas pastillas muy buenas para su dolencia del corazón. Siempre había tenido muy débil ese órgano.
Al segundo día notó cómo aumentaba la potencia de sus latidos. Corrió asustado al cuarto de baño. Una enorme explosión en su pecho impregnó el espejo de una masa sanguinolenta.
Al segundo día notó cómo aumentaba la potencia de sus latidos. Corrió asustado al cuarto de baño. Una enorme explosión en su pecho impregnó el espejo de una masa sanguinolenta.
Escrito por Santiago
Señales
Estuvo cuando más lo necesitaba, sus modales y atenciones la llegaron a enamorar: lo que decía, la forma, el momento en que lo decía... Ella era una mujer de carne y hueso; como cualquiera, tenía sus necesidades. Se creyó en buenas manos.
Se equivocaba. Su amiga gustaba de los hombres.
Se equivocaba. Su amiga gustaba de los hombres.
Escrito por Ruperto
Sus primeras palabras
Deseaba hablar con ella. Planeaba excusas todos los días para decirle algo. Quizás un hola, qué tal el día, me encanta verte... pero nunca se atrevía. Tal vez fuera vergüenza o miedo al rechazo.
Aquel día se armó de valor y le dio una nota:
—¿Conoces el lenguaje de signos?
Aquel día se armó de valor y le dio una nota:
—¿Conoces el lenguaje de signos?
Escrito por Manuel Barea - Web
Categórico final de Cupido
Ya frustrado, el viejo Lobo le rogó a Vulcano que le fabricase una red tan liviana como incorruptible; con ella atrapó al inquieto Cupido —que tanto pesar le había traído—, luego le sustrajo su arma (tornadiza, errática) y, tras amarrarlo a un árbol decrépito, le pulverizó el recto a flechazos.
Escrito por Juan Ramón Ortiz Galeano - Twitter
Normas de construcción
—¡Socorro, socorro!
Parecía que alguien pedía ayuda.
—¡Por favor, me están robando! —matizaba la víctima—. ¡Tiene un arma, me está apuntando con ella!
El tono era ya angustioso, histérico, desgarrador.
—¡Va a disparar... nooo!
Se intuía la tragedia... (Silencio absoluto). El sistema de aislamiento acústico de esta casa es maravilloso.
Parecía que alguien pedía ayuda.
—¡Por favor, me están robando! —matizaba la víctima—. ¡Tiene un arma, me está apuntando con ella!
El tono era ya angustioso, histérico, desgarrador.
—¡Va a disparar... nooo!
Se intuía la tragedia... (Silencio absoluto). El sistema de aislamiento acústico de esta casa es maravilloso.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez
Idiosincrasia rural
Don Matías, el profesor del pueblo, siempre fue justo en sus resoluciones, de este modo actuó con el zagal que cortejaba a su hija. "Con el linaje y la educación que has demostrado, sólo te puedo conceder la mano de mi adorable Purita. El resto del cuerpo, en sucesivos exámenes".
Escrito por Nicolás Jarque Alegre - Web
Mancha de tinta
He roto la pluma. La tinta, ha quedado derramada en el hule como una mancha iridiscente.
Su contorno perlado avanza despacio hacia el papel y en sus fibras dibuja lineas azul cian con rapidez.
Debería interpretarlo como paisajes o leer presagios, pero sólo veo cincuenta palabras que ya no escribiré.
Su contorno perlado avanza despacio hacia el papel y en sus fibras dibuja lineas azul cian con rapidez.
Debería interpretarlo como paisajes o leer presagios, pero sólo veo cincuenta palabras que ya no escribiré.
Escrito por Paco Murall - Web
Ensueño
—¡Madre!
Sintió el roce de su llamada. Súbitamente se sentó en la cama y abrió los ojos buscándolo con ansiedad.
Lo llevó de la mano hasta la ventana abierta a la noche, mientras se miraban infinitamente a los ojos.
Él susurró algo que aventó su corazón. Después, sonriendo, se fue.
Sintió el roce de su llamada. Súbitamente se sentó en la cama y abrió los ojos buscándolo con ansiedad.
Lo llevó de la mano hasta la ventana abierta a la noche, mientras se miraban infinitamente a los ojos.
Él susurró algo que aventó su corazón. Después, sonriendo, se fue.
Escrito por Chusa RH
Tú la llevas
Morgana se palpó la punta de la nariz. Le había salido una verruga enorme.
Por el rabillo del ojo, descubrió a Piruja, escondida tras un árbol. Dando un rodeo, se le acercó disimuladamente y tocándole la espalda le dijo:
—Tú la llevas.
Piruja se palpó la punta de la nariz.
Por el rabillo del ojo, descubrió a Piruja, escondida tras un árbol. Dando un rodeo, se le acercó disimuladamente y tocándole la espalda le dijo:
—Tú la llevas.
Piruja se palpó la punta de la nariz.
Escrito por Carles Quílez - Web
Destino
La culpa seguramente fuera mía, era demasiado ácido, parecía condenado a terminar mis días solo. De todas formas, el final estaba cerca, me sentía estrujado, aplastado, exprimido. Después, una larga caída hacia el fondo de la basura y, cuando creía que todo estaba perdido, la encontré... Era mi media naranja.
Escrito por Arturo
Cine gore
Miraba la televisión: "Sentenciados a muerte 529 seguidores de los Hermanos Musulmanes en Egipto... Unidades rusas irrumpen a tiros en una base aérea ucraniana... África se desangra en otra guerra tribal...".
Mi marido se me acercó con una película de terror...
—Olvídalo, cariño, no hay Tarantino que supere al telediario.
—Olvídalo, cariño, no hay Tarantino que supere al telediario.
Escrito por Rosy Val - Web
¿Viaje en solitario?
Y allí estaba yo, dispuesto a dar el gran salto. Unos metros más y habría cruzado la frontera.
Por fin empezaría una vida nueva.
Pensé que nadie me había seguido. Pero, en el penúltimo paso, giré la cabeza...
Hice como si no la hubiera visto. Mi inseguridad me seguía acompañando.
Escrito por Malu
Hice como si no la hubiera visto. Mi inseguridad me seguía acompañando.
Escrito por Malu
Elegido mejor relato de julio de 2014
Una nueva creación
Se percataron de que lo suyo no tenía futuro y decidieron continuar cada uno por su camino, rompiendo así con un destino que les pareció predecible. Entonces, aplicando el sentido común, sin árbol del bien y del mal, sin manzana ni serpiente, se despidieron en busca de sus propios paraísos.
Escrito por La Marca Amarilla
Brasil 2014
Cuando los gritos de los hinchas se apagaban, Carlinhos y Alberto se colaban en el Estadio Maracaná y cogían las sobras de los espectadores. Carlinhos quería ser arquitecto; Alberto, futbolista. Veinte años después volvieron a encontrarse en el mismo lugar. Buscaban entre las ruinas: aquellas ratas podían servirles de alimento.
Escrito por Lorena Jiménez Justicia
Imaginar es vivir
—¿Piensas en mi? —preguntó Marta.
—No solo pienso sino que te imagino conmigo —respondió Marcial—. Y hacemos maravillas antes, durante y después de amarnos; en la imaginación no hay errores, todo se puede arreglar, es como un photoshop —añadió Marcial.
Marta le miró con tristeza. Hubiera preferido algo más real.
—No solo pienso sino que te imagino conmigo —respondió Marcial—. Y hacemos maravillas antes, durante y después de amarnos; en la imaginación no hay errores, todo se puede arreglar, es como un photoshop —añadió Marcial.
Marta le miró con tristeza. Hubiera preferido algo más real.
Escrito por Marciano
Afortunada
Acostumbraba a que me limpiasen los zapatos. Me senté comodamente.
—Por favor.
Vestía minifalda negra y blusa roja.
—Podría cambiarse de zapatos diez veces al día —me dijo. Me miró a los ojos. Sonreía.
Después volví con minifalda roja y blusa negra.
—Por favor.
Me sentí afortunada con aquella sonrisa.
—Por favor.
Vestía minifalda negra y blusa roja.
—Podría cambiarse de zapatos diez veces al día —me dijo. Me miró a los ojos. Sonreía.
Después volví con minifalda roja y blusa negra.
—Por favor.
Me sentí afortunada con aquella sonrisa.
Escrito por Gil Hernando de Santiago
La soledad del cuervo
Ahí estaba yo, parado en el medio del bosque y con el día templado. Respiro un aire melancólico; tal vez sea la soledad, porque me he dejado llevar por el viento, por el sol, y por la luna: por eso los cuervos estamos solos. Los otros son simples competidores.
Escrito por Alejandro - Web
Memorias de un psicópata
Los truenos se dejaban oír esporádicamente, apagando los lamentos cochambrosos de mis familiares. Estaban vivos, pero no por mucho tiempo. Gritaban y sollozaban, sobre todo mi abuela; no sé si sus alaridos venían por el dolor que sufría o por saber quién era el causante de dicho sufrimiento, su nieto.
Escrito por Alex Malai - Twitter
Un mal sueño
Te despiertas sobresaltado, no sin cierta ansiedad. Vas al baño. Te miras en el espejo. Nada en apariencia resulta extraño, salvo esas numerosas gotas de sudor que perlan tu frente y pecho. El agua fría te refresca. Regresas a la cama. A tu lado, inerte, yace el cuerpo de María.
Escrito por José Antonio Barrionuevo
Recuento
En el funeral, la hija recapitulaba sobre lo ocurrido: su padre no soportó ver al primogénito degradándose tras continuas recaídas y decide, con dos golpes de gatillo, solucionar su problema. Ella quedó irremediablemente sola.
Mientras enjugaba sus lágrimas, su pena comenzó a volverse en rencor:
—Maldito viejo... nunca le importé.
Mientras enjugaba sus lágrimas, su pena comenzó a volverse en rencor:
—Maldito viejo... nunca le importé.
Escrito por Ruperto
La magia de mamá
Mamá está sola, aunque no deja de darnos hasta lo que no tiene a mí y a mis hermanas. No sé cómo lo ha hecho, pero ha pagado la matrícula de mi universidad. Llora y ríe cuando se relaja. Hay un hueco en su dedo donde antes estaba su alianza.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Luna
Dios tiene problema en el ojo que todo lo ve, por eso, en las noches, enciende una lámpara para rastrear el sendero de los pecadores. Los lobos reconocen la luz que se cuela y, con sus aullidos, le indican que no pierda su tiempo, el diablo los ha encontrado primero.
Escrito por Beto Monte Ros - Web
El deseo de una niña
Nunca la había buscado porque desconocía su existencia y, sin embargo, jamás logró olvidar cuánto había llegado a añorarla en su infancia. Ahora se encontraba allí, frente a ella, en el umbral de su puerta, devolviéndole su propia imagen. Con la mirada la invitó a entrar: apagarían las velas juntas.