El 312º día del emigrante (III)
En vistas del atasco, aprovechó para besar a Marlene. La lluvia arreciaba.
—Y otro accidente... —se lamentó.
—¡Exagerado! Si en nada llegamos —contestó ella.
—Seguro que han sido turcos, otra vez. Vienen a liarla, y claro.
Continuaron al rato rumbo al IKEA. En el arcén, un autobús escolar echaba humo.
—Y otro accidente... —se lamentó.
—¡Exagerado! Si en nada llegamos —contestó ella.
—Seguro que han sido turcos, otra vez. Vienen a liarla, y claro.
Continuaron al rato rumbo al IKEA. En el arcén, un autobús escolar echaba humo.
Párpados
Así como algunas flores se cierran al caer la noche, los párpados le resultaban insoportablemente pesados al busto de cierto personaje histórico, pero el único en saberlo era el mendigo que dormía en aquella plaza donde se erigía el monumento. Y, ¿quién presta atención a las palabras de un mendigo?
Escrito por Ezequiel González Trama - Twitter
Latidos
Tras conocer su sexo, soñó su nombre y dibujó su cara.
Imaginó su sonrisa, se enamoró de su mirada.
Le mostró el color del cielo y el mar, su guitarra y su disfraz de hada.
Pobre Yolanda, decían. Ignoraban que ya no hablaba sola, que ahora tenía con quién volar.
Pobre Yolanda, decían. Ignoraban que ya no hablaba sola, que ahora tenía con quién volar.
Escrito por Jose Bravo - Twitter
Rendición
—¡Radical!
—¡Populista!
—¡Bolivariano!
—¡Perroflauta!
—¡Comunista!
—¡Podemita!
—¡Vete a Venezuela!
El joven, cansado de recibir amenazas e improperios por difundir sus ideas, accedió llorando al templo, se desvistió hasta quedar en taparrabos, se colocó nuevamente la corona de espinas y trepó para ocupar la cruz que, vacía, pendía tras el altar.
—¡Populista!
—¡Bolivariano!
—¡Perroflauta!
—¡Comunista!
—¡Podemita!
—¡Vete a Venezuela!
El joven, cansado de recibir amenazas e improperios por difundir sus ideas, accedió llorando al templo, se desvistió hasta quedar en taparrabos, se colocó nuevamente la corona de espinas y trepó para ocupar la cruz que, vacía, pendía tras el altar.
Escrito por Rafa Sastre - Web
Intereses enfrentados
—Estoy cansada —dijo Muerte.
—Pero no puedes dejar de trabajar —contestó Vida.
—Ni tú, salvo que nos pongamos de acuerdo. Si no hay nuevas muertes ni vidas, acotamos el tiempo y descansaremos.
—¡No podéis hacer eso! —protestaron airados Pasado y Futuro, ante la sonrisa socarrona de Presente, el único superviviente.
—Pero no puedes dejar de trabajar —contestó Vida.
—Ni tú, salvo que nos pongamos de acuerdo. Si no hay nuevas muertes ni vidas, acotamos el tiempo y descansaremos.
—¡No podéis hacer eso! —protestaron airados Pasado y Futuro, ante la sonrisa socarrona de Presente, el único superviviente.
Escrito por Crispín - Web
Aullidos
El lobo contempla su miembro herido, temblando de rabia y miedo. Desearía arrancarse la pata y con ella la trampa que le tortura, pero le aterroriza el dolor. Aúlla ante la vida carente de libertad que le espera. Desesperado se mira al espejo y allí se encuentra con mis ojos.
Escrito por Manuel Menéndez Miranda
Los años que nos quedan
La vida se fue alejando. Por el camino se quedaron las ilusiones, las alegrías, las emociones. Perdimos la inocencia, nos olvidamos de la alegría. Nos atraparon las dudas, los temores, las soledades. Dejamos de luchar y comenzamos a resignarnos. Nos hicimos adultos y olvidamos al niño que fuimos. La vida.
Escrito por Elena
La chica de los pájaros
La chica de los pájaros. Así la llamaba Clemente cuando la veía entrar por la puerta de la piscina climatizada.
Los tatuajes que le granjearon ese apelativo fueron de gran utilidad cuando, creyéndose tal vez ave, se lanzó decidida al vacío desde la azotea del edificio más alto de Madrid.
Los tatuajes que le granjearon ese apelativo fueron de gran utilidad cuando, creyéndose tal vez ave, se lanzó decidida al vacío desde la azotea del edificio más alto de Madrid.
Escrito por Amelia
La nada
Cogía desesperadamente, con el delirium tremens de su droga favorita, los dibujos colgados en las paredes. Un abismo de colores... No la creían. No la entendían. El ruido de los aspersores no la dejaba dormir. Pedía con ansia algo que la hundiera en el silencio. En la nada más absoluta.
Escrito por Niña Nadie
La soledad (I)
Manuel sintió una fuerte presión estomacal. Salió a recoger el premio. Los aplausos lo apabullaron. Se sabía completamente famoso y reconocido. Notó la fuerte presencia de su madre, hace poco muerta. Volvió a su hotel. Remordimientos... Había ganado el premio engañando. Una soledad insoportable lo invadió. Mamá se había esfumado...
Seis
A muy temprana edad, muestra el obstinado propósito de cortarse un dedo. Detesta la escuela porque sus compañeros le miran como si fuera un bicho raro, pero sus padres no le prestan atención, solo les desvela que no apruebe las matemáticas. Al contar con los dedos siempre cuenta de más.
Escrito por Lluís T.
Dos vidas en un instante
De repente, tiró su estuche al suelo, rompió las hojas del cuaderno, su cara enrojecía ante la perplejidad de sus compañeros y yo no recordaba ninguna asignatura para manejar esto. Sólo se me ocurrió decir:
—Joaquín, te quiero.
Sentí su desubicación ante mi reacción y, asombrosamente, empezó a recoger todo.
—Joaquín, te quiero.
Sentí su desubicación ante mi reacción y, asombrosamente, empezó a recoger todo.
Escrito por Enrique Caño
Mi pequeño caracol
Por muy despacio que caminaras, cariño, jamás te alcancé. Estuve nueve meses persiguiéndote, y hasta te puse un bello nombre; mas nunca pude susurrártelo, sosteniéndote en mis brazos. Te arrastras suave cada noche en mis sueños, acariciándome de recuerdos durante el día; dejando en mi vida un rastro de baba.
Escrito por Miguel Ibáñez
Negociador
Intenté razonar con aquel suicida, pero era inútil: parecía firmemente decidido a lanzarse de la azotea del edificio. Repasé todas las instrucciones del manual: establecer contacto visual, hablarle con voz suave, recordarle a su familia. Pero nada daba resultado.
Nunca me he distinguido por mi paciencia: terminé empujándole con fuerza.
Nunca me he distinguido por mi paciencia: terminé empujándole con fuerza.
Escrito por Daniel Castillo
A brazo partido
Mientras subía al desván, despacio, dibujaba círculos con aquellos dedos en la baranda de la escalera de caracol. Tenía miedo de llegar y seguir sin recibir los abrazos que tanto reclamó a su hermano pequeño. Quizá, ahora, tras cortar sus manos, se lo pensaría dos veces antes de negarle nada.
Escrito por J. Tremico - Twitter
Desenlaces
Lo vi muy claro.
Ningún pajarraco de esa caterva fúnebre iba a sacar tajada.
Con premura, ahondé lo suficiente para mi propósito, y esperé pacientemente el desenlace, una vez conseguí que aquella arena ardiente me sirviera de refugio postrero.
Que la tormenta cambiara mi muerte fue lo inesperado del asunto.
Con premura, ahondé lo suficiente para mi propósito, y esperé pacientemente el desenlace, una vez conseguí que aquella arena ardiente me sirviera de refugio postrero.
Que la tormenta cambiara mi muerte fue lo inesperado del asunto.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Twitter
De vacaciones
Caminando por la playa, las olas engullen mis pies a cada paso. Un socorrista no me deja estar aquí porque no es agosto, así que regreso a mi cama a trescientos kilómetros de la costa para seguir durmiendo, esperando que pase pronto esta noche del treinta y uno de julio.
Escrito por Ana Belén Arbués - Web
Divino perdón
Isaac corre por las calles del gueto con una ración de pan entre sus ropas. Un "Achtung!" lo detiene en seco.
—¿Qué lleva ahí escondido?
—Nada, es solo pan duro.
El soldado, quien recientemente había hecho café, lo invita a sentarse.
Hablaron sobre Dios, el amor y el perdón divino.
—¿Qué lleva ahí escondido?
—Nada, es solo pan duro.
El soldado, quien recientemente había hecho café, lo invita a sentarse.
Hablaron sobre Dios, el amor y el perdón divino.
Escrito por Daniel Morón
Lo que el tiempo se llevó
Un anciano pasea por un parque, descubriendo rincones con bonitas flores.
Dos manzanas más allá, un hombre con paso apresurado y la angustia pintada en el rostro recorre las calles.
A medio camino el viento arrastra una nota: "Papá, no te muevas de aquí. Vengo con el coche a recogerte".
Dos manzanas más allá, un hombre con paso apresurado y la angustia pintada en el rostro recorre las calles.
A medio camino el viento arrastra una nota: "Papá, no te muevas de aquí. Vengo con el coche a recogerte".
Escrito por M. Carme Marí - Web
Hambre emocional
Ira: adrenalina, cortisol y un buen cuchillo hace que obtengas la mejor carne.
Alegría: satisfacción por obtener los mejores ingredientes.
Paz: tres respiraciones al cocinar, trocear la carne y sonreír con ella, luego agregar sal y pimienta al gusto.
Miedo: escuchar en mis sueños lamentos que salen de la cacerola.
Alegría: satisfacción por obtener los mejores ingredientes.
Paz: tres respiraciones al cocinar, trocear la carne y sonreír con ella, luego agregar sal y pimienta al gusto.
Miedo: escuchar en mis sueños lamentos que salen de la cacerola.
Escrito por Ricardo Rodríguez Sánchez
Llegó vacía
Estaba en la baranda, soñando que las maletas vengan repletas del mismo amor adolescente. Ella llegó, traía equipaje con mirada vacía. Sentí que ese amor nunca fue nuestro, solo mío. Que fui como madera amando al fuego, sabiendo que me quemaba. No me miró. Quedé con las cenizas al viento.
Escrito por Edwin Antonio Gaona Salinas - Web
A la tercera va la vencida
Eran unos críos la primera vez, se buscaban con esmero pero no pudieron encontrarse. Más tarde volvieron a intentarlo pero la venda del orgullo les tapaba los ojos. Fue a los años, tras intentar sin éxito olvidarse, y frente al mar, cuando al fin lograron verse. Esta vez sin vendas.
Escrito por Lulú
Terror
Su relación es peligrosa.
Murmuran las malas lenguas.
Pronto ocurrirá una desgracia.
Alguien abre una puerta.
El marido llegó temprano.
Su mirada da miedo.
Ronda cerca la muerte.
Tiemblan abrazados dos cuerpos.
Imploran los amantes infieles.
El cuchillo chorrea sangre.
Se escucha un grito.
¡Me muero por ti!
Eso dolía.
Murmuran las malas lenguas.
Pronto ocurrirá una desgracia.
Alguien abre una puerta.
El marido llegó temprano.
Su mirada da miedo.
Ronda cerca la muerte.
Tiemblan abrazados dos cuerpos.
Imploran los amantes infieles.
El cuchillo chorrea sangre.
Se escucha un grito.
¡Me muero por ti!
Eso dolía.
Escrito por Beto Monte Ros - Twitter
Otros tiempos
Quienes mandaban se hacían obedecer. Pago de impuestos y tributos por un lado y diezmos por el otro. Unos te llevaban a la guerra y otros al infierno. Al rebelde, tortura, mazmorra y grilletes; de ahí al cadalso. Al final se le encapuchaba, el populacho asistente hacía silencio, y... ¡zas!
Escrito por Carmelo Carrascal
Cuatro pasos
La lámpara de cristal se reflejaba en las gafas del rey Gustavo. El investigador recorría la alfombra que le separaba del Nobel. Se detuvo nervioso. La misma distancia que una vez le separó de un punto de penalti, el de la victoria en la gran final: si hubiera conseguido transformarlo.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro - Twitter
Ocho amigos
Hubo una vez ocho amigos que compartían ambiciones: deseaban triunfar. En la universidad eran inseparables. Luego, se fueron distanciando. Emprendieron carreras profesionales, iniciaron negocios, entraron en política, se enriquecieron.
Cayeron uno a uno: Bárcenas, Gürtel, Porto, Bankia, Brugal, Guateque, Púnica, Lezo.
Ahora vuelven a estar juntos en Soto del Real.
Cayeron uno a uno: Bárcenas, Gürtel, Porto, Bankia, Brugal, Guateque, Púnica, Lezo.
Ahora vuelven a estar juntos en Soto del Real.
Escrito por Plácido Romero - Twitter
Cuota de lágrimas superada
Entiéndalo, ha sido un mes difícil. Murió mi suegro y mi mujer lo ha pasado muy mal. Me despidieron del trabajo y alguna lagrimilla se me escapó.
Haga la vista gorda. Apenas si faltan dos días para cumplir el plazo. Tiene sólo tres meses, ¿cómo pretende que deje de llorar?
Haga la vista gorda. Apenas si faltan dos días para cumplir el plazo. Tiene sólo tres meses, ¿cómo pretende que deje de llorar?
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter
Eternidad
Era eterna y era desdichada (no hay una cosa sin la otra). Venía de enterrar a su tercer hijo de esta centuria. Vendrían otros. Aunque pensó que para el siglo veinticinco era mejor tomarse un descanso. Después de enterrar a treinta y cinco mil doscientos sesenta, estaba cansada de parir.
Escrito por Gabriela Capdevila
Queridos Reyes Magos:
Disculpad que os escriba con tanta antelación. Este año he sido muy bueno, pero no pido nada para mí. Me gustaría que trajerais su juguete preferido a todos aquellos adultos —papás, mamás...— que de pequeños no lo recibieron a pesar de haber sido muy buenos. Se lo merecen. Muchas gracias.
Escrito por Luis Goróstegui - Twitter
La muerte verde
Desde lejos la belleza de Lady Caroline Griffin destaca sobre los demás. Los nobles hablan de una maldición que provoca la dolorosa muerte de sus pretendientes. Su sonrisa, figura e insondable mirada terminan por enamorarme.
Me aproximo y beso su mano enguantada, cerca de su extraño y resplandeciente anillo verde.
Me aproximo y beso su mano enguantada, cerca de su extraño y resplandeciente anillo verde.
Escrito por Jean Durand - Web
Billete solo de ida
Se lanzó al abismo esperando encontrar ahí el más allá que arriba no conseguía. Dos alas se desplegaron sin querer en sus brazos y con sus piernas convertidas en ventosas alcanzó el fondo. Sólo se dio cuenta hasta entonces de esas habilidades; pero si quería regresar debía volver a nacer.
Escrito por Antonio Ortuño Casas
Reencuentro
Ya voy de camino, cariño. Dudo que te alegres al verme, tanto como que hayas logrado perdonarme. En ambos casos lo entendería, aunque ninguno me consuela. La misma carretera, la misma lluvia, el mismo árbol... Pero créeme, aunque hubiera sido una expiación perfecta, esta vez la culpa no fue mía.
Escrito por Macarena Fernández - Web
Gracias por su atención y feliz vuelo
Hollaba los aeropuertos con paso firme, sabiendo que el uniforme de la compañía aérea le quedaba como un guante; su maquillaje, perfecto. Nunca pensó que tendría que usar de verdad el chaleco salvavidas. No volvería a reírse del miedo a volar.
De hecho, probablemente no volvería a reírse de nada.
De hecho, probablemente no volvería a reírse de nada.
Escrito por Aurora Baeza
Planeta X (III)
—¿Cumplió su promesa? —bajó la mirada.
—Nunca volví a ver a mi padre.
—¿Tú cumplirías, verdad? —abrió los ojos.
—Nunca volverá a pasar, hijo, lo prometo.
—¿Por qué lloras, papá? —sonrió. Recordé a mi padre.
Bajo un gran marco, donde se ve una masa amorfa e incandescente, se lee Celtar.
—Nunca volví a ver a mi padre.
—¿Tú cumplirías, verdad? —abrió los ojos.
—Nunca volverá a pasar, hijo, lo prometo.
—¿Por qué lloras, papá? —sonrió. Recordé a mi padre.
Bajo un gran marco, donde se ve una masa amorfa e incandescente, se lee Celtar.
Maquiavélica pulpa
Amaneció con el pie derecho. Sin menospreciarla. Incluso la alabó con un "este zumo está de muerte". En segundos se le cerró la tráquea. Se le abrieron los ojos de pánico. Y la última imagen que vio fue la cara amoratada de su amada, con una sonrisa maquiavélica de satisfacción.
Escrito por Stbn
Memoria
Hemos llegado otra vez al lugar donde comenzamos y tengo miedo de no poder resistir hasta el final. No sé hasta cuándo pueda aguantar que me sigas olvidando. Te amo y no puedo evitar una lágrima cada que me preguntas quién soy. Yo también me voy perdiendo en tu alzhéimer.
Escrito por Andrés Galindo - Web
La decepción de la sirena
Se dio cuenta de que había sacrificado su voz para nada, aunque pudiera hablar nunca conquistaría el corazón del príncipe. Ahora en tierra firme, observó cómo contoneaba las caderas al andar, algo que no notó cuando salvó su vida. Volvería al mar, cualquier tritón habría tenido más éxito que ella.
Escrito por Perraka - Twitter
Con la luz apagada
Aunque es muy vergonzosa, en lo referente al sexo es ella la que siempre sugiere nuevos juegos. Tampoco pone impedimentos a practicar posturas más allá del 69. Lo que no permite, en ningún caso, es que su marido —ciego— le toque la cara con sus manos... Mucho menos, lo demás.
Escrito por Gabriel Pérez Martínez - Web
Abismo
Después de la cuarta aspirina disuelta en whisky sólo quedan los tambores, lo tengo comprobado. Y es aterradora la soledad, sí, pero prefiero ese redoble que me bambolea el cerebro como una pelota de trapo a las voces que susurran cosas. Cosas que no puedo... No querría... Al menos aún.
Escrito por Belén Sáenz
El Gran Gatsby
La madrugada arrugaba la carretera y adormecía los reflejos del conductor. El acompañante le preguntó si quería turnarse, dar una cabezada. Estaba dispuesto a relevar al volante a su jefe.
Repentinamente, el accidente. Entonces el conductor recordó la película de El Gran Gatsby: "Ahora tú dirás que eras quien conducía".
Repentinamente, el accidente. Entonces el conductor recordó la película de El Gran Gatsby: "Ahora tú dirás que eras quien conducía".
Escrito por Francisco Rubio Yepes - Web
Tiempo revuelto
Ayer, a primera hora, un furtivo rayo de sol asaltó un banco de nieblas. A media mañana, todavía relucía el botín de perlas de rocío desparramado sobre los prados. La cara del hombre del tiempo era todo un poema. Incapaz de encajar las líneas isobaras, dio paso a la publicidad.
Escrito por Javier Igarreta Egúzquiza - Web
El secreto de los campos de lavanda
Era ingenua y alegre, pero, a menudo, lloraba desconsolada sobre los campos florecidos, y un día desapareció.
Mamá callaba. Papá se ocultaba. Yo siempre la esperé y, abrazada a una niña violácea que olía a espliego, regresó.
—¿Es mi sobrina? —pregunté entusiasmado.
—Sí —respondió serena—, y también tu hermana —añadió.
Mamá callaba. Papá se ocultaba. Yo siempre la esperé y, abrazada a una niña violácea que olía a espliego, regresó.
—¿Es mi sobrina? —pregunté entusiasmado.
—Sí —respondió serena—, y también tu hermana —añadió.
Escrito por María José Escudero
Extinguirse
Una bocanada más o una menos. Al final no importaba. Claire miraba al cigarrillo consumirse lentamente frente a ella. Después de que se le fuera la vida tratando de complacer a otros, finalmente era libre para decidir en qué momento su vida se extinguía. Ya nada la volvería a atar.
Escrito por Patricia J. Dorantes - Facebook
Cálidamente frío
Y ahí estaba, con la ilusión de la última cita; un vestido nuevo, mejillas ruborizadas y el tic nervioso en el pie que sacudía incansablemente.
Por fin, el flamante caballero aparece frente a ella, ambos sonríen; pero el frío abrazo de sus prótesis hace enmudecerla y desaparecer sin dejar rastro.
Por fin, el flamante caballero aparece frente a ella, ambos sonríen; pero el frío abrazo de sus prótesis hace enmudecerla y desaparecer sin dejar rastro.
Escrito por Selene Argueta - Twitter
Te daré tus sueños
Danzan sus manos melodías en blanco y negro. Desde su oscuridad, le basta rozarlas con gráciles dedos. Debe alzar lejos el vuelo para aprender e, ingrávida, poder acariciar el cielo.
Su abuela cumplió sus anhelos, le legó sus sueños. Elisa sonríe cuando, frente al espejo, la reconoce en sus ojos.
Su abuela cumplió sus anhelos, le legó sus sueños. Elisa sonríe cuando, frente al espejo, la reconoce en sus ojos.
La vida y la muerte
Un día cualquiera, nacieron dos niñas llamadas Vida y Muerte. Los padres se tuvieron que separar y la madre se quedó con Vida y el padre con Muerte, pero las niñas nunca se quisieron separar, por lo cual Vida le mandaba regalos a Muerte, y Muerte los guardaba para siempre.
Escrito por Eva de Nicolás
Las escaleras mecánicas
Sara es una persona tan mayor, que la vida le pide permiso cada vez que cumple años. Las escaleras que llevan al barrio alto donde vive, pronto serán mecánicas. Por la noche, cuando todos duermen, se imagina probando el pasamanos.
"¿Falda o pantalón?", piensa mientras resuelve, emocionada, la anticuada ropa.
"¿Falda o pantalón?", piensa mientras resuelve, emocionada, la anticuada ropa.
Escrito por Smokey pisó la raya
La muerte rodante
La maniobra no revestía peligrosidad: adelantamiento en una interminable recta. De repente, aquel vehículo oscuro hizo amago de desplazarse lateralmente...
Otra tragedia en la "Carretera del Infierno". Las autoridades apuntan a un exceso de velocidad, rezaba la portada del periódico dominical. Lunes por la mañana. Un deportivo negro circula temprano.
Otra tragedia en la "Carretera del Infierno". Las autoridades apuntan a un exceso de velocidad, rezaba la portada del periódico dominical. Lunes por la mañana. Un deportivo negro circula temprano.
Escrito por José Antonio Barrionuevo - Twitter
Por un beso de la flaca
"¡Un, dos, tres! Repite, ¡un, dos, tres!".
"Sigue, no pares, sigue así, que vas bien".
Ernesto, pasado de años y peso, con tal de tener contenta a su mulata, seguía sin parar todas las noches hasta altas horas de la madrugada, a ritmo de samba y sin perder el compás.
"Sigue, no pares, sigue así, que vas bien".
Ernesto, pasado de años y peso, con tal de tener contenta a su mulata, seguía sin parar todas las noches hasta altas horas de la madrugada, a ritmo de samba y sin perder el compás.
Escrito por Malu
Ella lo sabe
Aprovecha las madrugadas de insomnes pensamientos cuando acuden como campanillas o sonajeros con su ripio nocturno. Son voces que conoce, son palabras que no dice. Disipándose con el humo del penúltimo cigarrillo. Lo repite en primera persona. Y, en el duermevela del celado arrepentimiento, llegará el alba por la ventana.
Escrito por Carmen Martínez Marín - Web
El pintor
Padecía una extraña enfermedad que la obligaba a ver la vida en monocromo. Sin resignarse, marchó en busca de aventuras que pudiesen llenarla de color. Según fuentes médicas, esa era la única cura.
Rendida ante las tonalidades negras, lo conoció. Ahora su mundo se tiñe del verde de sus ojos.
Rendida ante las tonalidades negras, lo conoció. Ahora su mundo se tiñe del verde de sus ojos.
Escrito por R. Clift
Cómo vivir del cuento
Póngase a escribir, miserable. Y hágalo de puta madre. Disfrute de los éxitos conseguidos. No rompa demasiados corazones por el camino y los que rompa, hágaselo sentir hasta el fondo de sus aurículas y ventrículos. Vuelva a empezar desde el principio. Muera dignamente cuando su cuento acabe con buen fin.
Escrito por Universo Particular - Web
Sobre la relatividad
Yacía ileso el peluche sobre el asfalto; algo casi insignificante en aquel hermoso día de este frágil planeta, que continuaba viajando alrededor del Sol y girando, acompasado con millones de astros, sobre el eje de la galaxia, expandiéndose con ella en el espacio inconmensurable, infinito; diminuto comparado con mi dolor.
Escrito por Enrique Mochón Romera - Twitter
Luna hechicera
Al llegar el día sus sueños se desvanecen. Son los mismos ojos, pero de vacuas miradas; los mismos labios, pero incapaces de ardientes besos; los mismos brazos, pero huyendo de enredarse en apretados abrazos.
Cada noche bajo el influjo de la misma luna, volverán a prometerse, ilusos, un futuro compartido.
Cada noche bajo el influjo de la misma luna, volverán a prometerse, ilusos, un futuro compartido.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web
Hasta que la muerte los separe
Él arañaba el terciopelo rojo con la furia de un animal de caza. Ella, situada debajo, apenas si tenía fuerzas para seguir respirando con normalidad. Sudores y gritos inundaban la estancia. Un acto desesperado por sentirse vivos.
Algo complicado, dado que el ataúd ya había sido enterrado. Con ellos dentro.
Algo complicado, dado que el ataúd ya había sido enterrado. Con ellos dentro.
Escrito por Carlos G. Alcántara - Twitter
Fronteras
—No está en regla.
—Consulado decir todo bien...
—Falta este sello.
—No más dinero...
—Eres un hombre afortunado. ¡Cinco mujeres solo para ti!
Sobreponiéndose a la vergüenza, su esposa se ofrece como pago.
—Tú, no —dice el guardia, sonriendo con su diente de oro a la mayor de las hijas.
—Consulado decir todo bien...
—Falta este sello.
—No más dinero...
—Eres un hombre afortunado. ¡Cinco mujeres solo para ti!
Sobreponiéndose a la vergüenza, su esposa se ofrece como pago.
—Tú, no —dice el guardia, sonriendo con su diente de oro a la mayor de las hijas.
Escrito por Manuel Bocanegra
Un mundo perfecto
Nada más tumbarse, la camilla se puso en marcha y lo dejó en el quirófano. "Será operado del corazón", dijo con voz neutra una máquina. Gritó que su operación era de juanetes, pero un robot se le acercó y le puso la anestesia. Al poco, estaba fuera de la realidad.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter
El olor de mamá
Hoy el silencio suena diferente, como si tañera campanas en el huracán. Debe ser el hombre de los helados, que se acerca con su camioneta, avisando de que vamos a ser uno más. Le pediré un cucurucho de vainilla, para recordar a mamá, y lo compartiré con el niño nuevo.
Escrito por Patricia Richmond - Web
Supervivencia
Desde que la ola de calor arrasó el pueblo familias enteras han abandonado sus casas y han tomado al asalto el centro comercial, solicitando asilo climático.
Ya no cabe nadie más en la sección de colchones a la hora de la siesta.
El señor alcalde la ha declarado zona catastrófica.
Ya no cabe nadie más en la sección de colchones a la hora de la siesta.
El señor alcalde la ha declarado zona catastrófica.
Escrito por Asun Paredes
Final alternativo
Es que no tuviste bastante y mira que te lo he advertido; yo te quiero, pero un hombre debe hacerse respetar, saber imponer disciplina. Creo que podemos recomponer nuestra relación, aunque... no sé, creo que el cuchillo de la cocina clavado en mi tripa no nos va a ayudar nada.
Escrito por Jesús Manzaneque Fraile
Crimen y castigo
No es fácil ser una persona de bien y mantener la calma. Nunca soporté al vecino que aterrorizaba a su mujer, al depravado que acosaba a los niños ni a la cuidadora que zarandeaba al desvalido anciano. Y ahora, este despiadado carcelero al que parece que le debo la vida.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez
El palacio del mar
Decidí abandonar la tierra para habitar el mar. Me recibieron los reyes de las aguas con aureola de dioses y tesoros humanos. Hileras de corales y perlas ornaban mi garganta. Nácar sobre mis uñas y aceite de ballena nutriendo mi piel de deseo.
Era hora de tiburones, preparaban su festín.
Era hora de tiburones, preparaban su festín.
Escrito por María Jesús Briones Arreba
Nuevos alimentos
Mis padres me enseñaron a no ser caprichoso y a conformarme con comer solo aquello que estaba a nuestro alcance. Siempre les he obedecido, pero desde que me dejaron solo cada vez estoy más débil y ellas, más fuertes y hambrientas. A las ratas no les afecta nada la radiación.
Escrito por Ángel Saiz Mora
Su mamá me mima
—Mira, bonito, he comprado el jamón que te gusta. Y también agua mineral, que es más sana.
—Mami, ¿está la cena?
—¿Quieres callarte, imbécil? Si queréis cenar, recalienta las lentejas de la semana pasada y no molestes. ¡Lárgate! ¡Me tenéis harta! Ven, Boby, cariño. ¡También te he preparado unas torrijas!
—Mami, ¿está la cena?
—¿Quieres callarte, imbécil? Si queréis cenar, recalienta las lentejas de la semana pasada y no molestes. ¡Lárgate! ¡Me tenéis harta! Ven, Boby, cariño. ¡También te he preparado unas torrijas!
Escrito por Jesús Garabato Rodríguez
El hombre menguante
Se levantó con media cabeza vacía. De hecho, se le caía hacia la izquierda. Se puso un collarín para mantenerla recta. En la oficina simuló dolor de cervicales y trabajó la mitad.
A su mujer le dijo la verdad. Ella rió y siguió recortándole la fotografía para el collage familiar.
A su mujer le dijo la verdad. Ella rió y siguió recortándole la fotografía para el collage familiar.
Escrito por Carmen Cano - Twitter
Entre sueños e irrealidades
Un día despertaba en Chicago, padre soltero de un adolescente que soñaba con ser astronauta. Al otro día despertaba en la primera colonia en Marte, ingeniero de sistemas de oxígeno, solterón empedernido. En las noches del siglo XXII, el hijo soñaba ser su padre en la Tierra del siglo XXI.
Escrito por Alejandro Cárdenas - Twitter
Madre
No pasa un solo día sin que te recuerde. Tus besos eran mi motor. Tu mirada, mi paz. Tus caricias ya me convertían en campeona. Entonces yo podía con todo...
Ahora, miro al cielo y te dedico pequeños logros cotidianos. Los problemas complicados son un clásico en tus aterciopeladas manos.
Ahora, miro al cielo y te dedico pequeños logros cotidianos. Los problemas complicados son un clásico en tus aterciopeladas manos.
Escrito por María José Sánchez
Involución
Nuestras manos se transformaron en zarpas con ágiles pulgares. El encorvamiento de nuestros cuellos cegó nuestra visión frontal. Adquirimos la capacidad de sentir los cuerpos por proximidad.
Acompañados por ese golpeteo penetrante, contemplamos atónitos en la pantalla cómo nuestros antepasados se miraban y se acariciaban sin artilugios de por medio.
Escrito por Javier Puchades - Web
Acompañados por ese golpeteo penetrante, contemplamos atónitos en la pantalla cómo nuestros antepasados se miraban y se acariciaban sin artilugios de por medio.
Escrito por Javier Puchades - Web
Elegido mejor relato de agosto de 2017
Cuerdas felinas
Camino a clases encontré un tigre que un mago buscaba con ahínco, así que lo guardé en mi saco.
Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.
Desenfundé el violonchelo y lo abandoné, porque yo no le servía de mucho y, a lo mejor, el ronroneo de mi nuevo instrumento acompaña, melodioso, la tonada que el maestro exige.
Escrito por Cristopher Josué Escamilla Arrieta - Twitter
Enfadados
¿Bajaste la tapa del inodoro? ¿Sacaste la bolsa de basura? Mirá que te dije que no te hurgaras la nariz en público.
¿Cómo puede ser que siendo tu perro, de tanto oír a Mercedes regañarte, me lo aprendiera de memoria?
Y vos, tan grosero como siempre, ¿justo ahora pretendés suicidarte?
¿Cómo puede ser que siendo tu perro, de tanto oír a Mercedes regañarte, me lo aprendiera de memoria?
Y vos, tan grosero como siempre, ¿justo ahora pretendés suicidarte?
Escrito por Lucía Folino - Twitter
Victoria aplastante
Casi todas eran señoras de edad madura. Concursaban con sus perros, con la esperanza del triunfo. Yo, deprimido y recién divorciado, decidí preguntarles a diez de ellas a bocajarro.
—¿A quién quiere más, a su marido o a su perro?
Siete a tres, victoria aplastante para los animales. Sigo depresivo.
—¿A quién quiere más, a su marido o a su perro?
Siete a tres, victoria aplastante para los animales. Sigo depresivo.
Escrito por Gil Hernando de Santiago - Web
El cuento
Escuchaba el cuento que me narraba el maestro. Noté que una mano se posaba en mi entrepierna. Al levantar la mirada, vi su rostro congestionado y baboseante; mientras, con la otra mano, se presionaba la bragueta.
—¿Por eso le clavaste el lápiz en el ojo?
—Sólo por eso, señor juez.
—¿Por eso le clavaste el lápiz en el ojo?
—Sólo por eso, señor juez.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web
Por sorpresa
Ella se acerca por detrás. Él, ni se inmuta. Ella aproxima sus labios hasta la altura del lateral izquierdo de la cabeza de él. Por fin, los hunde (los labios) y se aparta. Él muere repentinamente.
Cáustico, el forense concluye su informe: "Falleció, atónito, de un beso en la sien".
Cáustico, el forense concluye su informe: "Falleció, atónito, de un beso en la sien".
Escrito por José Manuel Dorrego Sáenz - Web
Encuentros que pasan de largo
Cuando el semáforo estuviera verde los dos se cruzarían en la calzada. Sin mirarse disimularían no reparar en el encuentro.
Su corazón estallaba cuando pasó a su lado. Una ráfaga de aire trajo su aroma característico. Sabía que durante los próximos diez años se culparía por no haberle dicho nada.
Escrito por Galilea - Twitter
La sonrisa
Nadie así. Nadie como ella.
El humo del cigarro ocultaba los destellos de miedo que escapaban de su triste mirada. Silencios obligados sellaban sus labios. Él la miró. Intentaba averiguar el porqué de su inesperada visita. ¡Tenía tanto que hacer aún!
—¿Por qué yo? —preguntó.
Ella, la muerte, le sonrió.
El humo del cigarro ocultaba los destellos de miedo que escapaban de su triste mirada. Silencios obligados sellaban sus labios. Él la miró. Intentaba averiguar el porqué de su inesperada visita. ¡Tenía tanto que hacer aún!
—¿Por qué yo? —preguntó.
Ella, la muerte, le sonrió.
Escrito por Salvador Pérez Salas - Twitter
La buena suerte de Fortunato García
Sonríe a la gente con la boca desdentada y les muestra su mano. Consigue media barra y una lata de atún. Con migajas de pan y gotas de aceite alimenta sus mascotas. Duerme sin sueños.
—Qué suerte la mía. Un puesto fijo en Mercadona y casi todos los días, bocadillo.
—Qué suerte la mía. Un puesto fijo en Mercadona y casi todos los días, bocadillo.
Escrito por Pepe Sanchis
Accidente nuclear
La ciudad fue evacuada, aislada, quedó vacía, entregada a la naturaleza.
El padre era bombero con pocos conocimientos. Respiró, tocó y comenzó a envenenar con su proximidad, con sus abrazos.
Fueron muriendo a partir de mayo. Él, los hijos. La mujer, en diciembre, sin entender por qué estaba tan cansada.
El padre era bombero con pocos conocimientos. Respiró, tocó y comenzó a envenenar con su proximidad, con sus abrazos.
Fueron muriendo a partir de mayo. Él, los hijos. La mujer, en diciembre, sin entender por qué estaba tan cansada.
Escrito por Yolanda SA - Web
El desfiladero del recuerdo
Incapaz de agarrarme a la libertad del olvido, mi memoria sigue el camino reservado a tus miradas cuando aún me invitaban a perder la cabeza contigo. El hábito de aquella cordura me condena a soñarte cada noche, sintiendo el mayor de los deseos y, al despertar, el vacío más profundo.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter
Las dos damas
He visto el túnel y también esa luz. Y he vuelto. La misteriosa, la fascinante, la Dama de Negro, ha perdido esta batalla. Pero habrá otras.
Hasta entonces, he de dirigir mis pasos hacia la miserable, la tan temida y odiada, la achacosa y desdentada, la triste dama de gris.
Hasta entonces, he de dirigir mis pasos hacia la miserable, la tan temida y odiada, la achacosa y desdentada, la triste dama de gris.
Escrito por Georges
Las Guerras del Martillo: Intento de asedio (I)
El sonido del martillazo sobre el yunque rúnico acrecentó el temor de los hombres rata. Las runas de la fortaleza enana de las montañas del fin del mundo se cargaron de poder ancestral, de nada sirvieron los embates del ariete con cabeza de rata cornuda.
Pronto llegarían refuerzos del Imperio.
Pronto llegarían refuerzos del Imperio.
El escritor
Perfumado de alcohol y de la mortal nicotina, decidió una mañana despertar a todo el mundo con sus disparos de divorciado de la vida. Nadie de su entorno conocía los motivos que tenía para suicidarse. Sólo el barman que le servía los daiquiris: estaba desesperado y ya no podía escribir.
Escrito por Mª Luisa Pérez Rodríguez
Estrella de luz
Tumbada en el sofá inspiro, espiro y cierro los ojos. Me concentro en mi respiración tocando mi abdomen con las manos. Siento mi cuerpo flotar, ingrávido y relajado, como volando en el espacio.
Ahí estás tú. Que siempre me guías. Mi pequeña estrella de luz. Tú. Que nunca te fuiste.
Ahí estás tú. Que siempre me guías. Mi pequeña estrella de luz. Tú. Que nunca te fuiste.
Escrito por Maest
Grand Central Terminal
La señora sentada a su lado parecía desgañitarse, pero, extrañamente, Jimmy no podía escuchar sus gritos.
Cuando el tren llegó a la estación central, no supo levantarse. Sólo podía mirar la mancha roja que se extendía por su camisa y cómo corría el chico que le había quitado la cartera.
Cuando el tren llegó a la estación central, no supo levantarse. Sólo podía mirar la mancha roja que se extendía por su camisa y cómo corría el chico que le había quitado la cartera.
Escrito por Carles Quílez - Web
¡Silencio!
Ya no se oyen las risas, ni los pasos apresurados por el pasillo. Las carrerillas también cesaron. Incluso las canciones que tarareaba mientras jugaba a botar la pelota.
Pero no ha vuelto la paz. Esa pelota, esa maldita pelota. Debí enterrarla junto a su dueño. ¡Nunca me dejará en paz!
Escrito por María Galerna
La soledad
Faltaste aquella noche para darle cuerda al reloj, desde entonces aguarda callado tu regreso; dejaste sin conocer el final de la historia del libro, que con tanta emoción leías. El último cuadro, sin secar, con la falta de tu firma...
Una oscura carretera secundaria, la lluvia...
La soledad era esto.
Una oscura carretera secundaria, la lluvia...
La soledad era esto.
Escrito por Carmen Hinojal
Señora de la relatividad (Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: Muerte)
La amazona de diligente guadaña recolectaba los frutos que las diferencias entre culturas desparramaron en el campo de batalla. Se carcajeaba burlona trotando entre la irónica masacre, sabedora de estar acarreando, una vez más, almas indistinguibles; seres incorpóreos sin piel con la que discriminarse, ni fronteras por las que odiarse.
Sueños inalcanzables
El cielo del atardecer presagiaba acontecimientos dramáticos.
En una cabaña un delincuente de poca monta planeaba su último golpe: atracar una joyería para retirarse después a una isla del Pacífico.
Pero los sueños de su cómplice eran más caros y necesitaba acabar definitivamente con la carrera delictiva de su socio.
Pero los sueños de su cómplice eran más caros y necesitaba acabar definitivamente con la carrera delictiva de su socio.
Escrito por Gloria Arcos Lado
Exégesis
Anuncia quiere que la trague la tierra. Se va a encontrar con la autora y teme herirla por no haber entendido nada. Se aproxima el encuentro. Entonces, decide hacer otra lectura del libro. Sorprendentemente, ahora ha entendido el entramado de micropoemas, microrrelatos y cartas que pueblan la obra. Respira aliviada.
Escrito por María José Viz Blanco
Cita en el mercado
Mientras sus labios bisbisean una extraña letanía, la ventanilla del coche les devuelve una sombra creciente de recelo y sospecha. Dos portazos sacuden las luces del mercado. Alá les aguarda con setenta y dos huríes de pechos turgentes y vaginas intactas. "Restañadas", piensa Mohamed, porque no le salen las cuentas.
Escrito por Luis San José - Web
Domingo (II)
Una tarde de invierno, mientras dormitaba en el sofá le vino una arcada a la garganta y, cuando abrió la boca porque sintió que algo muy fuerte trataba por fin de abrirse paso, le resbaló un grito: "¡Hijo puta!". Los labios le sangraban como fresas aplastadas. Luego cayó al suelo.