Desajuste

En la facultad de Medicina todo era más o menos abstracto: estudiaban casos, procedimientos, supuestos... y los pacientes llegaban ya cadáveres. El problema llegó en el hospital, cuando sus inyecciones precipitaron la muerte de aquel enfermo, antes de que con el tiempo todo volviera a ser más o menos abstracto.
Escrito por Álex Garaizar

La nueva

La esperábamos expectantes desde temprano, aunque no llegó hasta las once. Vestía elegantemente camisa roja, de raso, desabrochada hasta su insinuante tercer botón; chaqueta color rosa palo, dejada caer por los hombros; falda negra tornasolada, ceñidísima, dibujante de un perfil de infarto. Y unos taconazos...

Boquiabiertos balbucimos:

—¡Buuu…eee…nos días, Señoría!
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Pinceladas robadas

Secuestró a las musas del pintor, del músico y del poeta. Ahora el cuadro era perfecto, sus tonalidades insinuaban poemas y trasmitían musicalidad, pero no lo sentía como propio; las liberó.

Estas sintieron lástima y de vez en cuando, temerosas, se acercaban y le susurraban palabras que encendían su imaginación.
Escrito por Salvador Esteve

Puntual

Se levantó puntual y se coló por el armario. Desembocó en la oficina. Ya no cogería atascos, pero estaba en pijama. Sus compañeros aún no habían llegado. Salió a la calle para comprarse la ropa necesaria. Se lo tragó el probador y apareció en su casa.

Hoy sí llegaría tarde.
Escrito por Carmen Cano - Twitter

En la cama

Allí transcurrió toda su vida, en el límite rectangular de ese estrecho universo: allí nació, soñó, trabajó en ese lúgubre cuarto del sucio burdel, odió a los hombres, los utilizó, se contagió... Cuando finalmente se vio abocada a morir en una triste cama de hospital, valientemente, escogió morir de pie.
Escrito por Daniel Castillo

Policías y ladronas

Mi mejor amiga me robó el novio, si es que un novio puede robarse.

Aparecieron María y Juan para cobijar mi pena. María aprobó oposiciones a policía y comencé a verla menos, pero a Juan...

Sí, robé el novio a mi mejor amiga, si es que un novio puede robarse.
Escrito por La Marca Amarilla

Delayed

Tras la puerta aparecen sonrientes, buscando, recibiendo besos y abrazos. Él retrocede unos pasos e intenta reconocerla a distancia. El frío ocupa el vestíbulo vacío y regresa a casa.

Entra cansado y lee, otra vez, aquel papel ajado: "Papá, te quiero, haré lo imposible por estar juntos para tu cumpleaños".
Escrito por Jose Bravo - Twitter

La tormenta

La luz blanca invadió la estancia rasgando oscuridades.

El sueño huyó de su cuerpo dejándole sumergido en un insomnio tembloroso. Anhelando la calidez de otra presencia se sumió en el más desconsolado llanto.

Unas manos le arroparon y una dulce voz le susurró: "Duerme, mi niño, ya pasó la tormenta".
Escrito por Inma Carrasco

Cabos sueltos

Aturdido por el golpe repaso los hechos: perpetré el robo del siglo, me deshice de mis secuaces, regresé a casa para eliminar a Elena y huir con Fabiola. Pero, ¿qué hace Fabiola acá? ¿Por qué besa a Elena en la boca? ¿Por qué me atan? Devuélvanme el botín. ¡Regresen! ¡Malditas!
Escrito por Renate Mörder - Web

Sin dirección

El camino de vuelta no sería el mismo. Me acecharían, la dirección cambiaría o, ¡peor aún!, ¿y si no llegara a encontrar la salida? Correr sería en vano, pero tenía que buscar una solución.

—Mamá, ¿puedes apagar la luz, por favor?

El interruptor estaba al otro lado de la habitación.
Escrito por Saioa Etxegia Eizagirre

Sus arándanos ya están maduros

Se abrió la puerta. Convulsionaron sus sentidos.

Él se levantó de su mecedora con un libro en su mano y un cuarto de arándanos en la otra, ella lo observó pero no avanzó hacia él.

Volvió a sentarse a leer el libro, ella tampoco es la dueña de sus arándanos.
Escrito por Lushai - Twitter

Cualquier tiempo pasado

Abrió su vieja caja de latón, el óxido implacable cubría todo menos los recuerdos que conservaba dentro.

Solo le había permitido la entrada a la pátina del tiempo, que orgullosa recorría de uno en uno los retazos de su vida.

Acarició la fotografía del fondo que mantenía intacta su juventud.
Escrito por Malu

Dos niñas desemejantes

Cuando llegó a casa odiando las mates, el inglés y el aburrido golf, su madre contrató un profe particular y la apuntó a clases de pádel.

Cuando su madre le instó a que se fuera de nuevo con ese hombre, llorando miró a sus hermanos. Tampoco hoy morirían de hambre.
Escrito por Rosy Val - Web

El coleccionista

Coleccionaba palabras. Con las letras cambiadas de sitio, intentando construir un relato inmortal que me hiciese famoso.

Pero el castillo se desmoronaba mientras, a mi lado, crecían los literatos cargados de gloria. Era una provocación.

Me envenenó la envidia, arrojé el tintero a mis espejos y desaparecí en la vida.
Escrito por Gil Hernando de Santiago

Enajenación transitoria

Se burlaban de él porque era tímido y reservado. El "raro" lo apodaban.

Días antes de Navidad le entregaron la carta de despido. Ese día aprovecharon para mofarse aún más.

Las carcajadas del jefe y compañeros resonaron en el edificio hasta que fueron silenciadas por los disparos de su pistola.
Escrito por Pau

Me enfebrece ejercer de pelele (Adornos vocales II)

—¿¡Te estremece verme endeble desde bebé!?, ¡memeces! Detén ese deber de repeler desdenes de gentes pedestres; me desmereces, créeme.

—Tete, verte depender me enternece. Tejeré redes, te tenderé terrestres edenes...

—Este rebelde merece verter rehenes vergeles en el retrete, ¡tenme fe! Tendré de referente extender estrecheces. Este revés me pertenece.
Escrito por Antonio Bolant - Twitter
Parte I | Parte II | Parte III | Parte IV

Vuelo al cuadrado

En el avión atestado de personas viajaba una mosca. Creo que valiente, porque el suyo era un vuelo doble: con sus alas y con las alas del avión. Antes de aterrizar en Tenerife, la perdí de vista. Nunca sabré el motivo de su viaje: ¿turismo, ver a su familia, aventura?
Escrito por Hipérbole

Serte fiel y respetarte

Estuvo mirando a la novia, embelesado, durante toda la ceremonia. Se le notaba muy enamorado después de siete años de tempestuosa relación. Al llegar al ritual de los anillos y del "sí, quiero", emocionado, no pudo evitar liberar unas lágrimas que resbalaron por su casulla mientras les impartía la bendición.
Escrito por Rafa Olivares - Web

Inmóvil

Desde su escondrijo, el francotirador elegía con cuidado sus víctimas. Silencioso, mimetizado con el entorno de escombros y suciedad, solo movía los ojos y dos falanges de un índice.

De pronto, se quedó paralizado por el zumbido de un avioncito, como de juguete, que volaba despacio, directo hacia su posición.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro

Cortar por lo sano

Las lágrimas asomaron una vez más a sus ojos resacosos al contemplar con estupor su macabra obra en ese rostro tan amado. En esa ocasión no intentó tranquilizarla con una promesa vacía. Por la noche, con una botella de coñac se encerró en el baño.

Al día siguiente lo enterraron.
Escrito por FNR

Inmóvil

Una vez tuve que ver cómo me despojaban de lo único que había querido.

Simplemente un día alguien pasó y me arrancó delante de mis narices al amor de mi vida. A veces creo que lo tengo merecido por enamorarme de una flor. Y por ser yo solo un espantapájaros.
Escrito por Miguel Ibáñez - Twitter

Alados

¡Qué poca puntería!, pensó el abogado tras hablar con su cliente. Homicidio involuntario era la mejor propuesta para negociar con un fiscal que le espera con la sonrisa de tener entre manos el caso de su vida. Llamó al despacho para pedir con urgencia toda la jurisprudencia existente sobre cupidos.
Escrito por Dídac Marín Hernández - Web

Ni Dolores ni Angustias

Soy una afortunada. Nací en una clínica privada de monjas. Esa tarde la monja mala tenía ginecólogo. Me libré de ser entregada a otra familia, gracias a Dios...

La que me ha tocado es rara. Pero al menos no me pusieron un nombre con el que sufres toda la vida.
Escrito por Maria Las Vegas

Dolor

Inspira... espira... inspira... espira... Despacio. Siente el dolor. Eso quiere decir que sigues vivo... Vas a necesitar una prótesis para la rodilla derecha y tienes varias costillas rotas. Nada grave todavía. Todo depende de ti. Así que... ¿vas a decirme dónde coño has escondido el dinero? ¿O quieres que continúe?
Escrito por Cadillac Solitario

Eclipse solar

Al encender el mundo vi que la soledad buscaba compañía y la compañía deseaba soledad. Que la niñez anhelaba envejecer y la vejez suspiraba por su niñez. Que los sueños, al llegar a su ocaso, se transformaban en terribles pesadillas. Desolado, apagué la luz y la luna tuvo que madrugar.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter

Verdades kafkianas

Sudaba resina por los cuatro costados, le chirriaban las bisagras de las piernas y un hilillo de savia luchaba por escapar de su boca.

—¿Qué has hecho? —inquirió Geppetto.

—Nada, lo juro —respondió Pinocho—, pero a Gregorio le han crecido dos antenas.

La nariz seguía inalterada. Su padre se asustó.
Escrito por Fernando da Casa - Web

Acelerando

La mesa camilla, la noche inmensa, la infancia perdida, La ciudad y los perros de Vargas Llosa, los ojos insólitos, la habitación contigua de los abuelos, la enfermedad última y delgada de la abuela, una noche inmensa de vigilia hospitalaria en aquella casa y el miedo, fiel compañero desde entonces.
Escrito por Miguel Manrique

La despedida

Durante su enfermedad, me despertaba siempre de madrugada sobre las cuatro o cinco. Entonces, la observaba dormir, le acariciaba la cabeza...

No sabía cuánto tiempo nos restaba juntos, quizá serían las últimas navidades a su lado. Pero en aquellas noches, esos instantes eternos lo abarcaban todo, se paralizaba el tiempo.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros

El eterno retorno

Contempló la huida como algo absurdo y necesario. Llevaba huyendo toda su vida, huyendo en círculos enciclopédicos eternos, hasta que vio que la huida es un trayecto de ida y vuelta, donde la fuga no se diferencia del retorno. Era tiempo de huir para regresar al momento previo a todo.
Escrito por Ana Barrero

Elección precipitada

Elisa, con un marido cada vez menos cariñoso, llena de caricias a su hermoso gato mientras piensa que tiene claro en qué animal desearía reencarnarse. ¿Quién no quiere pasar su mano por ese pelaje tan suave?

Cuando en la calle ve al vecinito del quinto en acción cambia de idea.
Escrito por M. Carme Marí - Web

A lo mejor tenía razón

La paliza fue impresionante. A mis diez años no podía entender a mi madre, que fue quien me la dio. Los motivos, irme con un amigo y faltar del pueblo unas dos horas. Tampoco era tanto pero, al parecer, me había estado buscando, incluso en las cuatro balsas mas cercanas.
Escrito por Ángel Rueda

Julia

Notó cómo cada gramo de la comida que le había servido su madre se distribuía por todo su cuerpo, hasta deformarlo.

Tras volver aliviada del baño, en el silencio de la mesa, solo quedó una mirada de culpa y otra de reproche y, sobre cada plato, una lágrima de impotencia.
Escrito por Crispín - Web

La despedida

Antes de expirar los fue mirando despacio por última vez. Allí estaban todos reunidos: marido, hijos, yernos, nueras, nietos... contemplándola a su vez desde cada lugar oportuno de la salita; ataviados de toda guisa, agrupados o en solitario, sentados y de pie; apoyados en el aparador, colgados de la pared...
Escrito por Enrique Mochón Romera
Elegido mejor relato de octubre de 2015

Cuentos de almohada

Era de noche. Llovía sobre mis sueños y las llamas de un dragón pintaron un arcoíris encima de mi cabeza. El malvado vigilante de las sombras hacía su ronda, burlé el tintineo de sus cadenas y trepé hasta las brasas de tus ojos. Desde entonces, mis sueños son de colores.
Escrito por Patricia Richmond - Web

Vidas en serie

Él vuelve a casa. Ella le recibe radiante. El angelical niño le regala una sonrisa, y el perro mueve el rabo sin parar. La velada es inolvidable: exquisita cena, conversación cautivadora... No se atreve a decir que se ha equivocado de casa. ¿Por qué los arquitectos las construyen todas iguales?
Escrito por Azalea

Nuestro peor enemigo, nuestro propio temor

Subía veloz las escaleras. Le seguía muy de cerca, veía la sombra subir tras él. Piso a piso el miedo le invadía, corría mucho pero la sombra seguía ahí. Presa del pánico, saltó por la ventana del octavo.

Tendido, muerto, la sombra seguía ahí, pegada como siempre a sus pies.
Escrito por Valentín Bayón Muntaner - Twitter

Un juicio sin precedentes

La noticia se esparció por toda la Tierra Media desde donde llegaron magos, humanos, orcos, elfos, enanos y hasta hobbits al Juzgado del Reino de Gondor.

Todos ellos sentían que estaban ante un evento sin precedentes: el primer juicio a un troll por un extraño y nuevo crimen llamado bullying.
Escrito por Jean Durand - Twitter

Palabras perdularias

Te conocí, las palabras se quebraban, tu sonrisa hizo que perdieran una que otras letras.

En nuestro lecho letras perdularias se anidaron debajo de la cama. Las letras se unieron en ambiente calipédico, entonces surgieron varios huevecillos.

Ahora en mi ausencia las palabras reptan para comunicar lo que no dijimos.
Escrito por Ricardo Rodríguez Sánchez

Cosas de niños

Parecía no ver el momento de terminarse el desayuno, porque empezó a jugar con él.

—¡Mira, mamá, un avión! 

—No juegues con la comida que te vas a manchar —le advertí—. Y date prisa, que nos tenemos que ir.

 —¡Y ahora es un tren! —continuó, sin hacerme caso—. Oh, oh...
Escrito por Vanesa Reinaldo - Twitter

La despedida

Se pasó toda la ceremonia de pie, recibiendo a los visitantes con una sonrisa. Departió con ellos, tratando de consolar a los más apenados, hasta que llegaron los operarios de la funeraria. Entonces, con aplomo, se introdujo en el ataúd y con gran emoción se despidió del mundo hasta siempre.
Escrito por Nicolás Jarque Alegre - Web

Una muda promesa es decir no

—¿Me invitarás a cenar?

"Haré más que invitarte a cenar: compartiré contigo mi mesa, mi tiempo, mi cama, mi armario, mi alma...", pensó en contestar perdido en el pétreo iris marrón de sus ojos.

Alma se giró al fin, decepcionada ocultó una lagrima; no pudo escuchar, sentir sus sentimientos.
Escrito por Rosa María García Palacio - Web

Salvaje galope

Apuró su helada copa y aspiró la última calada de su cigarrillo aplastándolo con la punta de su bota de cowboy. Echó una última mirada a su amazona y comenzó a limpiarse, de manera pausada y meticulosa, la sangre de las espuelas que con tanto placer habían cabalgado sobre ella.
Escrito por Mª Belén Mateos Galán

Todo calculado

El viejo físico repasó por última vez todos sus cálculos. Con sólo catorce kilos más acortaría en cuarenta y dos décimas el tiempo de caída libre entre la cornisa y el suelo. Aunque por naturaleza le costaba mucho engordar, decidió aplazar el salto. No quería que se le hiciera largo.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter

Al fin juntos

Entregó toda la documentación que llevaba. Colocó sobre la bandeja las monedas que aún tenía en el bolsillo. Se quitó el reloj, miró a través del cristal y solo apreció la seriedad del guardián.

Lo llevaron a una celda. Desde la de al lado un hombre le habló: "¡Hola, hijo!".
Escrito por Salvador Pérez Salas - Twitter

Amor urgente

La sala de espera del hospital era un bullicio infernal. La enfermera entró y gritó su nombre.

—¡Alfonso García!

Un señor de mediana edad corrió hacia la chica que le entregaba un corazón aún latiendo.

—Su novia quiere entregarle esto, dice que se parte con usted, literalmente. Ahora la pegaremos.
Escrito por Arimike - Twitter

Praxis

Mocasines sin cordones para evitar tropiezos. Los fulares de seda, como las buenas corbatas. El tabaco, no, que mata. Su padre le enseñó muchas cosas. Otras, a usar gafas de sol en los parques infantiles, o que las niñas prefieren caramelos de envoltorios brillantes, las aprendió solo. Con la práctica.
Escrito por Paloma Hidalgo Díez

Siguiendo tu compás

Cuando me agarraba a sus caderas, el frenesí de mi cuerpo luchaba contra su gravedad y me convencía de que había superado la eterna caída y volvía a hacerme volar.

Juntos en perfecta sintonía con el vaivén de la brisa, es lo que me metía prisa, por querer(le) de más.
Escrito por Amalia - Web

Pobre diablo

Que el diablo compra almas ya lo sabemos. Lo que ignoramos es que las compra para ver si alguna es de su talla. La suya está destrozada.

Sabe que las almas que se venden son impuras, pero las sigue comprando porque hasta él cree en Dios y espera un milagro.
Escrito por Sandra Rebrij - Web

Havoc

Año 2116. Operación Apolo XXX.

La nave toma tierra en el desierto de Gobi. Los selenitas inspeccionan el terreno, investigan si existe vida alrededor. Silencio total, tormentas de polvo. Al fondo, un cartel: Se traspasa. Razón en Marte. Preguntar por el último superviviente, el que huyó de esta tremenda barbarie.
Escrito por Soledad García Garrido

Más allá

El vaivén de las olas lo hipnotiza. Jamás imaginó lograr éste grado de trascendencia. Su alma flota sobre el océano, observando, absorbiendo. En las frías aguas del mar, su cuerpo se hunde una vez más. ¡Es inevitable!

Siempre supo que ni a la hora de su muerte podría ser convencional.
Escrito por José Torma - Web

Ver lo que se quiere ver

Lázaro salía cada noche a ver qué había en la Plaza de Canalejas. Decía que tenía muy vista la ciudad de Madrid y sin embargo siempre sacaba un rato para constatar que el esoterismo de la plaza era un cúmulo de rumores.

Aquel viernes, creyó ver a su padre allí.
Escrito por Jorge LP Logan - Web

Intento desesperado de cambio

"Sube. Sigue subiendo. Lo siento por todo mi cuerpo. No quiero, pero no sé evitarlo. Ya está aquí. Me manda...".

"Ya pasó, me siento vacío y me odio, el cambio no ha sido suficiente".

Le invadía este último pensamiento, mientras miraba fijamente las heridas provocadas a la muñeca recién comprada.
Escrito por Maen Romo

Dígaselo con flores

La diva, bajo la luz de su estrella apagada, maquilla arrugas antes de actuar por última vez. Luego aceptará al fiel admirador, cuyo amor sacrificó para consagrarse al espectáculo. Aún no sabe que hoy no tendrá sus flores, que será ella quien, regadas con lágrimas, se las lleve al cementerio.
Escrito por Ángel Saiz Mora

La llama

Guardaron la llama del amor de cada uno en un frasquito. Lo soltaron en el río. El frasco siempre regresa. Al pasar los años volvieron al río, esperaron pero no llegó. Se miraron sin cariño. Lo que no sabían es que su frasquito se amontonó con los de otras personas.
Escrito por Paste

Érase una vez

Aquel cuento era tan mediocre que hasta las palabras se avergonzaban de formar parte de él. Una noche, mientras el escritor dormía, las palabras decidieron marcharse. Pero observando el páramo de aquel folio en blanco, las tres primeras palabras, compasivas, acordaron volver. Ellas darían una nueva oportunidad a su imaginación.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web

Teka

Teka ronda las chozas de los que antes fueran sus hermanos. Lo reciben lanzándole piedras y toda clase de insultos.

—¡No estoy muerto! Ha sido una treta del brujo para quedarse con mi mujer y mis tierras —alega en su defensa.

—¡Lárgate de aquí, fantasma! —le responden.

Nadie le cree.
Escrito por Vicente Varas - Twitter

El actor

Sus lágrimas y su dramática actuación en escena conmovieron a todos los espectadores, lo que le valió para ser galardonado como mejor actor del certamen teatral.

No era el actor principal, pero horas antes había perdido a su madre y aquella lágrima y dolor eran verdaderos.

¡El espectáculo debía seguir!
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web

Hermann K.

—Hay un bicho en el dormitorio —me dijo mi mujer.
—¿Un bicho? ¿Y qué quieres que haga?
—Está claro lo que quiero que hagas.

Fui al dormitorio y allí lo vi, correteando indiferente. Imaginé que era Gregorio Samsa y que Gregorio Samsa era mi hijo. Y lo aplasté sin contemplaciones.
Escrito por Plácido Romero - Twitter

La señorita Edith (II)

Despierta, tristemente despierta, con los parisinos rayos del sol dándole en pleno sobre su joven rostro. Abre la ventana del quinto piso y piensa si hoy sí dará el salto. De pronto, una paloma que viaja desde México le deja el siguiente mensaje: "L’amour est la mort". Ella sólo suspira.
Escrito por Andrés Galindo - Web
Parte I | Parte II | Parte III

Ocaso y fuga de Joshue P. (II)

A Joshue P. le encontró la tarde sorprendiendo a su estilizada sombra fugándose ante sus pasos, entre las penumbras del crepúsculo.

Un frío repentino le confirmó que, en las aceras, el tiempo también pasa. Se durmió entre cartones mientras la hoguera que ardía sobre el horizonte expiraba en rescoldos rojizos.
Escrito por Antonio Rodríguez Gallego
Parte I | Parte II

Último deseo

—¿Papá, te llevo al hospital?
—Sí, con cuidado, no me pase nada.

Se levanta rápido. Camina despacio para no caerse. Sus días son gotas de rocío que cada mañana mueren a sus pies.

Son 94 años y después estará preparado. Agradecido, su corazón henchido; hoy conocerá a su primer biznieto.
Escrito por Eva Mª Domínguez

El vendedor de aventuras

—¿A qué te dedicas? —preguntó Andrea con voz ingenua.

—Escribo cuentos de cincuenta palabras, —respondí prendado de sus límpidos ojos de avellana y su piel de seda.

—¿Puedo leer uno?

—Sólo si me das un beso.

—Quieres comprarme un beso.

—No, preciosa, quiero venderte el cuento más viejo del mundo.
Escrito por Nicolás Puente

Reina por amor

El soldado mira atrás, esperando la señal de su rey. La dama observa el gesto, indiferente.

Por él atraviesa trincheras, derriba castillos, esquiva caballos y burla mariscales. No descansa hasta conseguir el objetivo y regresar a su lado para mostrarle, triunfante, su nueva corona.

Reinarán juntos mientras dure la partida.
Escrito por Asun Paredes

La llamada

Fue la llamada más extraña que recibí de mi tía: "Chu-chu-chu, ¡chu!, chu-chu-chu, ¡chu!, ¡plaf!, chu-chu-chu, ¡chu!, chu-chu-chu, ¡chu!, ¡plaf!".

Cuando entendí, marqué al fijo, para avisarle:

―Tía, el lavarropas acaba de llamar desde tu celu… Me dijo que revisaras los bolsillos.
Escrito por Noelia Antonietta

Juego sucio

—A ese le voy a tener que cantar las cuarenta —pensé.

Al instante vi que no iba a ser posible. La sota, la maldita puta de oros, se había fugado con el rey de copas. Me quedé con cara de póker.

Al no poder jugar todos, decidí romper la baraja.
Escrito por Josep Sebastián - Web

La escalera más grande

Jamás sentí tanto dolor hasta que perdí a mi padre. Él me ayudaba a construir lo que quisiera, entonces elaboramos un álbum de fotografías para nunca separarnos.

El problema es que no me dijo dónde lo puso, por eso tendré que elaborar la escalera más grande del mundo para preguntarle.
Escrito por Geyna López

Un sueño

En una de esas noches en las que el frío es la constante, un ángel tejió una cobija para cubrir la espalda del noble caballo llamado Magú, que bajo la lluvia deambulaba por las calles de una ciudad llena de gentes que lo golpeaban a diario.

Su sueño, ser libre.
Escrito por Jorge Ruiz - Twitter

Objetos perdidos

Gatea sigiloso por el pasillo, conoce cada rincón de la casa y avanza sin contratiempos. Gira con cautela y alcanza el salón sin esfuerzo. Se incorpora sobre el sofá buscando un apoyo seguro y, tras un barrido visual, lo descubre. Sonriente, extiende su bracito y recupera feliz su codiciado chupete.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez

Siluetas

Nunca me sentí capaz de alcanzar tanta belleza. Me gustaba observarlos desde lejos cuando batían las alas y parecían rayar el sol. Solía pensar que eran ellos quienes nos hacían sombra, hasta que un día pude ver a uno de ellos de cerca, alimentándose de otros que ya habían caído.
Escrito por Xiomara Puertas Bárcena - Twitter

Rendición

Por más que se esforzaba, por más que golpeaba y gritaba, la puerta no se abría y ellos estaban cerca, acechándola. Pronto la alcanzarían. Acorralada, notaba cómo el pánico la paralizaba impidiéndole hacerles frente.

Cuando por fin aparecieron ante ella, su corazón se detuvo. Se había rendido a sus miedos.
Escrito por Yolanda Bruch - Twitter

En la maleta

Empezó a ligar desde el día que lo descuartizó. Guardó de manera ordenada sus pedazos dentro de la maleta. Debía enterrarlos lejos del lugar del crimen.

Al intentar subirla al tren, un hombre le preguntó mirando sus labios:

—¿Me permite ayudarla?
—Sí, muchas gracias. Esta maleta pesa como un muerto.
Escrito por Begoña Curiel - Twitter

Salto de gato a pantera

Pasó melancólica su mano alrededor de la cabecita suave del gato que, sumiso, le miraba con ojos de melocotón. Ensimismada, con la mente lejos, recordaba el viejo sueño en el que yacía junto a una negra pantera, la acariciaba y ambas corrían jugando. Eran otros tiempos, esos que resultan indemostrables.
Escrito por María Teresa Rodríguez Cabrera - Web

Mala leche

Ver el cuerpo del niño sirio flotando en la orilla, mientras saboreaban su café matutino, escandalizó a los europarlamentarios. Sabían que más allá de sus ministerios había miles de víctimas como Aylan. Juraron que no volverían a pasar aquel mal trago: dejaron de leer las noticias con el estómago vacío.
Escrito por Stbn

El marcapáginas

Entre ellas, siento el aroma de tus palabras, atrápame con tus letras. "Hazme sitio, abrígame entre tus hojas", parecía decirle mientras ella leía, asomado por las aristas del libro cada página adelante. Cobijándose en vocablos como: leer, viajar, vivir, soñar. Alistado entre portada y contraportada. Él también llegaría al final.
Escrito por Carmen Martínez Marín - Web

Lily

Yace invitante. Me hundo en su piel. Sus dedos me recrean. Arranca hipidos. Estira el cuello en busca de mi pecho.

Apago la luz. Rodeo su cuello con brillos fluorescentes esmeralda.

Lily, de un manotazo, rompe el collar. Salta del sofá detrás de las canicas, juguete preferido de mi gata.
Escrito por María Jesús Briones Arreba

Nenúfares

El príncipe Juan nunca aprendió a nadar. Clases particulares de refuerzo, pócimas y conjuros, velas y rosarios, novenas y profesores particulares tampoco lo consiguieron. Cuando la bella se acercaba al estanque y las demás ranas empezaban a dar saltos de alegría, él se agazapaba en su nenúfar, muerto de miedo.
Escrito por Luis San José - Web

Química elemental

Mientras su sólida determinación se hundía en el líquido elemento y el sueño gaseoso de una vida mejor se desvanecía en el aire, observó cómo el barco guardacostas de la coalición internacional viraba y se alejaba de él, mar adentro.

Entonces, comprendió cuál era realmente la materia de los estados.
Escrito por Carles Quílez - Web

Huellas

Había permanecido inalterable contra los rigores del paso del tiempo, tras haber surgido de la nada e intentado ser diferente. La realidad fue encontrarse con la indiferencia ajena. Lo descubrió demasiado tarde como sus antepasados, que no dejaron traza alguna para seguir sus pasos. Al menos supo desaparecer como ellos.
Escrito por Antonio Ortuño Casas

Revelaciones

Tiempo después, al disiparse el último chispazo de radioactividad, la Oscuridad se quebró y regresaron las estrellas. Las aguas se regocijaron en el seno de la tierra. Al tercer día vomitaron vida los volcanes y resucitaron los pájaros. Adán espera impaciente; ningún dios se atreve a extirparle aún la costilla.
Escrito por Belén Sáenz - Web

Secreto inconfesable

Mi madre se ha enfadado mucho conmigo cuando, angustiada, paré en seco la lavadora esta mañana. Rápidamente saqué las sábanas y, todavía mojadas, las extendí con mimo y cuidado sobre mi cama.

Antes prefiero sus gritos llamándome loca y descerebrada que confesarle que hace meses que duermo con un fantasma.
Escrito por Margarita del Brezo

Mind the gap

Con la consciencia, primero vino el dolor y después, los gritos de la gente, seguidos por una vibración tan molesta y persistente que le obligó a abrir los ojos.

Lo primero que vio fue la sangre sobre el raíl y después, aquellas luces que llegaron para apagarlo todo, por fin.
Escrito por Juas

Baño de desamor

Mientras te espero arrodillado se entretejen efervescencias en mi sesera. Al fin sales al balcón, pero no exhalas gratas promesas de abrigo como solías. Me lanzas, sin esperarlo, la bravura de una ola que disuelve mis ilusiones y las transforma en una espesa niebla que trepa hasta ti para estrangularte.
Escrito por Sergi Cambrils - Web

Recuperando sueños

Lo había meditado mucho. Por eso, antes de partir, dejó la mesa puesta y un poema en la nevera. En la calle la esperaban con los brazos abiertos un día azul y un hombre con chistera.

No pudo evitar mirar atrás: sólo quería asegurarse de haber cerrado bien la puerta
Escrito por María José Escudero

Resaca traicionera

Cada víspera de fin de semana, un genio encerrado en el fondo de las botellas le suplicaba que lo liberara de su prisión. A cambio, le prometía solemnemente concederle tres deseos que no podría olvidar jamás.

Cada lunes por la mañana, una persistente resaca se empeñaba, caprichosa, en impedirle recordar.
Escrito por Silvina Palmiero - Twitter

El regalo

Vestido de rayos de sol y la bruma del paisaje estival, apareciste en mi sino agitándolo todo. Sacudiendo mi cuerpo con tus sonrisas nacaradas, meciendo mis palabras con tu corazón rojito y moviendo mis piernas hacia caminos nuevos y deseados. Tú, un regalo lleno de energía, de amor y vida.
Escrito por Esther Moreno Morillas - Web

Realidad desmembrada

Cuando por fin había asumido su destino con valentía se dejó dar la ultima paliza. Después, sigilosa, lo abandonó como a un perro muerto. Él, indigno, se quedó sollozando, intentando engañarla una vez mas, haciéndole creer que era la flor más bonita del jardín, mientras la amedrentaba entre amenazas descontroladas.
Escrito por Montse Díaz - Twitter

Ofensa

El inuit se revolvió como un salmón fuera del agua ¡Le había llamado esquimal! ¡El no era un 'comedor de carne', él era un 'pueblo'!

"¡Maldito hombre blanco!", masculló mientras veía llegar a la camarera con el filete de foca que había pedido. Recordando su magnífico sabor, comenzó a salivar.
Escrito por MariLeches - Web

Tanto para qué

Fruto de su constante denuedo, de sus vigilias en recónditas bibliotecas, de sus prolijas conversaciones con doctos maestros... creyó haber resuelto el arcano de la sabiduría. Lo resumió en una única sentencia: "Solo sé que no sé nada".

Alguien le recordó que Sócrates, hacía siglos, había dicho exactamente lo mismo.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

Respirar

Como cada mañana se preparó para iniciar su jornada laboral. Le costaba cada día más asistir a la oficina y realizar su trabajo. Le faltaba el aire. No podía respirar. Había tomado una decisión. Era su momento...

Guardó el revólver en su bolso. ¡No habría más risas a su paso!
Escrito por Pilar Alejos Martínez

Mejor que malvivir...

Pasaba su vida al compás del reloj digital de la pared blanca que tenía enfrente. A veces, recordaba recuerdos imprecisos de quien solo aguarda nada... Nada, palabra maldita hecha condena.

En otras ocasiones, huía de esa mano de látex que intentaba sujetarlo para inyectarle no se sabe bien qué sustancia.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Twitter