Mejor relato de septiembre de 2018

33 autores habéis ordenado de más a menos favorito los ocho finalistas. Por cada votación, se les ha asignado 10, 8, 6, 5, 4, 3, 2 y 1 punto. Estos son los resultados:

1º. Secretos acuosos, de Juana Mª Igarreta Egúzquiza - 183 puntos
2º. La amazona y el centauro, de Enrique Mochón Romera - 173 puntos
3º. Olores, de Álvaro Abad - 171 puntos
4º. Voluntario para novela, de Pablo Núñez - 169 puntos
5º. Deus ex machina, de Javier Igarreta Egúzquiza - 159 puntos
6º. Sorpresa, de Daniel Castillo - 152 puntos
7º. Indisposición, de Beto Monte Ros - 146 puntos
8º. Tareas cumplidas, de Ángel Saiz Mora - 133 puntos

Agotado

Se sacudió los zapatos y la corbata según llegaba y se zambulló de un resoplido en el sofá. Incapaz de hilar dos ideas, su pulgar izquierdo cabalgaba sobre el móvil mientras el derecho mantenía entretenida la tele.

—¡Hola, cielo!
—...
—Llevas mucho sin tocar la guitarra.
—Déjame en paz, mamá.
Escrito por Álex Garaizar

Vino a mi encuentro

Decidieron que ese verano lo pasarían en la playa. Monte de pinos, arena tibia.

Bajo el alero ella miró la noche. Una sombra: casco, fusil, borceguíes golpeando el suelo.

Ella, ojos de pánico. Él: "En dictadura hice cosas, ahora en pozos de la memoria... Vámonos, es el espíritu del muerto".
Escrito por Margarita Cestaro Barbé

La inesperada presencia de una llorada ausencia

Hoy la familia celebra una fiesta en el viejo salón. Es la primera vez que se juntan desde que ella falta.

Un certero rayo de sol impacta sobre la enmudecida caja musical, arrancando esa dulce melodía que ella siempre tarareaba. Y conforme se estremecen los corazones, se apagan las voces.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web

Decisión fatal

El gobernante autoritario, moribundo en su lecho, ya con su último aliento, ordena a su pueblo expectante:

—Este es mi primogénito, él gobernará por mí en el momento de mi muerte.

Exhaló su último suspiro... el pueblo obedeció. El joven gobernante gobernó.

Al poco tiempo no más, no existía pueblo.
Escrito por Luis Escorche - Facebook

Al tercer día

Un ruido despertó a los legionarios. Estaban moviendo la piedra que cerraba la tumba.

—¡En nombre de Roma, alto!

El desconocido les ignoró. Los soldados, a pesar del terror que sentían, lo abatieron a espadazos.

—Es ese judío...
—Devolvámoslo al sepulcro. Marte quiera nadie advierta que ha tratado de escapar.
Escrito por Plácido Romero - Twitter

Punto de lectura

Al doblar la página las palabras quedaron encerradas. Pasó un día, quizá dos, mezclándose unas con otras en una orgía lingüística memorable. Cuando el lector retomó la novela la historia había dado un giro espectacular. No sabía si a mejor o a peor, pero por si acaso compró un marcapáginas.
Escrito por Ignacio Urtiaga - Twitter

Emoticono

El emoticono sonriente saltó, asombrado, miró hacia abajo y le aterrorizó verse sin piernas. Al lado, unos ojos dilatados como huevos fritos se asustaban ante la llegada de un feo rostro, encorajinado y rojo. El dedo borró lo escrito, y nos quedamos sin conocer el final de tan terrible historia.
Escrito por Javier Bocadulce Carrero

Morenas

Te doblegas en invierno a la vara implacable jornalera temporal, te acuestas cansado ante tal paliza para despertar jubilosamente en primavera para mostrarnos tu belleza, rápidamente tomas fuerza para aguantar un verano caluroso, y vuelta a tomar fuerza para nuevamente soportar la fuerza extranjera en tus hojas como el laurel.
Escrito por Perlillo

Olores

Despertó aturdido, desganado y con frío, pero el olor a madera le reconfortó al evocarle su lejana infancia, cuando acompañaba a su padre en el viejo taller de carpintería.

Asustado, pensaba que si hubiera prestado más atención entonces, tal vez ahora sabría cómo desatornillar la tapa.

También olía a tierra.
Escrito por Álvaro Abad

El viaje

Salimos del coche con las maletas, eran casi las once. Subimos las escaleras y nos extrañó ver a aquella pareja comiendo un bocadillo a esa hora de la noche; sin duda les esperaba un largo camino, se adivinaba en sus rostros de cansancio. Nosotros pernoctaríamos en el hotel, ellos no.
Escrito por María José Iglesias

Yoyó, tútú, bye bye

Mi yo más racional sigue trabajando más horas de las que debe, aunque se ha apuntado a un curso de yoga. El otro, el yo que te quería, continúa tan frágil como siempre, huye todavía de los álbumes de fotos, pero te olvida más deprisa de lo que me gustaría.
Escrito por Paloma Hidalgo Díez

La calesita y el color de la infancia. Instantánea

La niña, aferrada al caballito, se suelta para saludar al pasar.

—¡¡Esmeralda, vas a caerte!! ¡¡Esmeralda, sujétate fuerte!!

La madre sujeta la cartera con fuerza para contener su ansiedad. La niña ríe. Es morena, una trenza cae sobre su espalda.

Cuando se baja, sus ojos brillan como gemas color esmeralda.
Escrito por Elisa Mancuso

El hombre lobo

Todos quisieron bailar con el hombre lobo y saludarle como rey de la fiesta... Recibe el premio al mejor disfraz y se marcha dando aullidos. Se quita máscara y piel con relleno. Mientras se apea de los zancos y le muestra, feroz, las garritas, el perro del chalet le ignora.
Escrito por Eduardo Martín Zurita

Encuentro casual

Nos conocimos en un bar, hablamos de vaguedades, bebimos en exceso y las confesiones salieron solas. Él era mayor que yo. Nuestros padres tenían la misma edad.

Y me preguntó:

—¿De cuál eres?
—De la otra.
—Entonces tú le conociste. A nosotros nos dejó muy pronto.

Y salió del bar.
Escrito por Manuel Sanz Lázaro - Web

Una razón para vivir

Abrió la ventana y miró al infinito. Sus ojos, ya humedecidos, no pudieron contener las lágrimas. Unas por su hijo mayor, otras por sus padres y las últimas por un matrimonio fracasado. Hasta que la cunita comenzó a moverse y le recordó que, pese a todo, el sol siempre sale.
Escrito por María José Sánchez

Danzas de Nepal, Kathmandú, en el barrio budista de Boudhanath

Entré en una fiesta con música y danzas nepalíes.

Solo bailaban mujeres, ataviadas con vestuario, máscaras y maquillajes impactantes. Sus cuerpos se movían lenta y sinuosamente, con un sorprendente repertorio de movimientos ondulatorios que fluían desde los brazos hasta los dedos, expresando especiales estados de ánimo y emociones.

Quedé impresionado.
Escrito por Luis Toyos

Así es la vida y viceversa

Rebuscar en los pozos ciegos se le convirtió en algo cotidiano. Aquella viscosa mezcla de restos de comida, heces, orina y quién sabe qué hediondas asquerosidades más... le repugnaba. Hundió su brazo y sintió cómo los dientes de una rata se clavaban en él.

Ayer comió él. Hoy sería comido.
Escrito por Salvador Pérez Salas

Tareas cumplidas

Al plantar el árbol cumplí otro de los objetivos. Días antes nació nuestro hijo. Sólo me quedaba una cosa pendiente. Desde que la completé, reconozco haberme distanciado de la familia, pero todavía les protejo, casi tanto como antes de que terminase la última línea de mi novela y cayese desplomado.
Escrito por Ángel Saiz Mora

¿Quién soy él?

Yo no me gustaba. Ahorré veinte años para costearme unas cuantas intervenciones de cirugía estética. En cuanto acumulé el dinero necesario me operaron a barullo. Puro transformismo.

Hoy todavía cuesta lo suyo identificar al guaperas socarrón que me mira desde el espejo. Sí, él soy yo, lo testifica mi DNI.
Escrito por Carmelo Carrascal

Mediterráneo

Otoño. La gaviota recorre la playa entre desperdicios y bolsas de plástico. Picotea un brillante aro de plata y echándose a volar lo tira al agua.

Aquel verano supuso el final de todas sus ilusiones, viejos recuerdos y sueños imposibles. Olvidados ahora como el anillo en el fondo del mar.
Escrito por Pepe Sanchis

En plena maraña

Allí estaba, donde solía, meditando solitaria en aquel oscuro rincón. Se sentía observada, la mayoría de las ocasiones con asco por quien la descubría. Acosada otras y obligada a emprender la huida casi siempre, retornaba a casa para, con resignación, bisbisear entre quelíceros:

—Para mi desgracia, ni las moscas pasan.
Escrito por José Antonio Barrionuevo - Twitter

¿Qué sería yo sin ti?

Desde pequeño fui un mar de dudas. Hasta que la conocí. Nos prometimos amor eterno y compartir nuestras vidas. Con ella siempre me sentí firme y resuelto. Al empezar a chochear, decidimos poner fecha a nuestra muerte. Llegado el día, le pedí ser el primero con la pistola. Para asegurarme...
Escrito por Josep Maria Arnau

Instante

Un cielo marino de vídeo sin sintonizar con archipiélago de nubes. Un géiser vegetal con pájaro cimero, desde lejos negro, en equilibrio.

Pero una isla cruza el sol con resultado de leve crepúsculo, el pájaro bate alas bajo el océano invertido y el ciprés pierde su giraldillo.
Escrito por Paco Bernal

Escribir es luchar

—¡Solo se aprende a escribir escribiendo! —me dijeron.

Me puse manos al teclado, me enfrenté con la página en blanco. Mente en blanco, regreso a Netflix, las series de hoy no me llaman la atención.

Vuelvo a la página. Luchamos, intento vencerla, escribo...

—¡No podrás conmigo!
—¡Ya verás que sí!
Escrito por Eliezer Sánchez - Facebook

Culpa

Temblaba, hasta el último resquicio de sus huesos, sabían. Esta vez no cubrió su rostro, no secó su agua salada, no cerró la médula de su vientre.

Se levantó, vio el cenicero atestado, la ropa tirada en el suelo, la sequedad de una boca imparable, etílica.

"Hoy vomito mi final".
Escrito por Virtudes Montoro

Cocina internacional

Los spaghetti, a pesar de la salsa acondicionadora, se enredan en la salida. Las hormigas fritas crujen emocionadas. El paté se sonroja y se derrite ante una hermosa tostada. En las gradas, callos, madejas, mollejas, sesos y riñones vitorean al equipo español. Gana la carrera la tortilla de patata. ¡Olé!
Escrito por Cristina Aguas

Próxima estación

Será otoño cuando leáis estas palabras escritas en pleno estío a 34 grados a la sombra. Ya habrán comenzado a desprenderse las hojas caducifolias de los árboles, preparando su ramaje para el invierno próximo.

De tal manera se sintió ella cuando observó en el espejo esas ropas en el suelo.
Escrito por Rafael Domingo Sánchez

La imposibilidad del engaño

Lo de ellos era un amor prohibido. Furtivo. Secreto. Esa tarde iban a encontrarse.

Cuando estalló la revuelta, ella dictaba clases. Murió defendiendo a sus alumnos. Él estaba en una reunión. Protegido, a salvo.

Ya no volvieron a verse. Era su destino. En la próxima vida, quizás tendrían mejor suerte.
Escrito por Silvana Alexandra Nosach - Facebook

El ultimátum

Harta de excusas y mentiras, le dio un ultimátum: si no acudía a casa para cenar, le abandonaría para siempre.

Al día siguiente, cansada de esperarle en vano una noche más, hizo las maletas y desapareció.

Mientras, él, dormido sobre un ramo de flores, seguía encerrado en un ascensor averiado.
Escrito por Sonia Serna San Miguel - Web

¿Quién apagó el sol? (La ciudad sin alma I)

Las primeras semanas fueron espantosas. Sin serotonina, la oscuridad trajo también oscuridad de entendimiento. La gente perdió la noción del tiempo. Comenzaron los robos y asesinatos. Aún recuerdo a Rebeca, una mujer risueña y comedida, ardiendo a lo bonzo entre desvaríos atroces. Nadie entendía que el sol se hubiera apagado.
Escrito por Raquel Tevas Cisneros
Parte I | Parte II | Parte III | Parte IV | Parte V | Parte VI

Ulises enajenado

Su mujer Penélope estaba angustiada; su hijo Telémaco, abatido, pues lo veían deambular enajenado por el palacio. En su mente no cesaba de oír el canto de las sirenas. Un día, entró en el mar gritando "¡soy Nadie!", como si aún se burlase del cíclope. Horas más tarde, murió ahogado.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter

La herida infectada

Decidieron que la terapia aplicada, tratamiento con antibióticos de amplio espectro, facilitaría el desalojo.

Todos los órganos afectados por la bacteria recuperaban vitalidad.

Los vecinos, hartos del inquilino y favorables al desahucio del huésped, sufrían trastornos por su culpa, aunque, al parecer, sólo eran síntomas simulados para subir el alquiler.
Escrito por Francisco Rubio Yepes - Web

¿Crimen pasional?

—Pero ¿no es motivo suficiente y argumento sobrado el sólo hecho de verlo partir sin sus hijos e intentar abandonarme como para justificar que su asesinato lo cometí en defensa propia? Véame, señor juez, aún estoy en mis mejores años. ¿No podríamos arreglarnos de otra manera y cambiar mi sentencia?
Escrito por Cristopher Josué Escamilla Arrieta - Twitter

Decimonónica alarma

Cuando saltó la alarma en su PC, Amaranta hizo lo suyo de su rodada silla. Vip, vip, vip... Los ojos de la funcionaria crecían al compás del irritante sonido; la sorpresa menguaba a medida que descifraba el mensaje encriptado. La instancia no podía cursarse por un decimonónico "vuelva usted mañana".
Escrito por Ana García Ortiz

Vida

Acabada la tormenta, bajo al parque cercano. El viento agita las ramas de los árboles y una fina lluvia improvisada me alcanza. Sonrío. Los pájaros entonan su melodía. Respiro el aire limpio, con inspiración profunda. El olor de tierra mojada me inunda por completo. Negativo, el resultado ha sido negativo.
Escrito por M. Carme Marí - Web

El libro

Le gustaba oler las páginas del libro de su vida. Algunos escépticos dudaban de que eso fuese posible. Ella, sin embargo, lo había conseguido, aunque no fue fácil. El sentimiento de pérdida y la memoria de unos años que no iban a retornar provocaron esa catarsis. Ya solo restaba desaparecer.
Escrito por María José Viz Blanco

Indisposición

Escucha el ladrido de los perros y las voces que llaman; pero, recostado en un árbol del bosque, el fiel caballo de palo permite que el comején trepe por su pata, mientras espera por su amo, el niño que juega a dejarse comer por los gusanos que cubren su cuerpo.
Escrito por Beto Monte Ros - Twitter

De la vida de las marionetas

Contempladla en su patético abandono. Tras cada representación, mendiga algunos instantes de reposo. Fue creada siguiendo la voluntad de mis manos; pero, ahora que los años han rendido aún más sus facciones y sus desarticulados miembros, ya no tiene sentido su existencia. Deshaceos de esa furcia, ahora inútil. Deseo descansar.
Escrito por Jesús Garabato Rodríguez

Escondido

Me asaltó un enorme temor cuando atravesé la galería que permanecía en penumbra. Estaba amaneciendo y las sombras iban ocupando el espacio acortándose a medida que el sol ascendía por el horizonte. De pronto lo vi, allí estaba Él como siempre, agazapado detrás de un matojo esperando la nueva presa.
Escrito por Mª Luisa Pérez Rodríguez

En una tinaja del Mar Muerto

—Altísimo, guíame de nuevo a mi morada, decía hincado un pastor.

Sentía una piedra en las rodillas y, al sacarla, descubría vetustos papiros. Sin saber cómo, leía al sol inclemente.

—¿Para qué dar este saber al corazón? —preguntaba arrojándolos al mar.

De pronto, atisbó su rebaño en la llanura distante.
Escrito por Gleiber Alvarez - Web

Reina

Su piel es pálida y sonrosada, cabello negro, los ojos color del acero. Atiende una posada húmeda y sombría. Hospeda a aquellos que caminan en la oscuridad. En medio de la noche, con la llave maestra, se cuela en las habitaciones y se alimenta de la sangre de los peregrinos.
Escrito por Pilar Garrido Aláez

La oscuridad de un fondo de armario

Sus negras pupilas, largo tiempo dilatadas, se irisaron aliviadas cuando decidió presentársela a sus padres, aunque éstos pasaran del blanco sorpresa al rojo vergüenza intensa.

Seguramente, papá nunca llegue a comprender y mamá culpe a "esa tal Pili", pero ella necesitaba reverdecer para dejarse caer de espaldas sobre el arcoíris.
Escrito por Antonio Bolant - Twitter

Historia de una cicatriz

Las puertas, asombradas, se lanzaron al líquido fósil, desenvainaron su límite azul resquebrajado, se clavaron en el limo del fondo. Vistas bajo el agua, sus cuerpos tersos, envueltos en burbujas, palpitaban en compás de crescendo tigre. Este fue el presagio de un relámpago que rasgó la noche. ¡Mira mi cicatriz!
Escrito por Alberto Muñoz García

La ventana indiscreta

Ya es la hora. Primero, ruido de persianas y ventanas al abrirse para ventilar, después, el aroma del café recién hecho. Los pelos alborotados, el pijama arrugado, la cara sin lavar.

Quizás algún día le diga a mi vecina que la observo todas las mañanas desde detrás de la cortina.
Escrito por Aurora Rapún Mombiela - Web

A flote

El eunuco Dong pululaba con rapidez por las estancias del palacio. Quería expresar a toda la corte su enérgica protesta por la calidad de las sedas recién adquiridas, absolutamente inadecuadas según su criterio. No se percató del griterío ni de los disparos, aunque, tras la revuelta, fue el único superviviente.
Escrito por Jerónimo Hernández de Castro - Twitter

El amor siempre se siente

Una caricia en su rostro le quebró el ánimo. No podía seguir enfadado con ella, por mucho que le doliese. Se giró, la buscó al otro lado de la cama. Nadie había recostado junto a él. Esa noche se cumplía un año de su ausencia. El amor siempre se siente.
Escrito por Iván Pérez Garro - Twitter

El juego del avión

Los chicos habían pintado con tiza un avión en el suelo y al ver llegar a una señora mayor simularon que jugaban al juego del avión, saltando sobre el dibujo.

Cuando se hubo ido, leyeron el hechizo. Y en eso el avión tomó volumen y, con los chicos dentro, despegó.
Escrito por Luis Goróstegui - Twitter

Sorpresa

Jadeantes, llegaron a la azotea. El viento arreció, mientras Nina apretaba fuerte la mano de su padre.

—¿Cuándo vamos a ver a mamá?
—Pronto, hija, no te quites la venda.

La niña sonrió, esperanzada, mientras su padre tomaba impulso.

Ni el brutal golpe logró borrarle la radiante expresión del rostro.
Escrito por Daniel Castillo

Llanto anunciado

Mamá, quiero una amapola. Hijo, se caerán los pétalos al tocarlos. Fue un consejo estéril. Pedrito se coló en el trigal y regresó con un ramillete de tallos donde el rojo brillaba por su ausencia. Hijo, lo que querías eran mariposas, todas han volado. Ni con esas calmó su desencanto.
Escrito por Juan Badaya - Web

La manzana de la serpiente

Aquella mañana, Eva recorría el Edén a fin de recoger las frutas necesarias para la ensalada vespertina con Adán. De pronto, una maléfica serpiente se acercó a ella y le propuso que cogiese una manzana. Ella accede. Pero, luego, el ofidio le reclama porque no había saldo en su tarjeta.
Escrito por Manuel Sedamano Ballesteros

Buscando a mi musa

Era vital hallar pronto un argumento para mi novela. La primera página en blanco llevaba meses. Desesperado me apunté en varios grupos de las redes sociales. Leí compulsivamente. Viajé a distintos países y en uno de ellos encontré, por fin, a mi musa. Hoy estamos felizmente casados... pero sin novela.
Escrito por Javier Velasco Eguizábal

Caiga quien caiga

Bella, de quien su familia asegura que está poseída, llora, se queja y dice que por su culpa tiene náuseas constantemente.

La creen una enferma regresada a la pubescencia; además insistía en señalar al curita ese como el responsable.

Mientras, su tío pidió encarecido apoyo de la Iglesia para exorcizarla.
Escrito por Ruperto

El juramento

Ella, tan ajena a su sensualidad, al erotismo que despierta.
Ella, tan pura, tan inocente en su mundo inventado.
Ella, que se entregó a mí sin reparos.
Ella, que me hizo jurarle sobre la Biblia que siempre estaríamos juntos.
Ella, que ignoraba mi ateísmo...

No la he vuelto a ver.
Escrito por María Galerna

Siempreviva

A ella no le cuesta dejar lo que está haciendo, sentarse junto a mí y charlar un rato. Me escucha atenta a mis desvelos. Como siempre, su hondo mirar de madre me adivina: "Despierta, hijo, otra vez me estás soñando, Manolillo...". Besa con amor mi frente y, después... se difumina.
Escrito por Manuel Bocanegra

Historias del génesis y el apocalipsis

La oscuridad era palpable, se respiraba, era infinita, omnipresente. Cada rincón habitaba el temor. Sólo las olas quitaban la imagen de la negrura.

Una luz cayó desde los cielos. Fue en ese momento cuando pude percibir la silueta de esa mujer antes de transformarse en un ser lleno de tentáculos.
Escrito por Ricardo Rodríguez Sánchez

Bruja

El olvido es un trovador con los ojos de una madre. Me alumbró una tierra de conquistadores, sucumbí a un mar maldito por las tormentas y no regresé. ¿Morí? Tal vez no nací. En cualquier caso, llorad por mí, por el hijo que no recogerá las cenizas de su madre.
Escrito por Patricia Richmond - Web

Amor y pedagogía

Adiestrada por su adorado alquimista, la duquesa fue envenenando al padre y a los hermanos sin levantar sospechas.

Cuando heredó, quiso deshacerse del esposo. No contaba con su salud de hierro. Ni con la férrea determinación del maestro, cuyo saber le permitía cultivar sus conquistas y aplazar tan dudoso compromiso.
Escrito por Carmen Cano - Twitter

Código penal supranacional

Cuando a finales del siglo XXI la ONU instauró la pena de muerte universal para delitos ecológicos, los dirigentes de las grandes corporaciones sonrieron cínicamente sintiéndose superiores. Hasta que se ejecutó al primero de ellos abandonándolo sin agua potable ni comida en la isla de plástico que contaminaba los océanos.
Escrito por Aurora Baeza

Empatía

Érase una persona injustamente considerada tóxica que se inscribió en un curso de inteligencia emocional. Su eterna mala suerte la hizo verse excluida durante la inscripción, todo era un desastre. Estuvo por enviar una reclamación justificadísima. En cambio desplegó una gran paciencia. Felizmente pudo contribuir con sus experiencias más ejemplarizantes.
Escrito por Manuel López Muñoz

La amazona y el centauro

Desde que aquella cautivadora imagen pasara frente a su cueva, el centauro no encuentra el sosiego. Le perturba día y noche el recuerdo de la bella Francisca —con su delicada figura y sus largos cabellos al viento—, el de la dulce mirada y el olor profundo de Azucena, su cabalgadura.
Escrito por Enrique Mochón Romera - Twitter

La señal

Mi abuela aprendió de la suya el arte de la curandería. Aquella anciana misteriosa la eligió a ella de entre sus nietas. "¿Por qué yo, nana?", preguntó, según me cuenta. Y la "Perejil" (así era conocida la curandera) contestó: "Porque he visto que, en la braña, te persiguen las mariposas".
Escrito por María José Escudero

Servicio especial

Como era un servicio especial, tenía intención de coger el coche grande de la empresa, el más elegante. Así trasladaría a su madre al cementerio. Menos mal que se acordó de preguntarle a su padre dónde estaban las llaves, justo antes que los policías se lo llevaran esposado a comisaría.
Escrito por Pedro Rodríguez

Deus ex machina

Aunque era fin de semana, Él, creativo por excelencia, estaba como siempre en vena. Tras una intensa jornada, recompuso su figura, esbozó su mejor sonrisa y disparó. No fue como en el big bang, pero salió un selfie divino. Él, con barba blanca, su único hijo y una paloma ensimismada.
Escrito por Javier Igarreta Egúzquiza - Web

El tiempo cambió el cuento

Era un amigo del barrio aunque sufría sus humillaciones de cabecilla del grupo. A menudo, además de comerse mi merienda, ya me ordenaba de qué tenía que ser el bocata del día siguiente.

Hoy en mi despacho recuerdo sus tropelías, mientras, sentado ante mí, me suplica un puesto de trabajo.
Escrito por Isidro Moreno Carrascosa - Web

Entrega sin límites

Cada día se arrancaba un trozo del corazón y lo entregaba a cada paso que daba. Al abandonar el último pedazo, buscó en su interior con el único objetivo de conseguir otro órgano similar. Al instante obtuvo uno parecido. Con ilusión renovada lo extirpó. Sin prisa, sonriente, comenzó a repartirlo.
Escrito por Malu

Piedras del camino

La primera vez que tropezó con una piedra tuvo un fuerte dolor en el pecho. Con la siguiente una desagradable jaqueca le acompañó semanas. Otra le produjo dolor muscular unos días. Las posteriores que se encontró las fue guardando y con ellas hizo una hermosa escultura que ahora todos admiran.
Escrito por Nuria Rozas - Twitter

A las cuatro

A Juan se le alargó todavía más su sombra cuando sonaron las campanadas de las ocho. La sombra debía andar por los tres metros y pico, dos más que a las cinco y media y tres más que a las cuatro en punto. "Esta ya no viene", pensó desolado.
Escrito por Marcel Font - Web

Menús a domicilio

Se ha puesto imposible salir del castillo con tanta videocámara urbana y patrulla cazavampiros. Menos mal que a veces, en noches de plenilunio, se acerca algún sicofonista de Cuarto Milenio y otras algún boy scout atrevido y despistado. Eso sí, cada domingo, una nueva pareja de adventistas del séptimo día.
Escrito por Rafa Olivares - Web

Voluntario para novela

Matías, viudo. Mirada melancólica, presente oscuro, futuro incierto. Ideal para dramas. Si prefiere la comedia, indague mi pasado: fui humorista. No obstante, también tengo argumento para una policiaca. Le confesaré, si promete no desvelarlo hasta el final, que bajo mi aspecto de anciano distraído, escondo al asesino de mi mujer.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter

La oveja negra

Hace años nació una oveja blanca. Era presumida, arrogante, orgullosa. Para parecerse a ella, todas las ovejas se tiñeron de blanco. Llegó un momento en que todas las ovejas eran blancas. Bueno, no todas: de vez en cuando aparece una oveja negra tímida, humilde, discreta, que se niega a teñirse.
Escrito por Plácido Romero - Twitter

Piar y piara, cuestión de lenguaje

Aquel país era un nido de picos hambrientos. El desquiciante piar llegó hasta el orondo monarca, quien engordaba sus carnes a tiro de caza mayor.

Para silenciarlos, aconsejado por su galeno, difundieron este pregón: "La comida soberana impide el vuelo. Sólo una dieta absoluta os convertirá en aves del paraíso".
Escrito por María Jesús  Briones Arreba

Secretos acuosos

Sandra entregó a un laboratorio puntero las lágrimas de sus últimos llantos. Se las devolvieron etiquetadas: "Decepción", "dolor", "soledad", "rabia".

Cuando Marcos murió inesperadamente, esperó a que todos se fueran y lloró ante su tumba. Esta vez evitó guardar muestras para analizar. Si trascendían los resultados, podrían ponerla bajo sospecha.
Escrito por Juana Mª Igarreta Egúzquiza - Web
Elegido mejor relato de septiembre de 2018

Estrella fugaz

Ella, agarrada fuertemente del infinito oscuro y sombrío, mirando en la lejanía un destino, dudaba, sus manitas resbalaban. No pudo sujetarse. Se desprendió.

Cruzando los confines del universo, desafiando cuanto obstáculo aparecía, realizando un viaje perfecto por la magia del destino.

Posándose en tus ojos soñadores, que me miran insinuantes.
Escrito por Luis Escorche - Facebook

La última copa

Brindo contigo esta noche, garnacha seductora, con el ímpetu y el ansia de un amante.

Danzas en mi boca con cada beso. Y siento en mi garganta tu abanico de sudores, de mujer.

Hoy, que desnudo tu cuerpo y reto los surcos de tu mirada, bebo en silencio tu recuerdo.
Escrito por Conchita Burillo

Arriba o abajo, norte o sur

Era una maravillosa idea para financiar la biblioteca del pueblo, lástima que el año anterior no les pareciera igual desde el balcón de enfrente. ¡Suerte! A un camarada mil kilómetros al sur se le ocurrió hace cuatro años.

Ni siniestra ni derecha ni norte ni sur, me conviene o no.
Escrito por Perlillo

Misa de los langostinos

Al cabo de algunos cigarrillos, conversaciones sobre capturas y quehaceres diversos, el patrón gritó: "¡A recoger el pan nuestro de cada día!". Chirriaba el cable acercando el trasmallo. El grumete exclamó, poco sorprendido: "Ni uno, deben estar todos en misa". Y sus compañeros apretaron los dientes y hundieron las redes.
Escrito por Eduardo Martín Zurita

El despertar

Ella estaba sentada en la arena, se había dispuesto a comenzar de nuevo. Cogería uno de aquellos trasatlánticos y se perdería en el océano. Recordó a su niñita y a su madre, "no lo puedo hacer", pensó. Recogió sus cosas, su sombrilla y se fue... al océano de la vida.
Escrito por María José Iglesias

Fin

La terraza del bar alistano era mi atalaya, mi refugio. Divisaba un pueblo de la raya aquel verano caluroso. Disfrutaba su luz, aromas, melodías y colores, hasta que un infernal incendio me robo los olores, las sombras, los verdes, azules, amarillos, ocres, el sinfín de tonalidades, mi infancia.

Quedé huérfano.
Escrito por Toño L. Gago

Y llovía, llovía

Al salir, llovía mucho. Él dijo que no tenía coche, que lo dejó aparcado en el garaje. Ella dijo: "Vale". La llevó de la mano hasta el garaje, veinte calles más allá. Llegaron empapados. Subieron al coche y, sin mediar palabra, la llevó a casa. El viaje duró tres minutos.
Escrito por Joaquín Galán - Web

La mano

Corría, bañado en sudor y sangre, huyendo del espanto, dejando atrás sus muertes y arrastrando mi vida, ciego de llanto y locura.

Caí sin fuerzas, sin aire, sin destino, hasta que esa mano tomó la mía... Sentí, en medio del delirio de la guerra, que alguien me devolvía la dignidad.
Escrito por Marisa Villar Arranz

Catorce

A escasos centímetros del embarrado suelo bate con fuerza sus alas y logra, por primera vez, volar. Orgullosa, mamá torcaz observa desde el nido, oculto ramas arriba.

Un estruendo furtivo. Ladra y galopa la excitación. Enguantada, la mano retira un pequeño amasijo de plumas ensangrentadas de las babeantes fauces. Quince.
Escrito por Álvaro Abad

Sí. Son diez

¡Cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez! Los cuento otra vez. Uno, dos... Encontré trabajo a los cincuenta años... Tres, cuatro, cinco, seis. ¡Llevaba mucho tiempo en paro! Siete, ocho, nueve y diez. ¡Sííí! ¡Son diez! ¡No hay error! ¡Diez!

¡Diez billetes de cincuenta euros! ¡De nuevo tengo un sueldo!
Escrito por Salvador Pérez Salas - Twitter

Marcar la diferencia

Las cadenas televisivas celebraron el Día Internacional del Humor sin escatimar recursos. Comedias y chistes llenaban la noche. Solo una apostó por un programa distinto, en el que representantes políticos garantizaban soluciones inmediatas para todos los problemas. Esas dos horas de carcajadas convirtieron a aquel canal en líder de audiencia.
Escrito por Ángel Saiz Mora

Humor negro

—Hasta la vista —me dice mi amigo, con una leve palmada en el hombro.
—Te espero mañana, en el piso noveno B, allí tienes tu casa.
—Nos veremos —le respondo, mientras el taxi para frente a mí.

—¿Dónde vamos?
—A la calle once, por favor.
—Espere, he perdido las gafas.
Escrito por Gil Hernando de Santiago - Web

Rubén y su educación

Es de noche y Rubén busca algo en el suelo de la calle, a la luz de una farola.

—¿Qué buscas? —le preguntan.
—Perdí mi educación —responde.
—Pero ¿dónde perdiste tu educación?
—La perdí en las aulas de mi escuela, pero allí está muy oscuro y aquí hay mucha luz...
Escrito por Luis Toyos

Nueva generación literaria

Estamos ante un escritor totalmente comprometido con la sociedad. Apegado al mundo real. Su última novela es fiel testimonio. Tiene como protagonista a Maruja, que es vecina de Juana, la cuñada de Luisa, que tiene una prima llamada Laura que en su juventud fue la novia de un famoso torero.
Escrito por Pepe Sanchis

Madurar

No me molestes más como si fueras una maldita mosca. Déjame vivir, que aún tengo mucha vida por delante y, lo que es mejor, sin ti. Vete a merodear a otra parte, que yo ya he dejado de estar podrida; volveré a florecer, pero esta vez rodeada de mejor compañía.
Escrito por Antonio Ortuño Casas - Web