Mejor relato de noviembre de 2018

25 autores habéis ordenado de más a menos favorito los ocho finalistas. Por cada votación, se les ha asignado 10, 8, 6, 5, 4, 3, 2 y 1 punto. Estos son los resultados:

1º. United Colors, de Manuel Menéndez Miranda - 142 puntos
2º. Hijo único, de Belén Sáenz - 135 puntos
3º. Carabina, de Pepe Sanchis - 130 puntos
4º. Resonancia magnética, de Patricia Richmond - 128 puntos
5º. Pecado original, de Aurora Baeza - 124 puntos
6º. Rey de redes, de Ángel Saiz Mora - 119 puntos
7º. Sistemas de ubicación en el recuerdo, de Miguel Ibáñez - 115 puntos
8º. Confesiones de una mujer, de Marisa Martínez Arce - 77 puntos

La epifanía

Menuda suerte, ¡el fantasma de la Navidad! Ni me lo pensé: le di la mano entusiasmado y fuimos a descubrir cómo sería la Navidad sin mí.

El paseo estuvo curioso, volando y tal. Pero, incapaz de apreciar nada anormal, lo miré, se encogió de hombros y se fue sin más.
Escrito por Álex Garaizar

A pierna suelta

Tras una noche de farra, dejamos al novio acostado en la trastienda de la botica de su padre. Musitaba incongruencias y se revolvía desazonado bajo la estantería de "Sedantes y lenitivos".

Toda la mañana lo esperó Inés en el pórtico de la iglesia, colérica y hermosa, toda vestida de blanco.
Escrito por Mª Jesús Rodríguez

El último mes

A mi tú no me gustas nada. Cuando llegas, espero ansioso que te vayas como has venido, que desparezcas rápido, que pases volando como un suspiro. Sin dejar posos de nostalgia. Ya hubo épocas. Aunque están en lontananza dejaron huellas grabadas, son tatuajes etéreos de esos que no se olvidan.
Escrito por Carmen Martínez Marín - Web

Corrientes actuales de la filosofía

"Una Experiencia religiosa", fue lo primero que me vino a la cabeza. En la Universidad, el profesor de Filosofía nos preparó una clase magistral. De forma sutil, emparejó el pensamiento de Hegel con la música de Beethoven.

—Cerrad los ojos —nos dijo— y permaneced como pagodas, mientras suena la música.
Escrito por SnowThomas

Plantón

Juan le propuso, una vez más, varios planes. Él volvió a hacerse el remolón. Eran amigos desde hace años. Volvió a pensar que tenía depresión. Pero al llamarle para confirmar y éste obviarlo, decidió no volver a contar con él. Finalmente, le devolvió la llamada. Quedaron, pero Juan nunca apareció.
Escrito por Iñaki Ferreras - Web

El silencio

¿Por qué aquel silencio? Era sobrecogedor. No se oía absolutamente nada. Pensé en un primer momento que la explosión de la bomba me había dejado sordo, pero me equivocaba: yo estaba solo en aquella trinchera en la que, un momento antes, nos apiñábamos treinta hombres. Entonces comprendí: yo estaba muerto.
Escrito por Rosa Ibarra Amor

La abuela es un peligro

—¿Abuela, te acuerdas de qué día te hiciste vieja?

—Sí, Amanda, fue el día en el que tuve que sentarme en la cama para ponerme las bragas —le respondió Carmen sin dudarlo un solo instante. Su hija María las escuchaba mientras cosía.

Hoy está en urgencias, se rompió la crisma.
Escrito por Celeste

Regalos de Navidad

Berta adoraba los peluches de ojos redondos y pelo suave, así que sus padres le regalaban varios cada Navidad.

—¡Compremos otra cosa!
—¡Pero si es lo que más le ilusiona!

La mañana del veinticinco, Berta jugaba con sus preciosos muñecos. Luego llegaba febrero y botaba esa basura que, estorbando, ladraba.
Escrito por Cristina Núñez

Eternos amantes

Ambos se aman desde que se conocieron. Cada día se adoran en silencio, se desean en silencio. Eternos amantes, sus manos quieren tocarse, sus cuerpos anhelan abrazarse, pero siempre está esa maldita distancia de por medio. Tal vez, si el guarda del museo adivinara su amor, acercaría estas dos estatuas...
Escrito por Sonia Serna San Miguel - Web

El anticipo

Sacó su caja de cerillas del bolsillo y encendió uno de los fósforos. La llama le permitió ver lo que tenía más cerca. El reflejo de la luz en el filo del cuchillo le concedió unos segundos para comprender qué era el dolor agudo que sentía ahora en su estómago.
Escrito por Alma Rural - Web

Al que a feo ama...

El hombre era feo y lo sabía. Desde chico su madre se lo hizo notar y le dijo el famoso cliché. "La suerte de la fea...". Cuando conoció a Sartresia se enamoró de su belleza. Unieron sus vidas, se amaron sin sospechar que en el pueblo los llamaban "los feos".
Escrito por José Torma - Web

Mesa para cinco (Invitado)

Fue lo único que heredaron de su madre, una mesa. Siendo imposible dividirla en cinco partes iguales, optaron por disfrutarla una semana cada uno. Así que, cada siete días, la trasladan a la casa del hermano que por turno corresponde. Junto al cepillo de dientes que les legó el padre.
Escrito por Rafa Olivares - Web
Uno | Dos | Tres | Cuatro | Invitado | Cinco

Resonancia magnética (Médicos sin fronteras III)

Siempre te intrigó qué podía tener en la cabeza. Y ahora lo ves: un lago azul surcado por barquitos de velas blancas, niños corriendo por la orilla y un coro de violines que rivaliza con el canto de los pájaros. Me miras, escuchas al médico y confirmas el diagnóstico: "Inoperable".
Escrito por Patricia Richmond - Web
Parte I | Parte II | Parte III

No importa el tiempo

Decolorido, apareció con marcador, 7/1/10. Los azulejos de atrás del mueble viejo sonrieron al verme trapo con agua en mano.

Todo el día como una etiqueta en mi cabeza, 7/1/10.

Aceptando el dolor, cuando llegó la noche, volví a su cucha, y lo lloré de nuevo.
Escrito por Ala Maya

Inconsciencia

Desesperadas, volaban apresuradas cuando cayeron en una trampa. La Reina gritó, rompiendo su silencio ancestral.

—¿No entiendes? Al matarnos destruyes el planeta.

El hombre, mientras prendía fuego a las colmenas pensó: "¡Estoy cansado... Hasta escucho hablar a las abejas!". Al instante el fuego devoró a las últimas de su especie.
Escrito por Rosa Boschetti - Web

Mesa para cinco (Comensal #4)

En un extremo de la mesa, el sombrerero, la liebre y el lirón discuten si las mariquitas son rojas con puntos negros o negras con manchas rojas.

Absurdo, piensa Alicia mirando el reloj, y grita hacia fuera del relato:

—¡Te estamos esperando! ¡Diligente y veloz, ve delante de un espejo!
Escrito por M. Carme Marí - Web
Uno | Dos | Tres | Cuatro | Invitado | Cinco

Accidente aéreo

La aeronave descendía en picado sin ningún freno posible. Había perdido tres de los cuatro motores que la sustentaban. Asustados, veíamos cómo caía echando humo negro hasta que se estrelló contra el suelo, incendiándose. Se escuchó un grito.

—¡Mamá, papá me ha roto el dron que me trajeron los Reyes!
Escrito por Daniel Canals Flores - Web

Circunstancia

Coge el bisturí e inicia con una precisa incisión sobre la zona más blanda. Extrae una delgada capa, finísima, casi transparente. Observa el resultado de su acción y la compara. Magnífico sabor. La satisfacción y el morbo lo exaltan. Acelera los cortes y solo se detiene al observar restos óseos.
Escrito por Hairo Jorge - Twitter

Paisaje

Ya no hace falta que vengas cuando llueve. Ya no. Las gotas en los vidrios son pequeños ríos que dibujan un paisaje de luz. Descubro en el viento la promesa que no tuve, disfruto de tu ausencia, me abarca un tiempo nuevo, gozo con la lluvia, y no hace falta.
Escrito por Margarita Cestaro Barbé

En attendant l'ordre

A derecha veo cadáveres y hombres moribundos sobre charcos de sangre. A izquierda, apenas distingo los rostros sollozantes de mis paisanos aterrados y avergonzados por su miedo. Ante mí, la noche, un farol y un cobarde pelotón apuntando con sus fusiles. Levanto mis brazos. El rojo teñirá mi camisa blanca.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web

Abecedario desesperado

Ella le ama, besa, canta, dice, explica, flirtea, grita, huele, invita, juega, lame, mira, ningunea, ñasca, ordena, pica, quiere, roza, silba, titubea, unge, vence, yace, zarandea.

Pero nada insufla vida a sus ojos y sus manos de piedra.

Desconoce que bajo la apariencia humana hay una estatua. Cosas del hiperrealismo.
Escrito por Chispita

Desencajadas

La encontré tirada, sucia y con raspones. Parecía querer esconderse, pero me agaché para recogerla y la limpié frotándola despacio. Con su débil bracito romo señalaba al cercano contenedor de papel. Me asomé aprisa. Apiñadas en el fondo, otras dos mil novecientas noventa y nueve asustadas piezas me miraban aliviadas.
Escrito por Álvaro Abad

Fiel amante

Podrían haber acabado aquella noche siendo íntimos, pero habrían tirado por la borda su reciente amistad. Estuvieron muy cerca de hacer el amor, como otros enamorados. Tan próximos, que durmieron en habitaciones diferentes, separados.

Al día siguiente, poseyó a su esposa. El rostro que vio mientras fue el de ella.
Escrito por José Antonio Barrionuevo

El día que me despedí de mí

De pronto el espejo se vació. Del temor había pasado a la duda, luego al titubeo y el extrañamiento propio. Azulearon las sombras en mi mente, zigzaguearon mis pensamientos, el pánico incipiente fue sofocado por un fogonazo inapelable que me impuso una férrea regla: nunca más sería el que fui.
Escrito por Carmelo Carrascal

Los chicos del carrito

"Loren, date prisa. Tenemos muchos contenedores que revisar antes de que pase el camión", dice Matías tirando del carrito con una mano y blandiendo el gancho con la otra.

Loren, calándose la raída visera, echa un vistazo rápido a una habitación iluminada. Entre sus paredes quedaron muchos sueños por cumplir.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web

Fake news

—Quiero esta lengua de cerdo cortada en pedacitos.

El carnicero mueve la cabeza afirmando no tener los cuchillos suficientemente afilados

—Entonces comprímala con su prensa.

Se hizo el silencio.

El público congregado en el local, con la vista fija en la pantalla del móvil, coreó el primer gol del partido.
Escrito por María Jesús Briones Arreba

Despertar

El sol parecía tener un gusto especial esa mañana; era un abrazo dulce aunque ya levemente molesto, era un abrazo de inexplicable sed. Hasta que recobró un poco el sentido y miró alrededor; había dormido en la plaza y ese sol iba a ser lo mejor del día, por mucho...
Escrito por Letuner

La tormenta

La tormenta era intensa. El granizo golpeaba con fuerza.

Él pensaba en su auto. Ella, en su indiferencia. Él, en la ruta peligrosa. Ella, en su desilusión. Él estaba furioso. Ella, triste.

Él ganó la pulseada, como siempre, mientras el auto derrapaba en el camino y se deslizaba al barranco.
Escrito por Marisa Villar Arranz - Twitter

La modelo

Tomó el cincel de forma maquinal y se acercó a la modelo para comprobar que todas sus facciones estaban plasmadas en la escultura. Era igual: los mismos ojos llenos de tristeza. Los mismos pómulos níveos pintados por la muerte. Clavo el cincel en medio de su pecho: "Son exactas", exclamó.
Escrito por Nicolás Puente

Amor gatuno

¡Ven, te digo que vengas, suelta el calcetín!

Este gato me vuelve loca y sin embargo me mira con sus tiernos ojos cuando le regaño. Me lo como a besos. A cambio me regala su ronroneo. Debo parar de achucharlo o su próximo regalo me dejará marca en el brazo.
Escrito por Marola

Tósigo

Me volví experto en aparentar: paseaba entre la cama de mi amante y la casa donde vivía mi familia. 

Transcurrieron años, y una dualidad que no advertí fue que mi mujer también jugaba en ese tablero. No con las mismas reglas pero, tras enterarse de mis desventuras, me envenena lentamente.
Escrito por Cristopher Josué Escamilla Arrieta - Twitter

Donde dije digo...

En Chucheristán se pagaba con gominolas, la principal fábrica de chuches estuvo a punto de quebrar pues los directivos se las comían.

Las fábricas prestaban gominolas y el gobierno cobraba al que las pedía.

Los jueces dictaminaron que tenían que pagar las fábricas, pero eso perjudicaba a fábricas y gobierno.
Escrito por Irreverente inadaptado

Sistemas de ubicación en el recuerdo

Hay un hombre que vive en la ausencia. Es una estrella fugaz que, si te fijas, ves en la mirada perdida de mamá en las comidas familiares. Para ella es la luz que enciendes solo un segundo en la noche para orientarte cuando vuelves del baño; y no quieres tropezar.
Escrito por Miguel Ibáñez

Crónicas de Medusa I

Tantas preocupaciones tenía en su trabajo, como Medusa serpientes en su cabeza. No era menos la carga que soportaba el basilisco, siempre con su carácter por bandera. Hasta que ambos se miraron fijamente sin convertirse en piedra y supieron que su relación laboral debía de llegar a su fin indefectiblemente.
Escrito por Carmen Gallego
Parte I | Parte II

Confesiones de una mujer

Resumiré en 50 palabras lo que he sido incapaz de decirte en estos 50 años. Ni me has respetado ni me has querido. Me has tratado como a una esclava. Pude irme, no lo hice por mis hijos. Por cierto, ya es hora de que lo sepas: no son tuyos.
Escrito por Marisa Martínez Arce

Sin cuentos

—Cada vez que croa un sapo barrigudo y verrugoso una niña pierde su trenza. Por eso te hemos tenido que cortar la tuya, cariño.

—Déjate de cuentos, mami. Sé que estoy enferma. Por el bicho que tengo dentro es porque me han cortado tanto el pelo. Pero ya crecerá. ¿Verdad?
Escrito por Maest

Rey de redes

El vídeo es un éxito, la gente lo reproduce, incansable, una y otra vez. Cuando su móvil empezó la grabación ya supo que iba a alcanzar la fama, aunque no imaginaba que llegaría a tanto. Algo tuvo que ver la piedra que cedió bajo sus pies al borde del precipicio.
Escrito por Ángel Saiz Mora

El despropósito

"¿Bailas?". Inclinado hacia ella y sonriendo con aplomo, esperaba su respuesta. Vestía mi primer traje, comprado aposta para agradarle, mientras en la pista, como una ofrenda, sonaba Samba pa ti. No recuerdo si me miró, aunque sí cada una de sus palabras: "Y tú, ¿sacas la corbata de mi refresco?".
Escrito por Enrique Mochón Romera - Twitter

Balance

Tres hijos, treinta años trabajando como periodista, tres divorciada y cincuenta alejada de su tierra. Era el breve balance vital de María.

La mujer odiaba que su existencia pudiera resumirse en solo tres líneas. Y aunque, saturada de rutinas y vacíos, era insufrible, juró que haría que mereciese la pena.
Escrito por Gloria Arcos Lado

Ellos

En el silencio de la noche, las miradas congelan las sonrisas, los susurros aceleran los latidos y las caricias detienen el tiempo. Quiso decir algo, pero resbaló en sus ojos.

Podrían apagarse la luna y las estrellas, o derrumbarse el mundo. Ya nada importaba, porque al fin la estaba besando.
Escrito por Giancarlo Ubillus - Twitter

Mesa para cinco (Comensal #3)

Brindaron con un "¡gracias!". A los cuatro les iba bien. El alcalde licitando sin parar. La presidenta con su máster. El exministro gestionando tarjetas. La responsable de comunicación fabricando verdades.

Le ofrecieron renovar el contrato. Él buscó en el bolsillo, apagó el dispositivo, sacó la pluma y estampó su firma.
Escrito por Josep Maria Arnau
Uno | Dos | Tres | Cuatro | Invitado | Cinco

En el viernes, desahogo

En las vísperas de un mercadillo mi amor se partió las piernas, los pies y se fracturó los brazos. Fisuró la cabeza, se hizo un chichón.

Mi amor oxidó los cubiertos, rajó la mampara y desechó la mandolina.

Mi amor en vísperas del mercadillo es imberbe, no sabe coser poesía.
Escrito por Márcia Abath

Compañeros

Me gusta despertarlo con besos y mimitos, le canto, le abro la ventana para que le entre el sol y le pongo un buen desayuno. A veces creo que soy un friqui, pero entonces mueve la colita y me lanza burbujitas... Al fin y al cabo solo es un pececito.
Escrito por Pau

United Colors

El héroe envuelto en su capa desaparece en las alturas, con la chica desmayada entre sus brazos. La multitud vitorea entusiasmada; la ciudad está segura bajo su protección.

Regodeándose ante su inminente festín, Drácula reflexiona que empezar a vestirse con colores chillones ha sido la mejor idea de su muerte.
Escrito por Manuel Menéndez Miranda
Elegido mejor relato de noviembre de 2018

El banco de la desolación

Se pusieron de pie y él la besó por última vez. Caminaron solo algunos pasos cuando otra pareja ocupó el lugar que ellos habían dejado.

Llegados al límite del parque, ahí se separaron.

En el banco discutían. Después se les vio ponerse de pie. Luego él le dio un beso...
Escrito por Ruperto

Viviré mi vida vivida

Comencé la carta escribiendo: ¡Hola... yo!

Iría dirigida a mí pero... cuarenta y dos años atrás. Posiblemente, la letra, me resultaría familiar. Tan parecida a la, entonces, "suyamía".

No sé qué mentiras decirme para llegar vivo hasta el día de hoy.

Seguramente lo deje así: ¡Hola... yo!

Será lo mejor.
Escrito por Salvador Pérez Salas - Twitter

Añoranza

El astronauta estuvo un año en el espacio. Cuando regresó a la Tierra, a veces iba a la piscina que tenía en el sótano de su casa y se metía en el agua, en la parte profunda; allí se sumergía e imaginaba estar de vuelta en el espacio. Sentía añoranza.
Escrito por Luis Goróstegui - Twitter

Nunca más elixires

Cruzó la calle con el corazón descubierto. Los autos dibujaron la evasión exacta para dejar que el cuerpo ciego pase. Sorteó todo con el elixir de la vida, pero vino un auto guiado por el elixir de las cañas, y se encontraron. Aún no renuncian. Sus heridas los siguen matando.
Escrito por Edwin Antonio Gaona Salinas

Amor filial

Dos hombres arrastraron el cuerpo sin vida por la arena, un rastro de sangre fue señalizando el recorrido; al poco, desaparecieron tras una puerta. En el graderío, la muchedumbre aplaudía y vociferaba excitada. Sólo un muchacho, con el rostro escondido entre sus manos, lloraba desconsoladamente: era el hijo del gladiador.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter

La última apuesta

No deseo fracasar. Una vez más, no. Faltan cinco minutos. ¡Puto vértigo! La gente me mira. Cuatro. Este sudor. Me siento desnuda aquí arriba. Fracasaré. Tres. Más gente. Cuchichean. ¿Quiero hacerlo? Dos. Me juzgarán. ¿Quién juzga a quién? Uno. Demasiado tarde. Caigo al vacío. ¡Auxilio!

¡Estimado público, con todos ustedes...!
Escrito por Loli Regs

Carabina

Mi hermano mayor me llevaba a casa de su novia. Encerrados en su cuarto esperaban que hiciera compañía a Piluca. Nos enamoramos enseguida: revolcándonos en caricias, extasiándonos de intenso placer... Cuando ellos rompieron, quisimos continuar con nuestra relación. Pero resultó un amor imposible.

Mis padres jamás consintieron mascotas en casa.
Escrito por Pepe Sanchis

Huyendo de uno mismo

En vano, trato de saber lo que me espera en la otra orilla. Casi llegando, como si de una maldición se tratara, una terrible corriente me devuelve al puerto de partida y me veo de nuevo tratando de huir de esa sombra que ruge desde la linde del bosque oscuro.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez

Mi basura

Suena el timbre de mi casa como si hubiera un incendio y, al abrir la puerta, la bolsa de basura que acabo de bajar está ante mí. Tiene una pose desafiante, con las lazaditas puestas en jarra. Ante mi desconcierto se me cuela dentro y se acomoda en el sofá.
Escrito por Nuria Rozas - Twitter

El síndrome de Don Quijote

Descubrió, de repente, que ya no podía caminar por el bosque como solía. Luego se le vio distraído y su voz empezó a sonar como un oboe melancólico. Poco después, perdió el hilo de la conversación con el mundo: fue cuando empezó a señalar con su lanza a los molinos.
Escrito por María José Escudero

Sin villancicos

Como no podía dormir, me he puesto a contar ovejas. De pronto, unos pastorcillos se han encaminado hacia Belén.

Menos mal que he refrenado el impulso de comprar dulces navideños en la cola del súper. Son muy considerados: en atención a nuestra manga corta, aún suena la canción del verano.
Escrito por Carmen Cano - Twitter

Músico

No me escondo nunca de nada y, aunque logra siempre gobernarme, continuaré actuando altaneramente. Si ella puede seguir la partitura, yo llevaré la batuta tocando con todos mis instrumentos: la boca, las manos y la cabeza bien alta para continuar recibiendo orgullosamente todas las distinciones; eso sí, en su honor.
Escrito por Antonio Ortuño Casas - Web

Duelo

Los dos hombres llegaron al duelo con idéntica premura; los dos sostuvieron el arma con las manos temblorosas; los dos dispararon al mismo tiempo, con los ojos cerrados.

Solo uno de ellos se desplomó con el pecho sangrante. La otra bala se quedó incrustada para siempre en mitad del espejo.
Escrito por Daniel Castillo

Ni sumisa ni devota

Siempre había sido tan silenciosa. Aceptaba todo lo que se le pedía. Cuando llegaba a casa, estallaba en lágrimas y dolor. Ser así, era una cualidad tan bien vista por la sociedad.

Un día algo cambió. El silencio encontró su voz. Dejó de ser invisible. Todos creyeron que había enloquecido.
Escrito por Silvana Alexandra Nosach - Facebook

Días de vida

Desde que se lo comunicaron desayuna churros en el Áfrika, ha vuelto a la plazuela con las vecinas y come fuera. Los miércoles se acicala en la peluquería. Cada tarde vuelve a casa feliz. Tras revisar el calendario se acuesta pensando si don Emiliano tenía razones ocultas para no acertar.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter

Mesa para cinco (Comensal #2)

―Sí, solicitaron un reservado para "los cinco cincuentones", o algo así, diciéndonos que traerían ellos su comida. Cuando entré ya estaban muertos, con sus manos entintadas y entrelazadas. Parecía un pacto diabólico de esos, apestaba a azufre. Lo más extraño es que dejaron un puñetero dinosaurio despedazado sobre la mesa.
Escrito por Jesús Garabato Rodríguez
Uno | Dos | Tres | Cuatro | Invitado | Cinco

Vuelta atrás

Salimos al monte un día de primavera y, cuando regresábamos, ya era invierno. Una gruesa capa de nieve nos impedía avanzar y el frío nos entumecía los músculos. Al sorprendernos la noche, decidimos guarecernos. En la cueva, un hombre semidesnudo, alumbrándose con una antorcha, dibujaba sobre la pared un bisonte.
Escrito por Mª Luisa Pérez Rodríguez

Alien-Nación (La ciudad sin alma III)

Día 527.

Alienados, se aferraban a sus pequeñas rutinas como si las tinieblas no se hubieran apoderado de todo. Portaban velas. Iban y venían de sus trabajos inexistentes, zombificados. Escuálidos, chocaban contra paredes. Muchos morían atropellados por aquellos intrépidos, que incluso se atrevían a conducir en la más inhóspita oscuridad.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
Parte I | Parte II | Parte III | Parte IV | Parte V | Parte VI

La plaga

Están por todas partes. Agrupadas con delicadeza en estructuras frágiles de extraña pigmentación que salpican el gris pulverulento del suelo. En las escasas zonas del planeta aún accesibles sin mascarilla es posible captar su aroma sutil, pero será preciso destruirlas de nuevo. Los viejos, apenas las descubren, rompen a llorar.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro - Twitter

Mesa para cinco (Comensal #1)

Se reunían, puntuales, todos los diez de octubre. Ninguno de los cinco escritores recordaba el motivo del encuentro. Su memoria se desvanecía. Olvidaron sus nombres completos. Conocían tan solo sus iniciales: dos C, dos J y una M. Los abrazos, sin embargo, continuaban siendo intensos, emotivos y vivos. Como siempre.
Escrito por María José Viz Blanco
Uno | Dos | Tres | Cuatro | Invitado | Cinco

Categorías distintas

La vi, me sonrió, fui y la besé. Me sentí jodidamente genial, la amo. Desperté de mi sueño, miré la hora. Las tres y cincuenta y cuatro. Quise regresar al sueño, llevarla a la cama y desnudar sus sueños. Pero no. Ella ni me mira. Un sueño, nada más allá.
Escrito por TR

La ciudad acordonada

Me desperté a las cuatro de la mañana. El motor rugía en la otoñal madrugada. Vi la calle cortada al tráfico y acorralados los sospechosos gigantes.

Sigilosos, los operarios levantaban la alfombra de hojarasca con potentes chorros de viento. Si el alba no lo remediaba sería otra noche de insomnio.
Escrito por Francisco Rubio Yepes - Web

Contra natura

El león la observa agazapado. La gacela calma su sed en el río. De un salto, la poderosa melena irrumpe por sorpresa. Los dos animales quedan irremediablemente presos en una red de amor abominable. Unos meses después, una nueva especie luchará por sobrevivir en la dura vida de la sabana.
Escrito por Aurora Rapún Mombiela - Web

Quince meses

Abrí la ventana y una brisa de fuego y miel revolvió mi pelo. Reí y también lloré, hasta que, un día, convertido en molécula, volé.

Esta fue la primera página de mi nuevo calendario. Hoy, sus hojas se arremolinan junto a tus besos; y yo, meso mis cabellos y tiemblo.
Escrito por Carles Quílez - Twitter

El comentarista galáctico

El relato se siente algo cohibido hasta que aparecen unas palabras sentidas que van sacando las costuras a su argumento. Respira tranquilo al ver que el precioso comentario ha enmascarado las fisuras del autor y ahora brilla más que nunca. Como colofón, una despedida inconfundible: Mi más muy mayor enhorabuena.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter
Dedicado a Eduardo Martín Zurita

Pecado original

Cada tarde cruzaba la plaza hacia la parroquia donde el padre Braulio había aceptado enseñarle el catecismo y las cuatro reglas cuando los demás niños se hubieran ido. Sentía las miradas de siempre tras los visillos y se preguntaba qué culpa tenía ella de cómo ganaba el pan su madre.
Escrito por Aurora Baeza

La forma del agua

Es la hora de la comida y el carcelero se acerca. Los cautivos no tienen noción del tiempo en su encierro.

Se mueven nerviosos. No hay salida.

Algunos han desaparecido sin dejar rastro.

Sobreviven entre cuatro paredes de cristal. Y ahí, en esa líquida cárcel, ni las burbujas son libres.
Escrito por María Galerna

Otro cuento

Ya no hay lobos en las montañas acechando el rebaño, hace tiempo bajaron a la ciudad. Puedes encontrarlos a la vuelta de la esquina, su pelaje simula lana de cordero y ocultan sus colmillos afilados tras una sonrisa inverosímil.

Hay tregua para los ganaderos, las víctimas actuales son otras ovejas.
Escrito por Malu

En la soledad

Allí se esconde de su miedo. Allí anidan los silencios, se apagan las miradas y los sueños rompen sus alas. Allí busca los abrazos perdidos, las caricias quebradas, las palabras que hicieron sangrar sus cicatrices y que le dieron el último impulso hacia el abismo. Sabiendo que no podía volar.
Escrito por Pedro Rodríguez

Crónica de dos ciudades

El frío aviva el eco de un taconeo que tamborilea la acera. En los escarpados hogares, el día se refugia entre rostros que se reconocen y voces que ofrecen respuesta. Afuera, la noche salpica de despedidas sin encuentros su piel prestada, fonda de semblantes anónimos bajo sordos alientos de neón.
Escrito por Antonio Bolant - Twitter

Buenas noches, que descanses

Todavía recuerdo cuando la plaza era un paraíso de aventuras y el sillón de casa, un barco pirata invencible. Eras el Capitán Rojo y yo, la pirata Corbata.

 —¿Mamá, estás bien?

Muevo la cabeza asintiendo, enredada entre tubos y cables. Arreglas las sábanas. Me abrazas diciendo:

—Que descanses, pirata Corbata.
Escrito por Sylvia Bonilla

A tu recuerdo

Ante esta lápida fría, te planto de nuevos tus flores, esos claveles rojos que te preceden ante esta primavera triste. Dos años hace ya que nos dejaste. Dos años recordándote sin verte, oliendo el azahar de los alrededores floridos sin tenerte a nuestro lado. Nunca te olvidamos en nuestros corazones.
Escrito por Cristina Jiménez Urriza

Humectación de las palabras

Tomé sus piernas y ella las abrió. Me pidió platicarle, así le hablé a la flor: deletreando una poesía, susurrándole mi pasión, diciendo lentamente cada letra del abecedario.

La flor se abrió y se humectó de ambrosía.

Esa es la mejor conversación y el mejor poema que alberga mi interior.
Escrito por Ricardo Rodríguez Sánchez

Interjecciones que no falten

Tarej Bayuf estornudó con muchas ganas y todos cuantos estaban a su alrededor, cristianos viejos por lo que ve, lo acompañaron con un ¡Jesús! Pero Tarej Bayuf protestó. Si yo soy mahometano, practico el islamismo, no me suelten blasfemias. ¡Hala!, exclamaron los aludidos en un esfuerzo de empatía y comprensión.
Escrito por Juan Badaya - Web

Disciplina espartana

Una vez más, Miguel secaba al sol su colchón mojado. Algunos tutores se reían cínicamente. Sería la última vez.

Cuando Miguel desapareció, lamentaron su excesiva melancolía y aquella maldita costumbre de aventurarse entre los acantilados. Todas las sospechas apuntaban hacia el mar, pero Miguel había puesto tierra de por medio.
Escrito por Javier Igarreta Egúzquiza - Web

La esquina de los besos

El orador pidió silencio en la sala; pidió silencio en el edificio, en la manzana, en la ciudad. Después, colocando la palma de su mano detrás de su oreja, dijo: "Oíd, todos". Fue el trueno, fue el derrumbe: la prosa venció a la poesía en la esquina de los besos.
Escrito por Salvador Cortés Cortés

La hija

Era la pequeña de seis hermanos. Le dijeron que sería ella quién le cuidaría siempre. Hoy su padre tiene ciento cinco años. Ella solo ochenta.

Apoyándose en el bastón, llega a lo más alto del cerro. Inclina su cuerpo sobre la barandilla. Vuela hacía el fondo y saborea la libertad.
Escrito por La hija del Ferroviario

Hijo único

Un divorcio es el hoyo donde se hunde un espejo de dos caras. Doble cumpleaños, cuentos duplicados leídos a medias, calcetines desparejados en quincenas alternas. Hay días en que uno de mis pulmones cesa de respirar y una voz de eco me pregunta si dejará de latir mi único corazón.
Escrito por Belén Sáenz

Mujeres en penumbra

Mujeres que viven una extraña soledad y tristeza huyen de las oscuras tinieblas para salir a la luz. Abren las puertas de sus vidas para manifestarse y afirmar por qué motivos huyen.

Rompen con el silencio y con todo, y se rebelan para liberarse y ser iguales a los demás.
Escrito por Luis Toyos

Espectros

El tren aminora la marcha. Una sombra, con determinación, salta al interior del vagón. Recuesta su maltrecha espalda en el frío suelo. Otras sombras silenciosas, sacos abarrotados de injusticias, yacen apretujados buscando calor. Espectros que caminan bajo el manto de la noche.

En la próxima parada les aguarda el arresto.
Escrito por María del Carmen Pavón Rodríguez

El otro sol

El sol dolía allá en lo alto. Llevaba horas de trabajo agachado, mirando al suelo, viendo avanzar lentamente la labor. El sudor surcaba la capa terrosa adherida a mi piel. Era duro el trabajo del campo.

Hoy, este pensamiento me asaltó mientras me acomodaba en la toalla mirando al mar.
Escrito por Javier Velasco Eguizábal

Mis viejos zapatos

Mis preferidos. Tan gastados de suela y con el brillo perdido de sus mejores días, guardan aún su magnético poder de objetos mágicos. Alados, anduvimos juntos veredas y avenidas; subimos y bajamos empinadas escaleras… las mismas que ahora sorteo, ascendiendo o descendiendo por la rampa, sobre mi silla de ruedas.
Escrito por Manuel Bocanegra

No llamen

De nada sirve que llamen a su timbre con vigor. No está ni para jóvenes que se afanan en aligerar sus facturas, ni para escuchar el evangelio de quienes quieren salvar su alma inmortal.

Tumbado, sus ojos fijos en el techo ignoran ya las grietas que le perturbaban en vida.
Escrito por Manuel López Muñoz