El estudiante

Lo cegaron los focos de colores. Un sobreactuado presentador les dio la bienvenida mientras sus padres saludaban entre el público.

Se fijó en los demás y, sin tiempo para pensar, se lanzó a resolver su puzle de 300.000 piezas. Si se daba prisa, optaría a una de las cajas sorpresa.
Escrito por Álex Garaizar

Cada cosa en su sitio

La mujer del cirujano plástico estaba cansada de su marido y sus insufribles manías: todo debía mantener una cuidada simetría, en la ropa no aceptaba ni una arruga, se dormía contando hacia atrás desde diez, en la mesa cortaba la comida con precisión milimétrica...

Lo abandonó en el contenedor amarillo.
Escrito por M. Carme Marí - Web

Episodios

Seguro que no encontraré su alma gemela, esa con la que jugar alzando intrépidamente el vuelo, surcando rutas inhóspitas, haciendo de nuestras dilatadas vidas una aventura arriesgada. Ella se fue en el penúltimo episodio. El último lo haré volando, esparciendo su alma por el cielo que fue testigo de todo.
Escrito por Antonio Ortuño Casas

Entre bambalinas

Su baile frenético la obliga a correr tras las últimas notas, pero la realidad no encaja con la fantasía y cae al suelo. Ariana no puede aflojar el nudo con el que ata el dolor y la rabia. Su mente regresa a la silla de ruedas. El show debe continuar…
Escrito por Olga Noya

Crisis

Leía un informe sobre la crisis sentado en un banquito, y solo levanté la vista por un momento. Un grupo de chicas luciendo capris se paseaban sonrientes. Una de ellas se acercó y me ofreció un refresco. El día se iluminó. Allí es donde vivo: ¡en Nowhereland!
Escrito por Teo Boy Curcio

El caso del bicéfalo señor Edward Mordake

Un frágil espíritu de supervivencia mantenía unidas a las dos cabezas de Edward Mordake. Una de ellas tenía marcadas inclinaciones suicidas; la otra, homicidas. La terrible noche del 23 de septiembre de 1874 se encontró la cabeza del homicida separada del cuerpo; la otra alegó que fue en defensa propia.
Escrito por Andrés Galindo - Web

Estrategias

Lo fusilaron antes de despuntar el alba. Primero, un par de leyes ilegalizaron su resistencia. Luego, algunos infundios, imprescindibles para su desprestigio. Después, sobornos y recompensas para conseguir su captura. Finalmente, otro par de leyes para justificar la pena de muerte. Sin mártires, sin violencia, de una forma absolutamente civilizada.
Escrito por Luis San José - Web

Redención

El tribunal esperaba ansioso mi presencia. Con las manos llenas y la esperanza en mis ojos, les mostré lo que hasta la fecha había vivido. Un crear y seleccionar, con el plus de saber que todos habían sobrevivido.

La lluvia no cesaba y bajo ella me calaba en el purgatorio.
Escrito por Mª Belén Mateos Galán

El viaje de los inocentes (Infancias de guerra: Occidente)

Jugando a exploradores del tiempo, descubrimos un portal al pasado: un viejo baúl repleto de cartas del abuelo donde, entre barro de trincheras, describía con aterradora desesperanza la crueldad que entrañan las manos de cualquier hombre.

Inesperadamente también viajamos al futuro, porque ya no bajamos como niños de aquel desván.
Escrito por Antonio Bolant - Twitter
Elegido mejor relato de marzo de 2016
Occidente | Oriente | Tropical

Memoria histórica

Doña Memoria llamó a su amiga doña Historia, diciéndole: "He repasado tus anales y estoy muy disgustada. He hallado páginas que han sido totalmente borradas, y otras visiblemente manipuladas". Doña Historia, cariacontecida, le contestó: "Tranquila, ahora mismo llamo a doña Verdad, nuestra nueva editora, y ella se ocupará de todo".
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web

Nostalgia

La sirena, lejos del mar por amor, cada noche de luna llena se acurruca inquieta a su lado, aferrándose a su cuerpo, hundiendo la cabeza en su pecho para no dejar de oír la llamada de ese mar que, perseverante, aún la reclama llegando en olas batientes hasta su corazón.
Escrito por Flor Belmonte

El beso del adiós

Lola, cansada de ser el juguete roto de tantos, me miraba con aquellos infinitos ojos azules sobre su tez morena, transmitiendo una tristeza inabarcable.

Estuvimos hablando delante de un café. Cuando terminó, me besó en los labios y realizó el último salto de su corta vida sin que pudiera impedirlo.
Escrito por J. J. Fernández - Web

Escapando del mal fario

Si barrunto un sepelio, intuyo una mirada estrábica o atisbo un gato negro, deshago el hechizo cambiando de ruta; pero nunca puedo esquivar al lúgubre cuervo que se me cruza, a pesar de los quiebros que realizo a ese pájaro de mal agüero, cada vez que sobrevuelo algún lago cristalino.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter

Siete cadáveres enterrados en mi jardín (Cine III: Thriller)

Colocó siete fotografías.

—¿Reconoce alguno de estos niños, Teresa?
—Sí —dije avergonzada.
—¿Vio alguno muerto en su sótano?
—¡Ya lo he dicho! Yo mismo los enterré.
—¿Los mataste tú?
—No, fue mi hijo. Él... está enfermo. ¿Acaso lo han arrestado ya? ¿Puedo verlo? —supliqué.
—Teresa..., usted no tiene ningún hijo.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
Terror | Western | Thriller | Road movie | Aventuras | Bélico

El olvido

No soportaba permanecer en la misma ciudad después de que ella lo abandonara. En el barco en el que huyó, buscó reiteradamente el olvido en cuerpos desconocidos.

Cuando lo encontró, le sorprendió no haberlo descubierto antes, ya que el anhelado había estado siempre ahí, del otro lado de la borda.
Escrito por Georges

El sombrero

El sombrero está embrujado declaró el anticuario.

Los muertos se acumulan. La policía, a falta de pruebas y buen salario, abandona el escepticismo.

Quizá el hechizo se cumple y quien se prueba ese sombrero muere. Quizá el sombrero oculte otra maldición y nos obligue a dejar a otro asesino impune.
Escrito por Sandra Rebrij - Web

Amantes (III)

Luego de incontables desvelos, su cincel logró moldear a la fémina perfecta.

—Mía... Tuyo... —susurró, admirándola extasiado.

Después salió de copas. Regresó oliendo a rameras, demasiado borracho para advertir la tristeza de su ninfa. Días más tarde, la autopsia reveló que había muerto asfixiado bajo una espléndida mujer de piedra.
Escrito por Silvina Palmiero - Twitter
Parte I | Parte II | Parte III | Epílogo

El último afilador

Su áspero grito y su flauta estridente desgarran el plácido silencio del alba y levantan algarabías de pájaros y nubes de insectos; horadan el aire limpio y fresco llenándolo de añejos recuerdos y nostalgias dormidas; ahuyentando sueños, reclamando vigilias, alertando sentidos; provocando la ira encendida de sus compañeros de residencia.
Escrito por Enrique Mochón Romera

Futuro imperfecto

Escuchar el crujido del avioncito bajo sus propios pies me hizo feliz. Después las lágrimas cocodrilianas de mi hermano y la facilidad de mamá para creer su versión me dibujaron un futuro mucho más triste: al día siguiente, y con el dinero de mi hucha, le comprarían otro más grande.
Escrito por Paloma Hidalgo Díez

El recreo

Cada día se sentaba en un escalón a comerse el bocadillo, mientras sus compañeros del colegio corrían y jugaban alrededor suyo, intentando sacar el máximo provecho a esa media hora de libertad que el colegio regalaba cada día. 

Cuando años más tarde tuvo que volver, el patio seguía totalmente vacío.
Escrito por Crispín - Web

Después de dos milenios

Cristianos primitivos bulliciosos: ¡lo habéis proclamado Rey, con el INRI ridículo!

Romanos orgullosos: adoraréis un patíbulo como símbolo de vuestro escogido.

Díscolos molokanes armenios: no reconocemos el stavros pues representa tortura.

Y yo en mi casa, calentito en el sofá, viendo una de romanos en Semana Santa, como Dios manda.
Escrito por Dipandra - Web

Te vi

Al llegar te vi en la portería bajando las maletas sin decir nada, sin gritos ni lágrimas, cubriendo el día de sombras.

Desde el otro lado de la calle no pude decir que te vi, no tuve más remedio que cerrar los ojos y dejar que soplase este viento helado.
Escrito por José Juan González & Carolina Arjona

Lista

Coger sus gemelos de oro —se los regalé por el décimo aniversario—. Cerrar la maleta. Encender el ordenador. Transferir todo a la nueva cuenta. Poner la nota con los horarios de los mellizos en el frigo. Dejar el anillo en el cenicero. Escribirle un guasap a Toni: "Ya estoy lista".
Escrito por Rafa Olivares - Web

Trofeos de combate

Mataba bestias feroces con sus propias manos y se las tatuaba para alardear frente a los demás. Osos, tigres y leones se movían en su piel mientras caminaba. Hasta que se encontró con otro cazador, que se abrió el abrigo para dejarle ver su propio rostro tatuado en el pecho.
Escrito por Fernando de Gregorio - Twitter

En el laberinto del jardín de Escher (Relatos circulares III)

Izquierda, derecha.
Un abrigo. Hace frío.
Izquierda, izquierda.
Una botella. Luego me emborracharé.
Derecha, izquierda. Un pastel, ¿van veinte años?
Derecha, derecha. Una puerta. ¡Abierta!

Un joven dolorosamente similar a mis recuerdos traspasando el umbral hacia un juego perverso. Oculto, prefiero la libertad a darme la advertencia que nunca recibí.
Escrito por Jean Durand - Web
Parte I | Parte II | Parte III

Una solitaria lágrima

Andando vislumbré en el panorama una torre que se alzaba alta hacia el cielo. Volteé la cabeza y pude ver una ventana.

Mi corazón se encontraba en desasosiego. De la ventana se asomó una bella dama; derramó una solitaria lágrima.

Aquella lágrima renovó mi vida pero trajo consigo una daga.
Escrito por Ricardo Rodríguez Sánchez

La sin nombre

—Si no me nombras es como si no existiera. Deja de llamarme con todos esos apelativos cariñosos y di mi nombre.

—Cariño, bombón, ricura…

— ¡Basta! ¡Dilo!

—Lo siento, es que ya no lo recuerdo.

Y de este modo se desvaneció frente a sus ojos, como el humo de su cigarrillo.
Escrito por Esther Moreno Morillas - Web

Alas de libélula

La geisha, distraída, despliega el abanico como una bailaora de tez morena. Imagina vivir en Córdoba, sola, entre olivos. Cabalgar un alazán espoleado con su deseo. El canto se le ahoga en llanto. Sus invitados marchan airados, y llueven flores de almendro en el jardín de la casa de té.
Escrito por Belén Sáenz - Web

El tiempo es oro

Llevan horas revolviéndolo todo y el dinero y las joyas de tía Angustias no aparecen. Colchones, armarios, cajones. Tras registrarlos, hacen lotes para repartirlos entre los sobrinos. El carillón del viejo reloj de pie vuelve a tocar los cuartos. Todos odiaron siempre ese armatoste. Hoy mismo lo arrojarían al vertedero.
Escrito por Matrioska - Web

La acusación de la primavera

Tampoco él podía creerlo. Entonces le había sorprendido que la víctima se hubiera desangrado por arrastrarse hasta el parterre. Ahora, mientras esposaban al jardinero que había heredado el puesto del muerto, se preguntaba si el juez admitiría como prueba las letras recién brotadas en el escenario del crimen: "Fue Fernández".
Escrito por Patricia Richmond - Web

Desencanto

Marchaba con parsimonia. De vez en cuando, se detenía. No deseaba llegar. Lo que le esperaba carecía de interés para él. Hurgar en la basura no era, precisamente, la tarea con la que había soñado para acabar su vida. La culpa no era suya, ¡las malditas circunstancias! Solo quería desaparecer.
Escrito por María José Viz Blanco

Sin representación

Registró todo lo que acontecía a su alrededor porque sentía que así se garantizaba vivir. No quería perderse nada. Al anochecer, miró su libreta corroborando que allí estaba la vida misma. Pero al día siguiente se estremeció al darse cuenta de que todo estaba allí, en su libreta, menos él.
Escrito por Mariela de Filpo Beascoechea

Timidez absoluta

Al volver, me dio por pensar que la cita había sido una ensoñación producida por mis ansias de compañía. Tantos detalles no podían ser verdaderos. Persona apuesta, galante, inteligente, nada pretenciosa. Atendí al contestador. Su voz sí que me pareció real: "Te he esperado durante dos horas. Adiós para siempre".
Escrito por Rafael Domingo Sánchez - Twitter

Lo que después aconteció y que nunca fue narrado

Bajo un sol inmisericorde que un día más se ha desperezado ignorando desdichas ajenas, avanza una silueta triste sobre la polvorienta llanura manchega.

Con cansino caminar del asno, Sancho cabalga desnortado, manco por la muerte de su señor y, en grito colérico, recrimina su orfandad a su también manco creador.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web

Caja sorpresa

El niño preguntó a su tía qué le había traído. Ella le dijo que un coche deportivo, un trasatlántico y un reactor, leones y tiranosaurios, una casa de ladrillo y un castillo almenado. El niño se apresuró a abrir la caja. Dentro sólo había un estuche de lápices de colores.
Escrito por Plácido Romero - Twitter

Incompatibles

La relación con mi esposa se ha deteriorado. Antes, cualquier excusa nos servía para estar juntos y copular como salvajes una y otra vez. Pero desde que tuvo la caída y su cadera es de pega, siento que no encajamos, como si de repente los dos fuésemos unos completos desconocidos.
Escrito por Nicolás Jarque Alegre - Web

Como todos los días

Como todos los días apuré el amargo café mientras me sonreías. Como todos los días vi cómo te alejabas con él. Como todos los días sentí tu ausencia y, cuando llegaste, sentí tu manifiesto desprecio. Como todos los días esperé paciente a que me volvieras a dar el café envenenado.
Escrito por Arturo

Ayer y hoy

Coldplay de fondo, las gafas puestas e hilo y aguja en mano. Concentrado, cose un botón. Ha hecho un curso de corte y confección y hoy se entretiene practicando. Cuerpo y mente disfrutan con la labor. Se relaja y sonríe recordando que en un tiempo lejano era un reputado cirujano.
Escrito por Eva Mª Domínguez

El deseo

Para probar la máquina que hace crecer las ilusiones introduje mi sueño de viajar y la encendí. Enseguida me imaginé en otro continente, en las antípodas, en la luna...

Ahora he metido el deseo que tengo desde que empecé a leer. Pulso el interruptor. La máquina se pone en marcha.
Escrito por Cadillac Solitario

¡Maldita guerra!

Se encontraron en el bosque, llevaban distinto uniforme. Se detuvieron y se miraron desafiantes. De pronto, se reconocieron.

¡Bojan! dijo uno.
¡Amar! exclamó el otro.

Durante minutos, ambos se apuntaron con sus fusiles. Bojan disparó, Amar cayó.

¡Maldita guerra! gritó Bojan mientras Amar, su antiguo y buen vecino, se desangraba.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter

Semana 40: maniobras

Cambian su dirección de vuelo cuando el líder lo indica. Basta el movimiento de una de sus piernitas y la bandada entera rectifica el rumbo, esbozando contra el cielo un garabato. La comunidad científica no sale de su asombro. La cigüeña ha perdido su empleo. Los bebés tienen alas propias.
Escrito por Vicente Varas - Twitter

Al alba

Al alba acompañaron al prisionero a un rincón del patio. Mientras uno lo colgaba boca abajo, el otro le cortó el cuello. La sangre brotó con una violencia extrema. Maldiciendo su suerte, siguieron las instrucciones recibidas. Por si acaso, comprobaron el calendario: efectivamente, hoy era el día de san Martín.
Escrito por Pepe Sanchis

Cholitas de saldo

Me abalancé sobre ella intentando arrebatársela pero se resistió y me noqueó con un gancho de izquierda. Reaccioné tirándola al suelo, pateándole el costado; entonces me mordió la pierna. Un sonido de ropa rasgada nos advirtió de la rotura de la prenda. Cada año es más duro ir de rebajas.
Escrito por Encarna Cuesta García - Twitter

Simiente

Llega cada mañana al borde del camino y las esparce con calma. Dicen que está loco de atar. ¡Nada va a nacer de guijarros! Pero él, erre que erre, sigue empeñado en que así ha de ser. No deja de creer que nacerá un castillo del vientre de la tierra.
Escrito por Carmen Hinojal

María se fue

—En el mejor momento de nuestras vidas has partido, para jamás volver.

María partió dejando grafos y un amor lleno de dolor. Alberto solo deseaba pedir disculpas, pero el orgullo de ella fue tan grande que olvidó el amor que se tenían.

—María, te amo —exclamó Alberto antes de partir.
Escrito por Jorge Ruiz

La imposibilidad de lo cierto

Llega puntual a la cita como cada año, pero ella, reincidente fragilidad, no aparece. Sin darse por vencido la buscará estoicamente hasta el día en que la primavera reclame su reinado. Lo que nunca sabrá, un viejo y ya cansado invierno, es que su amada begonia muere cada otoño, esperándolo.
Escrito por José Ramón Sánchez Varela

Por e-mail

Amiga: aquí le envío mi foto. Después de chatear un año, podrá atribuirme una fisonomía. Un contraluz con varias líneas de fuga (al fotógrafo del periódico no le importaba esa evasión). Me verá entre el follaje. Lamento si mi cara está desenfocada pero, comprenda, ocultaba el cuchillo entre las hojas.
Escrito por Susana - Web

Tiempo analógico

El reloj de zafiro y lapislázuli que adorna la muñeca de Madame Pompadour ha dejado de latir. En la punta de la aguja que marca las doce, un castillo con la mesa servida en el gran salón.

Recorre un laberinto de pasillos, empuja una puerta. Ahora será un humilde barrendero.
Escrito por Pepe Illarguia - Web

Rictus

No son los mismos que entraron ayer a esa estancia monótona de cemento, otros vendrán mañana, pero el gesto es igual en todos. Quizá alguna vez obtengan respuesta del cielo, al que no cesan de observar con los ojos muy abiertos y los pulmones llenos de gas, camino del crematorio.
Escrito por Ángel Saiz Mora

Traidor

Y corrimos bajo la lluvia con nuestras manos entrelazadas. Cuando ella tropezó y miré hacia atrás, vi que cada vez se acercaba más y más. Supe que los dos no podíamos salir de ahí. Tomé una decisión.

Dos millas más adelante aún podía escuchar sus gritos. Pero yo seguí corriendo.
Escrito por JM

Visita dominical

Era domingo, día de su cumpleaños, y tenía la esperanza de que sus hijos, por fin, vinieran a visitarlo. Se peinó, arregló su estrecho recinto lo mejor que pudo y se acostó a esperarlos. Pero justo aquel día hubo huelga y los empecinados empleados no quisieron abrir el viejo cementerio.
Escrito por Miguel Pineda

Lisa

Al encontrarla, en un rincón oscuro, le habían robado la vida y el dinero. Aunque la policía acordonó el área, la curiosidad y el morbo se arremolinaron alrededor. El murmullo pronunció un nombre al reconocerla, era la que sonreía cuando le lanzaban piropos. Trabajaba en las calles, era muy mona.
Escrito por Beto Monte Ros - Twitter

Valientes

El silbato sonó: debían salir de la trinchera y avanzar. Ante la atónita mirada del pelotón, se abrazaron y besaron apasionadamente.

Artillería, ametralladoras y sangre derramada no frenarían su férrea disciplina. Avanzaron cuanto pudieron y cayeron los dos en un último abrazo. La tierra de nadie les pertenecería para siempre.
Escrito por Neldai - Twitter

¿Dónde están los desaparecidos?

Como cada jueves, abuelas obstinadas desfilan alrededor de la Pirámide. Cubren con pañales blancos sus cabellos grises y exhiben, insolentemente, una pregunta sin respuesta. Entretanto alguna niña —con vestido nuevo, nombre nuevo y mamá nueva— pasea sonriente y ajena por calles empedradas y angostas que bordean la Plaza de Mayo.
Escrito por María José Escudero

Reflejos

Cuando bajó encontró sopor y multitud en el metro. Había algo inquietante y familiar en esa mirada.

Se despertó sobresaltada de madrugada con un nombre en la mente. Palpó su móvil y buscó el significado.

Ahí estaban esos ojos tras el casco, una foto, una ciudad bombardeada del siglo pasado.
Escrito por Jem Ela - Twitter

Las squaws

Pillamos a los indios totalmente desprevenidos. Los masacramos sin piedad. Fue una victoria tan fácil que resultó incluso indigna. Les quitamos sus armas e intentamos llevarnos a sus squaws, pero éstas se defendieron a mordiscos y arañazos. Cuando regresé a casa, mamá me preguntó si me había atacado un gato.
Escrito por Juan Pedro Ortega Sánchez - Web

Libertad

Una noche, cansada de tanta falsedad, bajó del pedestal, cerró de golpe el mentiroso libro, arrojó lejos la eterna llama, que se hundió rápidamente entre las aguas del río y se alejó, apenada...

Al día siguiente, los periódicos de la ciudad de Nueva York denunciaban un nuevo acto de terrorismo.
Escrito por Daniel Castillo

La petición

Tras varios meses, Juan se decidió a invitar a salir a la camarera del bar de enfrente. Cruzó enérgico la calle soñando con que algún día ella sería su Julieta.

Él nunca fue su Romeo, sino la anécdota de aquel tipo al que cruzando la calle lo mató un autobús.
Escrito por I. Thoreau

El beso de Baba Yaga

Era, sin duda, la resaca más extraña y dolorosa que Juan López hubiera sufrido jamás. Parecía como si no fuera él mismo. Ignoraba cuántos vodkas había bebido, pero recordaba perfectamente los ojos de hielo de aquella camarera y cómo quemaban sus labios.

Abrumado, pidió unas aspirinas a su esposa:

—Аспирин.
Escrito por Carles Quílez - Web

El tiempo que te quede libre

"Es difícil encontrar lo que no se busca", respondió mientras trataba de convencerla de que la soledad era mala a cualquier edad. "Lamento que me odiaras... solo jugué un poquito, no más. Ahora, mientras esperamos nos toca olvidar", dijo con cólera contenida.

Una lágrima se negó a dar el sí.
Escrito por Ruperto

Sherezade

Vive atrapada en el cuerpo de un hombre. Forzada a contar historias a un uniformado cautivo de sus propias obsesiones. Susurros en la noche delatan inocentes.

Cuerpos que nunca se han tocado. Mentes entretejidas. No es una historia de amor.

Amanece. Interrumpe el relato y sale. Afuera espera la vida.
Escrito por María A. Gámez R. - Web

Inventario

Cogió la caja para contar el contenido. Hacía horas que inventariaba su vida y, de nuevo, faltaba un recuerdo. ¿Cuánto tiempo hacía que había empezado todo? Hizo un esfuerzo, pero no lo recordaba. Volvió a contar, revisó la caja, repasó su listado y, derrotado, vio que ya no había palabras.
Escrito por María Arjona

Eclipsados

El Sol se escondió. La Luna, tímida, se acurrucó tras Él. Las Estrellas cerraron sus ojos, deslumbradas. Se hizo el silencio y todos permanecieron de pie, con la boca abierta, formando un círculo, admirándola embelesados.

Su imponente presencia, su belleza y su sonrisa, tan fascinantes, los había eclipsado a todos.
Escrito por Maest

Voyeur

El ojo de la cerradura está insoportable. Cuando se puso rímel decidí no darle importancia. Empezó después con las sombras y el efecto ahumado y no le presté atención. Pero lo que no pienso soportar ni un minuto más son sus guiños insinuantes cada vez que me quito el pijama.
Escrito por Margarita del Brezo - Twitter

Sentimiento vegetal

Desnuda a mediodía enseño mi belleza con gotitas de agua. Porque los aromas van y vienen como los días. La mañana se fue con nubes. La tarde cae lenta seduciendo. La noche tendrá matices. Y las luces tentarán los brillos de las palabras por decir. Siempre fui una planta vulgar.
Escrito por Carmen Martínez Marín - Web

Nueve números

Nueve números. No pudo recordar más. Solo aquellos nueve números.

Por más que se esforzaba en buscar otro recuerdo solo los números permanecían en su memoria. Abrió la puerta y salió a la calle. Pasó junto a una cabina telefónica. Cambió de acera. En otra parte alguien esperaba una llamada.
Escrito por Salvador Pérez Salas - Twitter

El precio del éxito

Infancia de horas de estudio de partituras en la soledad de su habitación.

Ahora, en la cumbre de su carrera, regresa al hogar para encontrar en su alma en ruinas su infancia perdida y al niño que quedó atrapado, junto a las partituras, entre las cuatro paredes de su habitación.
Escrito por Pilar Alejos Martínez - Twitter

Tortilla a la española

Quiero volverme laico. La palabra "religión" ha perdido su estricto sentido de "volver a unir". No soporto al apóstol Pedro buscando la espada del poder de Pablo, ni a Pablo buscando con tanto afán las llaves del poder de Pedro. ¡Y Mateo, sin querer recaudar los impuestos a los fariseos!
Escrito por Gil Hernando de Santiago

Al despertar

El primer sol que entre los encontrará en la misma cama pero en distinto lugar. Son sombras que conviven, que se cruzan sin tocarse y se ven sin mirarse.

Lo peor vendrá ahora. Sonará el despertador, tendrán que ponerse la máscara, darse la vuelta, mirarse y decirse: "Buenos días, cariño".
Escrito por Javier Puchades - Twitter

Moviendo lentamente la cola

Era un perro viejo, cojeaba y ya no ladraba. Un día, su dueño cogió su desengrasada escopeta de caza. Al verlo, el chucho sintió cierta emoción. Con un poco de esfuerzo consiguió levantarse y moviendo levemente la cola lo siguió. Al rato se oyó un disparo. El hombre regresó llorando.
Escrito por Ángel Fabregat - Libro

Habitar tu mirada resulta sublime

Sin evitar que alguien reclame tu mirada, es mi alma rebelde que la proclama mía, porque estremece mis mareas y enciende mis arenas, es miel prohibida, con color a origen y a destino que anestesia mis nostalgias.

En el reflejo de esas dos gotitas de cielo, me has vuelto invencible.
Escrito por Karla - Twitter

Un oficio antiguo

Sentado en el sillón de una barbería en el barrio más lujoso de la capital, el líder del partido político más votado del país se siente vulnerable al contemplar, angustiado, cómo el decidido barbero no sigue las instrucciones de afeitarle por encima del cuello de una manera suave y precisa.
Escrito por Josep Sebastián - Web

Náufrago

Aquellas rocas no estaban dibujadas en los mapas. Tras la conmoción, recuperó el aliento y arrastrado por la marea alcanzó la orilla.

El viento borró el mensaje escrito sobre la gris arena, pero no pudo desvanecer su sueño; despertar en otro lugar, de nuevo a su lado, en tierra firme.
Escrito por Jose Bravo - Twitter

La daga del pasado

En el puño cerrado, su ilusión, derramada entre los dedos de pura rabia contenida. Ni aquella sonrisa calmó un ápice del dolor que le arrancaba las ganas de vivir. Sudorosa y pálida, se desplomó en el charco de mil lágrimas. Cubierta de abrazos imaginarios, soltó el aliento helado al ayer.
Escrito por Arimike - Twitter

Oveja negra

Érase una ovejita negra. Había sido tan blanca como la leche que le robaban a diario. Vegetariana y disciplinada, seguiría a sus hermanas hasta la muerte.

Un día el lobo enseñó sus colmillos. Impresionada, entre balidos y gemidos se descarrió. Juntos disfrutaron del sabor de la carne, compartiendo chuletón de pastor.
Escrito por María Jesús Briones Arreba

La mirada que condena

Érase una mirada. Tan suave y tierna, que hechizaba. No necesitaba palabras, ni necesitaba nada. Hablaba por sí misma, contenía las palabras más dulces que se pueden haber leído. Ni una gota de trivialidad ni de arrogancia. Encantaba a todo aquel que osara mirarla, destinándolo así, a una dulce muerte.
Escrito por Diani

Tres hermanos

Nuestro padre fue albañil y me enseñó algunas cosas del oficio, antes de que las casas fuesen prefabricadas y él muriera. En eso tuve más suerte que mis hermanos, cosa que quedó demostrada de sobra cuando el lobo sopló y sopló haciendo, como quizás sabéis, que volviéramos a vivir juntos.
Escrito por Luisa Hurtado González - Web

Única lectura

Te advertí que no abrieras aquel libro, pero no hiciste caso. Ahora ya es tarde, tendrías que haberte dejado llevar por esa intuición. Sé que has llegado hasta el final de sus páginas, por la cara de angustia que muestras. Has leído tu futuro en un pasado. Ya estás muerto.
Escrito por Consuelo

Ladrón de caramelos

Han pasado días sin que el ladronzuelo vulnere las defensas de mi pequeña confitería. Hoy he mantenido la vigilancia y el chaval se ha marchado triste. Al minuto llega una ancianita, señala a la distancia y dice: "Véndame dos dulces como el que iba descubriendo aquel niño, se veía delicioso".
Escrito por Óscar Quijada Reyes - Web

Alfa privativa

Adela despertó cansada. Estaba sometida a burlas en clase. Nunca quería levantarse. Finalmente, lo hizo. Respiró hondo. Subió a un podio digital que cada día marcaba un número diferente. Hoy, 40. Se derrumbó. Día difícil.

De noche, se cortó los brazos, lloró en silencio y se durmió. Adela despertó cansada.
Escrito por F. Javier Pérez Terán - Twitter

Ojipláticos

Los Ojipláticos vagaron por el desierto durante quinientos años. Para cuando llegaron a la tierra prometida los Rombomorfos estaban asentados. Tuvieron que compartir la arena, la tierra... Los Ojipláticos empezaron a invadir su espacio vital, por lo que los Rombomorfos respondieron. Me vi obligado a separar a los nuevos peces.
Escrito por Lucía Pradillos Luque - Web

Perdidos

Jugaron mucho tiempo al misterio. La costumbre los hizo imberbes amantes que se agotaron en la búsqueda de la solución. Cuando era demasiado tarde, descubrieron en sus rostros que el juego ya no era juego; era culpa, por no haber tomado en cuenta la posibilidad de perderse en el camino.
Escrito por Cristián Wagner - Facebook

Descubrimiento

Siguiendo su saltarina pelota acabó sin querer en la habitación de sus padres. Allí vio por primera vez a la bestia. Una criatura horripilante que desgarraba a su madre entre terribles rugidos y zarpazos.

Años después volvió a encontrarse con ella. Estaba reflejada en los temerosos ojos de su mujer.
Escrito por Miguel Ibáñez

Desguace emocional

Su hijo sigue comunicando... Hoy es día de visitas, el sonido de los coches apresura sus pasos vacilantes pero ilusionados hacia la ventana. Triste, con el alma hundida en sus recuerdos, hace la última llamada, y tiene ya claro que su número y él han engrosado la lista de rechazados.
Escrito por Salvador Esteve

Segunda juventud

Saldría esta noche. Iba a arrasar en los ambientes nocturnos ahora que estaba de vuelta. Aunque no conocía la rutina actual para lo que de joven llamaban "ligar", esperaba no desentonar demasiado. Pensándolo mejor, su excuñado, amante de la noche y soltero empedernido, podría ayudarle para conseguir que se mimetizara.
Escrito por Gloria Arcos Lado

En un velorio

El funeral transcurría normal. A la vieja usanza, las tías montaban la escena del llanto; algunos parientes, con sonrisas aburridas, se ponían al corriente, café en mano. Otros oraban por el descanso eterno del tío difunto.

En fin, todo iba como lo dicta la costumbre, hasta que el muerto despertó.
Escrito por Cristopher Josué Escamilla Arrieta - Twitter

Días aquellos...

Julio llegó tres días tarde. Agosto tardó una semana en aparecer. Con setiembre empeoró la situación. Octubre fue un desastre.

Hoy, que hace un año que es hoy, padre ha recordado cuando era niño y lo primero que se hacía en la escuela era escribir la fecha en la pizarra.
Escrito por Dídac Marín Hernández - Web

Desconocidos

No se habían visto nunca, y se habían prometido no imaginarse. Querían darse una sorpresa, llevaban años escribiendo en el mismo foro: ella, "estrella fugaz"; él, "cosmos".

Llegado el día, el cielo se abrió ante ellos. Aquel matrimonio jamás volvió a ser el mismo. "¡Maldita tierra!", dijeron en voz baja.
Escrito por Leire Frex - Twitter

Pluma divina

Era el escritor del momento. Sus novelas románticas eran traducidas a centenares de idiomas. Su prosa causaba admiración en el mundo entero. Su mujer e hijos lo adoraban. Los lectores lo idolatraban. Sólo él sabía la verdad: cada línea escrita, cada historia de amor iba dedicada a su mejor amigo.
Escrito por Stbn

Más allá de la obsesión

La luz plateada de la luna hacía que el vestido rosa pastel reluciera sobre la piel de ella. Él estaba nervioso, era la primera vez que se amarían. La miraba obsesionado; sus manos empezaron a desvestirla.

Sería la única vez que se amarían. Desenterrarla de su tumba fue algo desgastante.
Escrito por Paste