La revolución del Reino de Ozz

Cuando la abeja asaltó el trono, toda la colmena zumbó de júbilo. La nueva reina cumplió su palabra y promulgó derechos para la clase obrera y el comercio justo de la miel. La proliferación de zánganos desbarató la producción y el malestar de los mercados apicultores precipitó un éxodo definitivo.
Escrito por Álex Garaizar

Con premeditación y alevosía

Estaba en ese punto en el que tenía miles de preguntas pero ninguna respuesta, a esa distancia en la que un minuto más significa para toda la vida.

Olvidándose de todo y de todos, dio un paso al frente:

—Señor juez —dijo con voz seria—, este matrimonio no puede celebrarse.
Escrito por Malu

Cayeron sus hojas

Vigilante inagotable, recto y fuerte; sus dedos lanceros cuidaron amorosamente las cocheras de los trenes durante 80 años. Gran envergadura y sólido escudo, protegió todo lo que su sombra cobijaba; generoso regalando su aroma, daba vida. Peno por él. Dentro del taller, solo queda el tronco cortado del gran eucalipto.
Escrito por Eva Mª Domínguez

Perdida

Siempre me recibe con una gran sonrisa y la mano sobre el corazón mostrando su alegría. Su mirada habla desde el ayer con inocencia infantil. A cambio solo espera cariño, besos, caricias. Su instinto maternal sigue intacto, sufre por mí aunque no recuerda mi nombre. Vive en el olvido... perdida.
Escrito por Pilar Alejos Martínez

León encadenado

Don Ramón García, catedrático de filosofía, el del genio terrible. Así era como le conocían. Pero pasó el tiempo, le pusieron un collar al león, y se encontró rodeado de jóvenes vestidos de uniformes llamándole Ramoncito. La senectud le volvió un crío, y pensaron que había que tratarlo como tal.
Escrito por A. A. Reig - Web

El superior del convento

Constantemente me recuerda que fue cocinero antes que fraile. Aun así, a veces me asusta esa obsesión suya por cocinarlo todo a fuego lento y que siempre tenga la sartén por el mango. Sin embargo, mis temores desaparecen en cuanto observo con qué maestría da la vuelta a la tortilla.
Escrito por Margarita del Brezo

El disfraz

Cincuenta luces, cincuenta caretas, cincuenta miradas, otro papel, distinto personaje, nueva forma. El disfraz.

Máscara decorada, pestañas rizadas, polvos de arroz, labios remarcados, cabello rizado, corona brillante, cuerpo embutido, medias de seda, zapatos de punta. El disfraz.

Desfile engalanado, música barroca, lágrimas de cera, frescas gardenias... "Sí, quiero". El disfraz.
Escrito por María Jesús Briones

Teorema universal del éxito

Descubrió un nuevo teorema para triunfar en la vida. Con él demostró que si el cociente entre las alabanzas a las croquetas de la suegra y el índice de suciedad del inodoro después de usarlo es superior al doble de pi, ese fin de semana hay probabilidad positiva de sexo.
Escrito por Rafa Olivares - Web

Infidelidad (Remake)

Aquella mañana volvió antes del trabajo al encontrarse indispuesta y sorprendió a su marido acostado con la mujer del servicio doméstico.

Herida, comenzó a llorar desconsolada mientras él, flácido, se quedó sin palabras. La asistenta, avergonzada y original, dijo:

—Amor mío, no es lo que parece. Esto tiene una explicación.
Escrito por La Marca Amarilla

Bebida que se sirve caliente

La lluvia repiqueteaba frente a él contra el cristal de la cocina. Vio caer las gotas. Respiró hondo y tembló mientras cerraba la botellita de tapón de rosca. Cuando llegó, la esposa adúltera bebió el café que su marido, tan bueno que ya le aburría, había preparado. Y se desplomó.
Escrito por Carmen Balibrea

Soberbia (Pecados capitales VII)

—Te sientes invulnerable —continuó Salvador—. Con la arrogancia sudando adrenalina desamparas tu carne entre hierros, ignoras el estrecho lindero entre autopista y autopsia...

Fue entonces cuando varios jóvenes abandonaron atropelladamente el paraninfo con aires de suficiencia. Salvador lo haría al terminar, despacio, al ritmo impuesto por su silla de ruedas.
Escrito por Antonio Bolant - Twitter
Serie: PerezaGula | Lujuria | Avaricia | Envidia | Ira | Soberbia

Quid pro quo

Soltó el cutter, cogió el trozo de pene ensangrentado y aún erecto, y lo alzó como un trofeo. Sus compañeros aplaudieron con fervor aquella hazaña, hartos de tantos y tan reiterados abusos por parte del Padre Prior, que gritaba retorciéndose de dolor en el suelo de la habitación del Seminario.
Escrito por *L* - Blogger

Intifada

Entonces el mar se abrió y un ejército de zombis surgió de entre las aguas. Miles de soldados fuertemente armados, guiados por el espectro de Ramsés II, sembraban el terror y juraban venganza y destrucción para todos los descendientes de Moisés y sus aliados de las doce tribus de Israel.
Escrito por Crispín - Web

Oportunidades perdidas

Me pidió un cigarro y la mandé a paseo. Al rato volvió para gritarme, a la chica le gustaba y a mí me parecía preciosa. Pero no podía ser, hablábamos idiomas diferentes y nuestros orgullos habían pasado por encima de nuestro deseo. Podía haber sido la mujer de mi vida.
Escrito por Borja Cuervo - Twitter

El arte te matará de hambre

Nació siendo artista, sin querer serlo, rehuyendo de su condición, porque su sociedad le impedía ver su oficio con claridad. Nació siendo artista y se escudaba en su arte para no escuchar a lo que le rodeaba.

Cansado, se perdió en dicho arte y todo el mundo supo de él.
Escrito por Señor H.

Ilusiones rotas

Lucharon por hacer de su afición su medio de vida. Pero el talento, juventud e ilusión no fueron suficientes. Nadie les concedió una oportunidad real.

Cansados ya de duras noches sin dormir y días somnolientos, dejaron estar esa aventura, loca e imposible...

John, Paul, George y Ringo volvieron a casa.
Escrito por Joaquin Grau

Rechazo

Entre lágrimas y sombras, el corazón agitado, las manos húmedas, temblorosas; negándose la realidad. Ya cansado de pedirle, rogarle, suplicarle. Un solo beso, una caricia, una palabra. Hoy decidió liberarla, dejarla ir, confrontándola sabía de antemano la respuesta.

Soltó el cuchillo, dejándola como dormida... en un gran charco de sangre.
Escrito por Marcela Isabel Cayuela - Web

Sueños

Él quería poder en sus manos, ser dueño del cielo. Ella soñaba tan solo poder alcanzar una estrella. Él navegaba en su mundo como águila de alto vuelo, ella en el suyo como gorrión de la vega. El marchó persiguiendo sueños. Ella quedó en un rincón suspirando por un beso.
Escrito por M. B. Ibáñez - Twitter

Hay cosas que el dinero no puede comprar

No eran ricos, ni vivían en una mansión. Lo del yate, los caballos; mentira. Tampoco celebraba sus cumpleaños con suntuosas fiestas.

Hacían vida sencilla. Cenaban, charlaban, veían televisión.

Sus compañeras la envidiaban... por las sobremesas, las veladas en el salón, porque sus padres, después, se iban a la cama juntos.
Escrito por Rosy Val - Web

Clima

Como desde hace tiempo nos hemos dado cuenta de que el cielo no es un techo sino una ventana, por donde este fin de año no hemos visto ningún fuego artificial, para el 76 tengamos siempre a mano un abrigo, porque lo chungo de aquí serán las corrientes de aire.
Escrito por Pedro Álvarez Gaytán

Cautiverio

Las mariposas ya no podían volar, los niños les habían arrancado sus alas. Pensaron que si ellos no podían escapar de ese hogar, las mariposas de papá tampoco debían huir. Padre se enojó mucho cuando vio todas sus mariposas muertas, sin color. Los niños ya no podrían ver el sol.
Escrito por Esther Moreno Morillas - Web

Novelas póstumas

El famoso autor de best-sellers había muerto aquella noche. Todo apuntaba a un ataque de corazón, pero le practicaban la autopsia para confirmarlo. El médico forense dictaba a la grabadora: "...contenido del estómago...".

Nada dijo del contenido del cerebro. De mirarlo habría encontrado multitud de historias preparadas para ser explicadas.
Escrito por M. Carme Marí - Web

Runaway

Ellos se la pedían, y él, muy a su pesar, la pinchaba. Hasta aquella desgraciada noche...

El forense dijo que tenía las entrañas destrozadas.

Dos posibles armas homicidas: una, la intempestiva mirada que ella le dedicó al adentrarse en el reservado; otra, el musitrón de Shannon, afilado como un bisturí.
Escrito por Enrique Mochón Romera

Abrir los ojos

—Quiero ser las cadenas que te salven en la caída libre, quiero secarte las lágrimas con mi pañuelo de seda, quiero vigilar noche y día para que el viento no te haga daño...

—¡Basta! No te quiero.

—¿Qué?

—Quiero vivir.

Rompió su contrato de sumisión y firmó el de divorcio.
Escrito por Arimike - Twitter

Tenían que salir

Harto de que todo el mundo le ordenase que se callara, decidió de la noche a la mañana enmudecer. Transcurrieron días, semanas, meses, varios años incluso, hasta que un buen día notó cómo su cuerpo se poblaba de incontables estigmas por donde brotaban incesantes, imparables, todas aquellas palabras no dichas.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Pecado carnal

No podía creer lo que veían sus ojos.

El hombre al que unas horas antes había abandonado a su suerte desnudo y desvalido devoraba ahora un jugoso trozo de carne, mientras su mujer se contoneaba envuelta en un artesanal vestido de piel de serpiente. La manzana todavía pendía del árbol.
Escrito por María Navarro - Twitter

Celos

Nico y yo encontramos un hermoso pez dorado en la fuente del parque, pero fue él quien lo capturó.

Siempre me había vencido en las peleas, incluso en el vientre de mamá.

Esa misma noche lancé el pez a la piscina, consciente de que mi hermano aún no sabía nadar.
Escrito por Carmen Cano - Twitter

Meterse en el papel

Cada noche llamaba a una puerta diferente, a veces repetía. Pedía angustiado un techo donde pasar la noche y comida para sofocar mi hambruna.

Después cambié mi ático en Madrid por un chalet en Miami, allí comenzó el rodaje de mi nueva película. Desde entonces, no hago cosas tan divertidas.
Escrito por Tony Montes

Terapia (Sin ti no soy nada)

La señorita nos ha mandado dibujarnos, y yo me he dibujado como era. "No eres tú", ha dicho ella. Yo le he contestado que esa era yo cuando sonreía, cuando me ponía minifalda y llevaba la melena suelta. Esa era yo cuando empecé con Iván, antes de dejar el instituto.
Escrito por María José Escudero

Tres demonios

Los demonios que acuden a mis pesadillas son tres.

Mi padre, que ahuyentó mi infancia a punta de latigazos.

El sacerdote, que robó mi fe violando más que mi cuerpo.

Y a quien más aborrezco, él me susurra que mate y nunca se satisface su sed: el ser del espejo.
Escrito por Ricardo Rodríguez Sánchez

La primera vez

Las nubes negras vestían el cielo de la ciudad Condal. Era el momento. Se acercaron temblorosos, con el miedo en sus ojos.

Preparen, listos, ¡fuego!

Fue mi primera vez, la primera de muchas: acababa de asesinar a sangre fría. Paradójicamente también sentí mi muerte. Al menos la de mi inocencia.
Escrito por Samuel Román Ros

Unos segundos

Desde mi escondite todo sigue siendo negro. No he olvidado el chirriar de aquella cremallera de hierro atándome las manos a la espalda. Aquel cañón, la oscuridad de la jaula, la mirada de hielo de Laura... Nunca fui un maltratador. Estaban equivocados.

Pasó el tiempo muy despacio. Salí sin cargos.
Escrito por Gil Hernando de Santiago

El deseo cumplido de una niña

Cuando el maquillador terminó de peinarla, de pintarle los labios y empolvarle las mejillas, se miró entusiasmada. Fuera de sí, con una sonrisa resplandeciente, exclamó: "¡Has visto, mamá! ¡Por fin soy tan guapa como tú!". La madre, incapaz de percibirla ni escucharla, abrazó la cajita blanca y rompió a llorar.
Escrito por Gabriel Pérez Martínez

Ciegos de amor

Para ellos una cita a ciegas consistía en encontrarse en el parque, cerrar los ojos, imaginar que paseaban por las calles de París, abrazados, oliendo las rosas de los Campos Elíseos mientras se susurraban palabras de amor sin la compañía de sus perros guías. Hasta que un autobús les separó.
Escrito por Nicolás Jarque Alegre - Web

Recurrencia

La jovencita vio salir a tres rechonchos hermanos cabizbajos. Era su turno. El banquero, cual lobo acechante, escuchó atentamente.

—Mi abuelita se ha retrasado en pagar la hipoteca.

—Deberé visitarla para estudiar el caso —respondió el funcionario con una sonrisa feroz y sin quitar la vista de la hermosa pelirroja.
Escrito por Jean Durand - Twitter

Little Moon

El día que su televisor se convirtió en un agujero negro y empezó a absorberlo todo alrededor no pudo evitar mover, por primera vez en años, sus trescientos quince kilos. Eso que brilla en el cielo es Little John. La Luna nos la cargamos en la Tercera Guerra.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter

La merienda

Cuando Caperucita vio al Lobo le pareció galante, atractivo, seductor y romántico. Se enamoró de él perdidamente. El lobo encontró en Caperucita una joven tierna, sensible, apetitosa y guapa. Su corazón de fiera quedó prendado en los ojos infinitamente azules de la muchacha. El amor duró tan solo un beso.
Escrito por Nicolás Puente

Escorpiones

De noche sale a cazar bichos. Le gusta comer escorpiones. Cuando vuelve, su aliento de engendro aumenta la fetidez del sótano. Utiliza las garras para colgarse de las vigas, sobre nuestras cabezas. Es imposible escapar.

Te perdono, papá. Si el demonio cumple su palabra, pronto te hará un escritor famoso.
Escrito por Vicente Varas - Twitter

Destino inesperado

El último día de colegio de los ratones, era tradición que a cada uno le asignasen a un niño de entre seis y siete años de edad. Cada diente de leche es para el egresado el trofeo más valioso. Pero a él le había tocado un abuelito con dientes postizos.
Escrito por Sandra Rebrij - Web

Turno de oficio

Plegó sus convicciones. Bien dobladas las metió en el cajón donde ya tenía guardadas la sinceridad y el asombro. Y las ganas de cambiar el mundo, un reloj de arena, un beso robado a una fiscal y el desprecio a las injusticias. Así, pudo salir a defender a su cliente.
Escrito por Paloma Hidalgo Díez

Los viajes de Paula (III)

TAM...

El tañido de la campana la despierta y vuelve a emprender camino asustada y sola.

TAM...

Otra vez, las calles parecen llorar su marcha. La ciudad, su familia, los perros, los besos, la carrera, la vida, el sendero, el miedo, mira atrás, se acerca, la sigue y entonces...

TAM.
Escrito por Wayne Benítez - Twitter
Parte I | Parte II | Parte III

Porque tres siempre serán multitud

Cuando el desconocido grupo hubo desaparecido, se acercó para proseguir con su ritual de las últimas semanas. Su bastón y un ramillete de orquídeas idéntico a aquel primero como únicos testigos. Coronas de claveles y crisantemos y una foto cambiada confirmaron sus temores: ella volvía a estar acompañada; él, solo.
Escrito por FNR

Antes la obligación que la devoción

Espera una llamada. Un nuevo lagrimón rebosante declina hasta la comisura de sus labios humedeciéndolos. Suena el teléfono: Salvatore no puede ver un nuevo amanecer. Sereno, vierte la cebolla cortada en la cazuela, extrae su revólver del tercer cajón y apaga el fuego.

Los fettuccine alla sorrentina tendrán que esperar.
Escrito por Marioska - Web

¿Estará bien cerrada?

Nunca me ha gustado dejar nada abierto. Debía comprobar dos veces si había echado la llave del piso. No me fiaba de los cierres automáticos: esperaba que se cerrara la puerta del garaje.

Tengo ahora un miedo que me impide descansar en paz: ¿estará bien cerrada la tapa del ataúd?
Escrito por Plácido Romero - Web

Otra guerra

El sol del amanecer apenas alcanzaba el horizonte cuando la paz fue turbada por ruido atronador de armas de fuego. Los miembros de la familia, sorprendidos, abandonaron sus confortables lechos corriendo en todas direcciones, aterrados y desorientados.

La temporada de caza había comenzado y las liebres ya no eran libres.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web

La tuve que matar

La tuve que matar, no podía más. Al principio, amor, acercamiento, intimidad. Me toca, la miro, me huele, le dejo, disfruto.

Al rato se apoya, sigue sintiéndome suyo. Más tarde, en la cocina, duda, ahora sí, ahora no, te quiero a ti, quizá no.

Un segundo, para, ¡ZAS! Adiós mosca.
Escrito por Agonía de Francisco

De seda

Se pintó los labios, se rizó las pestañas y se puso su mejor minifalda, la de seda salvaje. Ilusionada, salió de casa, convencida de que esa noche, al fin, encontraría el amor.

Sin embargo, a pesar de la euforia, la mona evitó usar rímel. Siempre se le corría al llorar.
Escrito por Toni Ávila - Web

Casi todo perfecto

La música invitó a los asistentes a levantarse para verla desfilar por el largo pasillo, aplausos y fotos a su paso.

Ya en la calle lo buscó entre la multitud y le bastó una mirada fugaz para reconocer su error, mientras se sacudía los granos de arroz del vestido blanco.
Escrito por Asun Paredes
Elegido mejor relato de agosto de 2015

Gaveta 12

Cuenta una antigua leyenda mexicana que en la gaveta 12 de La oficina del olvido viven cincuenta demonios. Fraguan historias, urden destinos; querrán subir al paraíso escalando tus piernas. Pero ten cuidado, puedes perder la razón o los ojos. Yo ya no veo; sólo escucho los murmullos de los locos.
Escrito por Andrés Galindo - Web

Amor, traición y tequila

Satisfecho, contempló su obra. Agarró la botella dispuesto a ahogar su conciencia en el alcohol. El líquido resbalaba por su barbilla, combinándose con sus lágrimas.

¿Sería alguien capaz de culparlo?

Procurando no olvidar ningún detalle, eliminó todas las pruebas y, con parsimonia, limpió la sangre de sus manos con tequila.
Escrito por José Torma - Web

Azul (I)

Acurrucó a su pequeño en la mantita azul y esperó a que todos ocuparan su lugar. Le miró tiernamente, su nariz redonda, sus ojos negros cerrados; dormido plácidamente en su regazo de madre. Rezó para que aquella travesía no fuera muy larga.

Desde la playa, el Mediterráneo se veía inmenso...
Escrito por Carmen Martagón E. - Twitter
Parte I | Parte II | Parte III | Parte IV

El sastre vagabundo

Hilvanando letras daba forma a esa historia que jugueteaba por las rendijas de su imaginación. Caminaba, errante y sin rumbo, cosiendo retales de palabras hasta que lograba tejer el ansiado tapiz del relato. En ese mágico instante, desde su alma de escritor, una sonrisa volaba y aterrizaba en su boca.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter

Amor en "on"

Cuando volvió a mirarlo a los ojos tuvo la certeza de que había pensado algo absurdo. Había llegado a creer firmemente que por fin le era posible olvidarlo. Lo más que podía hacer, en realidad, era aceptar que aquel amor no tenía "off". Sin embargo, ella seguiría buscándolo para siempre.
Escrito por Rosa R.

No eres tú, soy yo

—Venga, va, no me mires así. ¿Sabes una cosa? La gente cree que los asesinos eligen siempre a sus víctimas. Pero a ti no te elegí, me urgía el ansia por matar—. La mire directo a los ojos y apreté un poco más. —Lo siento, no eres tú, soy yo.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros

Un intruso molesto

Un ruido molesto, originado por una máquina, transformaba el acontecer apacible de la aldea en un continuo aporreo para los oídos ajenos.

Con ese sonido persistente, la máquina de vapor que pretendía dejar al coche del vecino como los chorros del oro, había convertido el domingo en un día interminable.
Escrito por Gloria Arcos Lado

Encerrona

Pinté la pared de negro y tracé una puerta blanca. Miré por la cerradura: sí, era allí. La empujé, pero no se abrió. Dibujé una llave, la giré y entré. Si en el silencio de la noche oyes una risa, abre la puerta de tu sueño, porque soy yo, esperándote.
Escrito por Patricia Richmond  - Web

Frozen

Elsa buscó su cuerpo desnudo en el espejo de la cómoda. Se soltó el pelo, y un torrente de magia resbaló por sus hombros. Cubrió pechos, caderas y piernas; tapizó paredes y suelos, pero todo su poder y su belleza no pudieron ocultar la soledad de su castillo de hielo.
Escrito por Luis San José - Web

Ojos abiertos

Siempre he padecido de insomnio. Sobre todo desde hace quince años. Es terrible esta sensación de soledad con la oscuridad como única compañera. Vueltas y vueltas en la cama hasta que te acostumbras, hasta que te quedas quieto mirando hacia un punto oscuro. Ahora miro la tapa de mi ataúd.
Escrito por Salvador Pérez Salas - Twitter

La pasión según Blas López

Despertó tras un sueño inquieto con la boca seca. Desorientado, avanzó torpemente a través del pasillo camino del cuarto de baño. El espejo le devolvió la imagen de un Ecce Homo envejecido, humillado y vencido mientras María Magdalena roncaba brutalmente en la alcoba. Suplicó:

—¡Señor! ¿Por qué me has abandonado?
Escrito por Antonio Rodríguez Gallego

Incomunicación

Año tras año seguía empeñado en separar el petróleo en sus colores primarios, basándose en lo último que le había dicho su madre: "Conseguirás todo lo que te propongas". Pero la muerte había dejado inconclusa la frase y desde el otro mundo ella se desgañitaba gritando: "¡Siempre que sea razonable!".
Escrito por Max van der Chasquen - Twitter